jueves, 10 de julio de 2014

EL TESTIMONIO DE UN HÉROE

-- EL TESTIMONIO DE UN HÉROE
Por Jorge C. Oliva Espinosa

Lo habíamos conocido en una de nuestras primeras visitas al Liceo
Ortodoxo, supimos que era carnicero de un comercio enclavado en la
Plaza de Marianao, pero conocía la obra de Martí más que cualquiera de
los estudiantes que presumíamos de martianos. Pronto fue el mentor de
un grupo de nosotros y ganó la admiración y el respeto de todos por
sus evidentes virtudes. Sin embargo, un buen día desapareció de
aquellos predios y su ausencia se prolongó durante meses. Ahora volvía
y sobre su persona, secreto a voces, se tejía una leyenda.
Ñico había participado en el asalto al cuartel Carlos Manuel de
Céspedes en Bayamo, acción simultánea al Moncada en Santiago. Fue de
los pocos que no cayeron ni prisioneros ni asesinados y lo teníamos
frente a nosotros, allí, en la acera, frente al Liceo Ortodoxo,
brindándonos su testimonio. Extremadamente alto, su estatura lo hacía
lucir más flaco de lo que era en realidad; sus espejuelos de miope,
siempre empañados, su atuendo bien pobre, desaliñado, todo lo
identificaba como uno de los olvidados de la fortuna; nada en él
delataba al héroe, de su boca no se podía esperar jamás una jactancia,
ni el menor alarde en sus gestos, porque encarnaba la modestia misma.
Aquella noche, la empecinada insistencia de los que conocíamos su
participación en los hechos del 26 de julio de 1953, rayana en la
malcriadez, lo decidió a contarnos la realidad de lo sucedido. Me
parece estarlo escuchando y a través del tiempo trato de reconstruir
sus palabras:
"Se había planeado entrar al cuartel por delante, pero la ausencia de
uno de nosotros que residía en Bayamo, nos hizo cambiar lo acordado y
fuimos por el fondo, donde estaban la cocina y la caballeriza. Los
primeros chocaron con un montón de latas vacías, el ruido alertó a la
guarnición y allí mismo se formó el tiroteo. Al poco rato todos
estaban dando marcha atrás; algunos me pasaban por el lado y me
gritaban: "Dale Flaco, que esto se jodió", pero yo no me movía. Luego,
cuando nos reunimos a algunas cuadras de allí, todos alababan mi
valentía. No tuve más remedio que sacarlos de su error. Yo quería
correr como ellos o más que ellos, pero los nervios me lo impedían y
me mantenían inmovilizado, como clavados los pies al suelo; en esa
situación seguí disparando hasta que pude reaccionar. Unos minutos
después, y en la huida, tropezamos con un jeep del ejército, cruzamos
fuego y le hicimos bajas. Muchos de los compañeros que me acompañaban
en esos momentos, fueron apresados más tarde y asesinados sin piedad
alguna. Como ven, no hay nada heroico de mi parte. Los héroes de
verdad, fueron los que sufrieron el martirio que les dieron esos
asesinos..."
Poco tiempo después, Ñico desapareció de nuevo, nos dijeron que estaba
por Costa Rica. Aquella noche no dijo nada de sus planes. El resto es
historia y ya se sabe: Antonio (Ñico) López, uno de los 82
expedicionarios del Granma; después de la sorpresa y dispersión de
Alegría del Pio, fue apresado gracias a una delación y asesinado en un
lugar conocido como Boca del Toro, el 8 de diciembre de 1956.

Desde Regla,
Ayer, "La Sierra Chiquita"; ayer, hoy y siempre, bastión de rebelde cubanía.
Julio 11 de 2014

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De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
debo.

Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
http://jorgecolivaespinosa.blogspot.com
jorgecoliva@gmail.com

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