domingo, 13 de julio de 2014

AL FIN Y AL CABO.

--AL FIN Y AL CABO...
Por Jorge C. Oliva Espinosa

"... Si alguien roba comida y después da la vida, ¿Qué hacer? ¿Hasta
dónde debemos practicar las verdades?..." Silvio Rodríguez
"La Revolución se hace con pecadores." Lenin

El apodo por el que todos le conocíamos, daba referencias muy claras
de su proceder: "Pillería". De este sujeto no se podía esperar otra
cosa que marañas y artilugios de los que se valía para vivir; su alias
debía servir de advertencia, pero los incautos de siempre, caían en
sus trampas. Era un artista del timo y como buen estafador, simpático,
ocurrente y palabrero. La colaboración de este sujeto con el
Movimiento, fue aceptada con reservas y enorme desconfianza. Las
tareas que cumplía eran vigiladas y controladas celosamente por el
jefe de acción y se le mantenía bien compartimentado respecto a otras
actividades. Es cierto que siempre se le asignaban roles bien
secundarios pero, en nuestra célula, se comportó de forma
irreprochable y todos esperábamos, ilusionados, que las aguas de la
Revolución lo redimieran como las de un Jordán purificador; mientras
tanto, "Pillería" constituía una pincelada de folclore pueblerino,
representaba la picaresca criolla que todos sentíamos cercana y por la
que sentíamos simpatía.
Comenzaba abril del 58 y la esperada orden de huelga general podía
recibirse en cualquier momento. Se imponía la tarea de obtener armas
con las que apoyar el paro y hacia ese objetivo se dirigieron todos
nuestros esfuerzos. Fue cuando "Pillería" propuso una solución:
Conocía a un viejo ex oficial de la Marina, aficionado a la caza, que
poseía una colección de escopetas; "Pillería" gozaba de su confianza,
porque le había servido de jardinero y garantizaba el fácil acceso a
la vivienda. La situación de ésta, en un lugar apartado y tranquilo,
aseguraba el éxito de la operación. Todo resultaba fácil y sólo la
obtención de un vehículo dilataba el momento de ejecutarla. En esa
doble espera estábamos, la de la huelga y la aparición del carro
necesario para obtener armas con que apoyarla, cuando recibimos una
citación urgente: Todos, sin excepción, debíamos reunirnos en casa de
nuestro Jefe para conocer y discutir un asunto de vital importancia.
El reunirnos todos y el lugar señalado para la reunión eran inusuales
y solo la urgencia del asunto podía justificar una medida tan
imprudente. Así, llenos de prevenciones, concurrimos a la cita. En
ella resaltó la ausencia de "Pillería", y nos impactó conocer por boca
de nuestro Jefe, su decisión de excluirlo de la citación. Pasmados,
nos enteramos que "Pillería" le había propuesto, aprovechar la acción
para apoderarse de un dinero que el viejo marino guardaba en un lugar
que él conocía. La pureza de nuestra causa, no era compatible con
ningún acto delictivo y en consecuencia, en nombre del Movimiento,
"Pillería" debía ser condenado a muerte. La sentencia se cumpliría por
nuestro jefe, en el mismo momento de la acción. Aplastados por la
información recibida, todos nos retiramos de aquella reunión, en
espera de los acontecimientos. Si conseguíamos el automóvil requerido,
la ejecución de "Pillería" se llevaría a cabo cuando realizáramos la
confiscación de las armas. Pero llegó primero la orden de "HUELGA
GENERAL" y fuimos a apoyarla casi desarmados. Nuestro jefe se llevó
con él a "Pillería" al lugar más arriesgado, la entrada del Cotorro, a
la altura del garaje "Pálace," (donde "Pulmón (1), otro de nosotros,
dejó su histórico zapato) y allí, enfrentando las fuerzas de la
tiranía, cayó como un héroe. Había encontrado al fin el Jordán en que
purificarse; su verdadero nombre hoy tiene un lugar en el panteón
sagrado de la Patria, la muerte lavó sus culpas y yo, para respetar su
memoria, oculto su identidad de redimido delincuente.

Desde Regla, como siempre, julio 14 de 2014
(1) Carlos Domingo Hernández del Castillo. Muchos compañeros han
creído que el zapato que mantengo clavado en la pared de mi
biblioteca, era aquel suyo; yo los he sacado del error, porque no es
cierto.

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De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
debo.

Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
http://jorgecolivaespinosa.blogspot.com
jorgecoliva@gmail.com

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