domingo, 20 de julio de 2014

MURALLAS Y FOSOS

MURALLAS Y FOSOS
Por Jorge C. Oliva Espinosa

Una de las manifestaciones negativas del poder es el amurallamiento.
Los poderosos protegen con celo su hegemonía y para conservarla,
levantan barreras defensivas; estas cumplen su función, pero terminan
anulando la autoridad que se pretende ejercer sobre un sustrato social
que se siente segregado. La base sojuzgada no tarda en distinguir
distancias entre sus intereses y los del grupo sojuzgador y se
desentiende del mismo. A partir de ese momento, cada cual marcha por
su lado y el caos reina en la sociedad. Al pie de las murallas, se van
cavando fosos de incomprensión que llegan a ser abismos. La ruptura no
es abrupta, comenzó como un problema de comunicación entre dirigentes
y masa dirigida, y termina en una barrera infranqueable en ambos
sentidos. Cada medida gubernamental que afecta a la ciudadanía o le
disgusta, es una de las piedras con que se edifica la muralla; cada
desobediencia civil, una paletada que profundiza el foso de
separación.
Atentos a conservar el poder, el grupo directriz no toma en cuenta los
intereses de la mayoría, aquella que le asignó la tarea de
representarla. Los problemas que la aquejan, no puede conocerlos
porque no los comparte; los suyos son otros bien diferentes. Por eso,
como anarquista consecuente, pienso que, mientras deleguemos en
alguien el gobierno que debemos ejercer todos, estaremos viviendo en
la Era de las cavernas. Son demasiados los problemas a que deben
atender un gobierno, para que medite en los innumerables que confronta
la masa gobernada. Se da el caso de que aquel ministro que propuso la
elevación de la tarifa eléctrica, ignora el monto de su cuenta de
electricidad, porque otro funcionario se encarga de pagarla por él;
que el de Comercio Interior, desconozca que el aceite que se
distribuye a la población es rancio e insuficiente o que el picadillo
es una mezcla maloliente de soya y pellejos, porque en su casa no se
consumen esos productos; o que el de Transportes no sepa lo que es
esperar una guagua a las siete de la mañana. En los tres ejemplos,
desconocimiento implica distanciamiento.
Hace poco, unos científicos demostraron experimentalmente que si se
rompe un vidrio de una ventana de un edificio y nadie lo repara,
pronto estarán rotos todos los demás. Si una comunidad exhibe signos
de deterioro, y esto no parece importarle a nadie, entonces allí se
generará el delito. Si se cometen "pequeñas faltas" como escandalizar
en la vía pública, evadir el pago del transporte o no respetar las
leyes del tránsito y estas no son sancionadas, entonces comenzarán a
desarrollarse faltas mayores y luego delitos cada vez más graves. Hace
rato que vivimos en la práctica ese proceso destructor y estamos
cansados de comprobar que los subalternos ignoran las directrices
emanadas de sus superiores, mientras una gran mayoría asume la
ilegalidad como forma de sobrevivencia; una crisis de la autoridad
reina por doquier; funcionarios de cuarto rango transgreden
impunemente lo establecido y disposiciones, circulares acuerdos y
decretos violan nuestra Constitución. ¡Y no pasa nada! Es hora de
ponderar lo alto de las murallas y lo profundo de los fosos; derribar
aquellas y cegar estos se hace impostergable. La Patria reclama que se
retome la comunicación de antes, la que nos enorgullecía. ¡Será bien
para todos!

Desde Regla, como siempre, Julio 21 de 2014

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De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
debo.

Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
http://jorgecolivaespinosa.blogspot.com
jorgecoliva@gmail.com

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