martes, 15 de julio de 2014

MI JUVENTUD

-- MI JUVENTUD
Por Jorge C. Oliva Espinosa

Mi juventud se me esfumó en los vértigos de la insurrección; entre
acciones irracionales y temores constantes, la situación normal bajo
una dictadura. Ese fue el sistema, bajo el cual me fui transformando
de adolescente en joven y quizás de joven en adulto.
Mis primeras reacciones frente al régimen aquel, aconsejaban que me
asilara; mi casa había sido asaltada, mis familiares vejados y sobre
mi persona se profirieron siniestras amenazas. Ya habían optado por el
asilo mis amigos más cercanos, pero yo, de empecinado, no quise seguir
sus ejemplos y preferí un peregrinar constante por toda la geografía
cubana. Es decir, en lugar de exiliarme, me in-xilié. Así me vio
llegar Santa Clara, donde repetí mis yerros, al menospreciar los
riesgos y las consecuencias de mis actos. No escarmentaba y esto me
hizo abandonar la Villa de Marta Abreu con pies presurosos. De allí,
por tratar de alcanzar la sierra, desconocedor de la geografía, fui a
dar a Palma Soriano y más tarde al Cotorro, pueblecito periférico de
la Habana, donde insistí en mis propósitos suicidas. Como miembro del
Movimiento 26 de Julio, al amanecer de aquel primero de enero, me tocó
tomar el cuartel de ese pueblo. Lo hicimos casi sin armas, fue una
osadía más, propia de la juventud.
Después, todo fue luz de vértigo en aquella clarinada con que despertó
un amanecer de júbilo y gloria. Fuimos muchos los ingenuos que
pensamos que todo había concluido, cuando una voz se alzó sobre el
vocerío para alertarnos que, por el contrario, todo comenzaba. Fue
como despertar de la dulce embriaguez de la victoria: todo estaba por
hacer y no se podía perder tiempo. En lo adelante todo sería más
difícil, comenzando por la identificación del enemigo. En esa lucha,
cuesta arriba, nos alistamos, dispuestos a entregar energías y
juventud. Las tareas impostergables parecían surgir cada día de la
nada, reclamando nuestros esfuerzos. Ante la polarización de la
sociedad, donde los ayer hermanos devenían enemigos, la batalla
ideológica se imponía, era necesario esclarecer a muchos y a nosotros
mismos. A la vez, había que destruir viejos aparatos y estructuras e
ir creando sus sustitutos. El Imperio, mostró desde temprano su
hostilidad y fue necesario enfrentar sus ataques con audacia e
inteligencia. Era indispensable prepararse militarmente, porque la
agresión era inminente y nos entrenamos para derrotarlos. A la vez,
ciertos aliados recientes, que no habían contribuido a la victoria,
por aportar ahora su experiencia política y bagaje ideológico, nos
trataban con recelo, mientras conspiraban contra nosotros. La Creación
de los Comités de Vigilancia, devenidos luego CDR, de las Milicias,
las Escuelas Básicas de Instrucción Revolucionaria (EBIR), el Canje de
la moneda, las ORI, las primeras expropiaciones e intervenciones, el
Departamento de Industrialización del INRA, las guardias y los
trabajos voluntarios, los primeros "Consolidados" y "Empresas
Consolidadas", Playa Girón y la lucha contra bandidos. A todo ese
cúmulo de actividades, como a un meteoro, tuvo que atender mi
juventud, cuando un día me vi con veintiséis años en un rincón remoto
del Cáucaso armenio y soviétofobo, a solo 30 kilómetros de la frontera
turca y de una base de la OTAN. Hoy miro hacia aquellos años con
gratitud, estimo que ellos me maduraron. Guardo recuerdos impactantes,
páginas vividas antes y después de 1959, iré dando testimonio antes
que se difuminen en la memoria.

Desde Regla, como siempre, julio 16 de 2014

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De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
debo.

Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
http://jorgecolivaespinosa.blogspot.com
jorgecoliva@gmail.com

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