martes, 8 de julio de 2014

DUELO PECULIAR

--DUELO PECULIAR
Por Jorge C. Oliva Espinosa

Antes del golpe de estado y durante un tiempito después, los predios
universitarios eran visitados con frecuencia por figuras siniestras.
Matones de oficio, hombres del gatillo alegre, todos miembros de
distintos "grupos de acción," conocidos por sus siglas, donde la
infaltable "R" de revolucionario, los calificaba como lo que no eran;
estos sujetos se pavoneaban por La Colina y sus alrededores, buscando
infiltrarse en la FEU y colocar al frente de alguna Escuela a algún
acólito suyo. La FEU era, como ahora, un trampolín codiciable desde el
cual alcanzar las esferas gubernamentales. A estos "postalitas", se
les podía distinguir desde lejos: iban de traje, el saco siempre
abierto para exhibir la 45 que artillaba el prominente vientre,
mientras que bigotes y espejuelos oscuros completaban una fisonomía
típica. Encarnaban la guapería más rampante y sus antecedentes
sangrientos imponían fundados temores en muchos y cuando menos,
prudencia cuando se tropezaba con ellos. La mayoría de ellos
desapareció de la Universidad después del 10 de marzo; fueron a
ofrecer sus servicios a Mujal y a Batista. Tocó el turno para que
algunos, quizás los que allá fueron rechazados, continuaran haciendo
su papel, ahora desde la oposición más pura y vertical: el
estudiantado. Estos trasnochados, eran incapaces de comprender su
anacronismo y muchos menos saber que un nuevo fenotipo de genuino
hombre de acción, de valiente verdadero, los ridiculizaría y
terminaría expulsándolos del histórico recinto. Se trataba de jóvenes
estudiantes con aspecto de pacíficos e inofensivos, que mostraban en
su atuendo modestas camisas de sport y zapatos desgastados. La
dictadura no tardó en reconocerlos como el verdadero peligro; en ese
sentido tuvo más olfato que los alardosos "perdonavidas". Esta es la
historia del fin de uno de esos farsantes:
El matón se había empeñado en hostigar a aquel muchacho con aspecto de
infeliz: casi imberbe, flaco, de hablar pausado, siempre cargado de
libros. Donde quiera que lo veía, aprovechaba para vejarlo y hacerlo
blanco de improperios y amenazas. Un mal día, en la cafetería
existente al lado del local de la FEU, el fanfarrón tuvo la fatal
ocurrencia de retar a duelo al estudiantico. Este aceptó el desafío,
pero puso por condición que fuera a muerte, no usando pistolas pues
sus heridas podían no ser mortales. Él escogería un arma 100% letal y
el lance sería al siguiente día, en aquel lugar y a la misma hora.
Llegado el momento, el local se abarrotaba de pendencieros
espectadores; el primero en llegar fue el estudiante; portaba un plato
donde descansaban dos croquetas exactamente iguales. Como a los diez
minutos arribó el guapetón con su 45 bien visible al cinto. El
muchacho le sonrió y le dijo calmadamente: _Como sabes, estudio
Química, y sé lo que hago; una de estas dos croquetas tiene suficiente
cianuro como para matar un elefante. Te invito a que escojas una y te
la comas; a la vez, yo me comeré la otra. Los dos comeremos al mismo
tiempo y uno de los dos morirá de inmediato... El emplazado palideció
a ojos vistas, le tembló la mandíbula, reculó trastrabillando y solo
atinó a tartamudear: _ ¡Tú... estás... loco...! ¡Mierda!...
Y entre risas y burlas desapareció de la Universidad, aplastado por el
coro que le exigía: "¡Cómete esa! ¡Cómete esa!" Mientras, nuestro
héroe deglutía, con toda parsimonia, las dos croquetas. La época de
aquellos fantoches había terminado.
Desde Regla, como siempre, julio 9 de 2014

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De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
debo.

Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
http://jorgecolivaespinosa.blogspot.com
jorgecoliva@gmail.com

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