lunes, 7 de julio de 2014

UN OPORTUNISTA MALOGRADO

-- UN OPORTUNISTA MALOGRADO (IV)
Por Jorge C. Oliva Espinosa

Escribí lo que sigue, cuando comencé a almacenar en estampas los que
ya eran remotos recuerdos que, desvaídos, semejaban fotografías
viejas. Enfrentarme a aquellas imágenes, era un ejercicio para
rescatar de la memoria, hechos que pudieran ser útiles a las nuevas
generaciones; nunca nostálgica añoranza, ni el estéril recordar de un
ayer. En este fragmento, publicado en el 2013, ya declaraba ese
objetivo:
NOTICIAS DE UN OPORTUNISTA ANUNCIADO
Llegar a longevo conlleva, entre otras cosas, lamentar afectos
perdidos, acumular errores, almacenar recuerdos. Con todas esas
vivencias, se pueden construir anécdotas que sirvan a otros de
lección, si es que somos capaces de convertirlas en advertencias para
evitarles yerros semejantes. En ese caso, sería útil el volvernos
anecdóticos antes que el tiempo nos convierta en escleróticos. Yo, que
parece transito por la primera etapa, hoy referiré un suceso real
donde, afortunadamente, se pudo percibir la presencia del oportunismo.
Y digo afortunadamente, porque las consecuencias en este caso las pagó
el oportunista mismo, quien no pudo sacar el provecho que esperaba de
su acción. Para muchos, fue la primera ocasión de contemplar de cerca
este proceder tan nefasto. No menciono el nombre del pobre diablo,
porque ignoro su destino posterior. Quizás le sirvió de escarmiento y
enmendó su conducta. Entonces no habría por qué añadirle vergüenza a
sus recuerdos o a sus probables descendientes. El hecho que motiva mi
anécdota, sucedió así:
El profesor García Bárcena, al frente del Movimiento Nacionalista
Revolucionario (1), había concebido un plan para la toma del
campamento militar de Columbia, en connivencia con militares
destacados en dicha instalación. Algunos de esos militares habían sido
sus alumnos y por ello, el profesor confiaba en ellos. Pero, el
servicio de inteligencia de Batista, a través de los complotados de
uniforme, logró penetrar al Movimiento revolucionario y frustrar la
acción planeada. Se fijó la fecha para el sábado de Semana Santa de
1953. El día señalado, todos los comprometidos fueron citados para la
casa de García Bárcena, cercana a Columbia; la hora: siete de la
mañana. Pero a esa hora, ya la vivienda del profesor había sido tomada
por las fuerzas de la dictadura y los conjurados iban siendo apresados
a medida que hacían acto de presencia. Sobre las 8 AM, ya la casa se
había convertido en una prisión para todos los que habían concurrido a
cumplir aquel compromiso. Con aparatoso despliegue policial, los
esbirros de azul custodiaban el lugar y en la cuadra y calles aledañas
estaban parqueados numerosos carros patrulleros. Fue esa la hora en
que el infeliz, al ver tal despliegue militar, calculando que ya el
golpe había culminado con éxito, se presentó con aire marcial ante el
primer oficial que encontró y anunció prepotente: "Capitán del MNR,
(aquí dijo su nombre y apellidos), se presenta para servir a la
Patria". La organización no había otorgado grados militares a sus
miembros civiles, pero el oportunista se los adjudicó triunfal. En
honor a "su alta graduación" recibió tan brutal paliza que le provocó
una grave hemoptisis.
Me pareció útil reescribir esta anécdota, en estos días en que, como
una mala hierba, el oportunismo aflora y parece abundar más que la
verdolaga. Lamentablemente, hoy muchos oportunistas recogen los frutos
de su labor y raras veces pagan el precio de sus acciones, como lo
pagó aquel infeliz un Sábado de Gloria de 1953.

Desde Regla, como siempre, Julio 8 de 2014
(1) Entre los miembros más destacados de ese movimiento, recuerdo a
Antonio Saúd (El Moro Saúd), a Eva Jiménez y Armando Hart.

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De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
debo.

Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
http://jorgecolivaespinosa.blogspot.com
jorgecoliva@gmail.com

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