martes, 15 de julio de 2014

TODO CAMBIA

-- TODO CAMBIA
Por Jorge C. Oliva Espinosa

Desde que Heráclito juzgó a la naturaleza en cambio constante, pues
ni el río era el mismo, ni era la misma persona la que volvía a entrar
en sus aguas, muchos líquidos han corrido, desbordado cauces y mucha
gente se ha bañado en ellos... Que el mundo que nos rodea (y nosotros
mismos como parte de él) está en permanente transformación, nos lo
prueba la vida misma. Sin embargo, a través de los siglos, algunos han
persistido en no aceptar que todo cambia y le otorgan al hombre
características inmutables, virtudes y defectos que mantendrá durante
toda su vida. "X" una vez fue bueno y ya lo califican como tal;
mientras que "Y" hizo maldades y fue intrínsecamente malo. Estas
calificaciones se vuelven absolutas, cuando los personajes juzgados se
sumergen en el río de la historia.
La anterior parrafada, muestra de mi pedantería, la justifico porque
hay quienes opinan que los héroes fueron íntegramente buenos, sin un
solo defecto que opacara sus glorias; cien por ciento grandes, sin una
pizca de pequeñez. ¡Y señores, eso no es así! Los hombres, luces y
sombras, van cambiando durante toda su existencia y no todos mantienen
los principios y comportamientos por los cuales merecieron
reconocimiento o condena; en determinados momentos prevalecerán las
luces, en otros las sombras. Las circunstancias que envuelven los
actos y los actores mismos, sufren cambios, cambios que pueden influir
y modificar las conductas a través del tiempo; Por si Heráclito les
parece demasiado lejano, les voy a poner un ejemplo contemporáneo; el
testimonio lo brindó Haydée Santamaría, la heroína del Moncada, quien
desde su lugar de combate, en el Hospital Saturnino Lora, al ver caer
en medio de la calle a un oficial batistiano, recabó la ayuda de un
médico para rescatar al herido. El galeno se negó, horrorizado ante el
pedido que consideró inútil y suicida. Haydee acudió a un segundo
médico y entre este y ella lograron llegar hasta el que se quejaba
lastimosamente y sacarlo de debajo de las balas que se cruzaban desde
ambas aceras. Meses después, durante el juicio por estos sucesos, el
doctor que había mostrado su cobardía, al negarse a prestar su auxilio
al herido, desmintió las calumnias oficiales y testificó sobre la
forma humanitaria en que los atacantes actuaron, reconociendo con
valentía su negativa de entonces. Por el contrario, el que había
compartido la heroicidad de Haydée, se prestó a corroborar las
falacias emitidas por la dictadura. Me gustaría saber cómo juzgarían a
cada uno de los dos doctores, aquellos que piensan que el hombre es
inmutable y que un solo hecho basta para calificarlo para siempre...

Desde Regla,
Ayer, "La Sierra Chiquita"; ayer, hoy y siempre, bastión de rebelde cubanía.
Julio 16 de 2014

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De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
debo.

Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
http://jorgecolivaespinosa.blogspot.com
jorgecoliva@gmail.com

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