lunes, 14 de julio de 2014

PULMÓN Y SU ZAPATO

-- PULMÓN Y SU ZAPATO
Por Jorge C. Oliva Espinosa

Se había abierto la convocatoria para cubrir plazas en la gran fábrica
de cabillas, que la "Antillian Steel Company" se aprestaba a concluir
en el Cotorro. Los requisitos exigidos eran muchos, entre ellos tener
peso y estatura no inferiores que las fijadas como "aceptables" y
Carlos no pesaba lo suficiente. Esto no arredró a nuestro compañero,
un cubano típico, temerario y dicharachero, muy popular entre los
jóvenes del pueblo. El día que se presentó como aspirante, proclamó
que él entraría a trabajar allí "de a pulmón". Para cumplir la
exigencia del peso, nuestro amigo se vistió con ropas extras, puestas
unas sobre las otras y rellenó los bolsillos con cuanto objeto pesado
contribuyera a elevar su peso corporal. Frente a la vieja fabriquita
"Cabillas Cubanas", antecesora de la que se inauguraría, estaba el
quiosco de Nardo, expendio de batidos y fiambres en el cual muchas
veces recalábamos para entretener nuestros estómagos. Momentos antes
de entrar a la entrevista donde lo pesarían, vimos a Carlos engullir
diez masarreales y tomarse tres vasos de agua, porque él iba a ser
admitido "de a Pulmón". Efectivamente, lo logró y también se ganó el
apodo por el que lo conocerían todos: "Pulmón".
Aquella "hazaña" gastronómica y el artilugio al que acudió para
satisfacer su deseo de trabajar en la nueva fábrica, necesidad
generalizada entre la juventud, no serían las últimas. "Pulmón", como
miembro del Movimiento 26 de Julio, protagonizaría otras mayores,
participaría en acciones más heroicas y prolongaría sus servicios a la
Patria hasta después del triunfo revolucionario. Fue así que, el 9 de
abril de 1958, integrara el grupo que cerraría la Carretera Central
rumbo a la Habana. Esta parte de la acción, la dirigió directamente el
jefe de acción del M 26 7, Guido Pérez, acompañado de un reducido
número de compañeros, los que cabían en un pequeño auto marca Hillman.
A la altura del servicentro "Palace", atravesaron el carro en medio de
la carretera, cerrando la circulación de vehículos en ambas
direcciones. El plan consistía en rechazar cualquier movimiento de
soldados; el vehículo les serviría de parapeto y colocados del lado
contrario a la irrupción del enemigo, lo rechazarían con el fuego de
sus armas cortas. Como el parque con que contaban no era abundante, se
previó que la retirada no tardaría en producirse, pero antes
incendiarían la estación gasolinera, abriendo sus bombas
suministradoras y vertiendo el combustible para inflamarlo todo antes
de retirarse. El incendio que provocarían, haría imposible el paso por
allí.
Al poco rato de situados en la posición acordada, nuestros compañeros
vieron aproximarse un jeep militar; era presa fácil y Guido ordenó
abrirle fuego. Pero el jeep era solo la vanguardia de una caravana de
camiones cargados de guardias y se entabló un combate desigual, muy
desfavorable para los revolucionarios; la mayoría de ellos murió
combatiendo o fueron capturados al agotárseles el parque, como fue el
caso del bravo Jefe del 26 en el Cotorro, cuyo cadáver masacrado
apareció días después en un tramo desierto de la carretera llamada
"Monumental", que une la Vía Blanca con la Central.
Los detalles de este episodio, los conocimos años más tarde por boca
del único sobreviviente de aquel grupo: "Pulmón" que, con un solo
zapato logró llegar a la Capital y asilarse en una Embajada. El otro
zapato quedó para siempre, en medio de la Carretera Central, allá por
el kilómetro 17, frente al garaje "Palace".
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De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
debo.

Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
http://jorgecolivaespinosa.blogspot.com
jorgecoliva@gmail.com

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