jueves, 30 de octubre de 2014

CAMBIO Y EXTINCION

-- CAMBIO Y EXTINCION (*)
Por Jorge C. Oliva Espinosa

Dicen los marxistas y yo lo creo, que cada vez que se produce un
cambio del modo de producción y se consolida un nuevo sistema
socio-económico, tiene lugar la hecatombe de una clase. Es decir, hay
un grupo social que no puede sobrevivir al cambio y que es barrido con
el anterior sistema. Así nuestros indígenas, -que vivían en el
Comunismo Primitivo- desaparecieron cuando los colonizadores españoles
les impusieron el esclavismo. Los esclavos, a su vez, se extinguieron
cuando la burguesía implantó el Capitalismo, -comenzaron a llamarse
obreros- y en el Socialismo sucumbieron los burgueses y aparecieron
los funcionarios.
Ahora, cuando ya teníamos nuestro Socialismo rectificado (y en vías de
actualización), enfrentamos un cambio más significativo y profundo,
impuesto por "el derrumbe del Campo Socialista y el desmembramiento de
la URSS", y algún grupo tendrá que desaparecer. El problema es:
¿Cuál?... Los campesinos no pueden ser. Esos ya se esfumaron cuando
socializamos la tierra. ¿Serán los comerciantes del patio, que ahora
resurgen como "trabajadores por cuenta propia", después que acabamos
con los chinchaleros en el 68?... No, porque aquí el que más y el que
menos ha tenido que convertirse en negociante y trapichero. ¿Entonces,
quiénes? ¿Los capitalistas extranjeros, que expulsamos del país con el
proceso nacionalizador? ¡Tampoco! Porque ellos hoy retornan para
ayudarnos a salvar el Socialismo y sus conquistas. ¿Serán acaso los
obreros los que desaparezcan? ¡Difícil! Porque, aunque ya nadie
trabaja, siempre serán necesarias grandes masas a quienes dirigir. Si
no, los dirigentes se quedan sin contenido de trabajo.
Entonces, ¿quiénes son los llamados a desaparecer? ¿Quiénes se
extinguirán ante los drásticos cambios que suponen el reajuste y
reorientación de nuestra Economía? ¡Analicemos, meditemos,
reflexionemos, pensemos!... Bueno, y si no son los campesinos, ni los
negociantes autóctonos, ni los inversionistas extranjeros, ni los
obreros... ¿qué clase o grupo tendrá ahora su holocausto? Yo, después
de profundas cavilaciones, y gracias a la aplicación consecuente de la
dialéctica marxista y el análisis policausal y multivariable, he
encontrado la respuesta a esta interrogante. ¡He aquí la verdad
deslumbradora, como linterna en medio de un apagón. Resplandeciente,
como una olla nuestra al mediodía: ¡LO QUE SE VA A EXTINGUIR, ES LA
NACIONALIDAD CUBANA! ¿Conclusión precipitada o tendenciosa? ¿Augurio
apocalíptico? ¿Exageraciones mías? ¡Nada de eso! A ese resultado
ineluctable apuntan muchas "variables-causas", como diría un sociólogo
amigo mío, con quien me he asesorado. ¡Enumeremos las de mayor
correlación!
a) Emigración masiva:
Real estampida, disparada dehiscencia, verdadera diáspora que ha hecho
asentar a más de dos millones de cubanos bajo otros cielos. Se me
dirá, que más diáspora hicieron los judíos y que, a pesar de Hitler y
de los árabes, aún existen. ¡Argumento fútil y sin peso! Los cubanos,
a diferencia de los hijos de Israel, dondequiera que llegamos,
plantamos, nos mimetizamos y mezclamos con los lugareños, de tal
suerte que, en dos o tres generaciones, somos más autóctonos que los
mismos nativos. Nuestros nombres se vuelven Michael o Katherine,
Giussepe o Josephine, Iván o Valia; y nuestros Díaz, Rodríguez y
Hernández se convierten en Day, Rodine o Herson, de acuerdo a la
latitud a donde hayamos ido a parar. Llegará el momento en que, el
último Luis Martínez se transforme en Louis Martin, Luigi Martini o
Ludvik Markhaimer. Prueba al tiempo.
b) Casamientos con extranjeros:
Sub-variable de la variable anterior y vía muy socorrida para poder
emigrar. Los hijos de estos cruzamientos ya serán sólo medio cubanos;
y los nietos, un cuarto, y así hasta desembocar en igual extinción de
la nacionalidad. A diferencia de los anteriores, los patronímicos y
apellidos de estos pasarán por la metamorfosis de etapas intermedias
en que aparecen los Cheo Robinson y los Willy Fernández.
c) Disminución progresiva del resto:
Aunque sobre esta variable inciden, indudablemente, las dos
anteriores, hay un sinnúmero de causas (según el Anuario Demográfico)
que tributan a la gradual reducción de los que no quieren emigrar o no
han podido hacerlo. Entre ellas citaremos: la disminución de la
natalidad -las cubanas en edad fértil que se quedan, están negadas
a parir en las actuales condiciones, los suicidios y muertes
violentas -como los accidentes de bicicleta y otros actos de
desesperado heroísmo, el envejecimiento creciente de la población que
la hace, aparte de no reproductiva, más vulnerable a los avatares del
Período Especial, además de los ciclones y otras inclemencias del
clima.
Por todas estas causas, anteriormente enumeradas y cuantificadas,
seremos nosotros, los empecinados, unos escasos especímenes, los que
demos testimonio a la posteridad, de que una vez existió un pueblo
alegre, ingenioso y dicharachero, a quienes llamaban: LOS CUBANOS.
Pura curiosidad turística como las reservas sioux donde, al igual que
en ellas, abundarán, -¡Oh universalidad de las supercherías!- muchos
cubanos apócrifos. Nada, que vamos a terminar siendo un grupo de
viejos decrépitos, raros ejemplares museables y arqueológicos, como
los tasmanos o la famosa familia Rojas, aquella de Yateras, que
ilustraba, como últimos descendientes de los taínos, mis primeros
textos de Historia.

(*) Fragmentos de "Instrucciones para sobrevivir en Cuba", engendro
mío concebido entre 1008 y 2002.

Desde Regla, como siempre, octubre 31 de 2014.
________________________________________________________________
De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
debo.

Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
http://jorgecolivaespinosa.blogspot.com
jorgecoliva@gmail.com

miércoles, 29 de octubre de 2014

NUESTRA IDENTIDAD Y EL RACISMO

--NUESTRA IDENTIDAD Y EL RACISMO (*)
Por Jorge C. Oliva Espinosa

Mi querido amigo y profesor Esteban Morales, autoridad en la materia,
con sus enseñanzas me ha hecho meditar sobre los problemas de la
negritud en nuestra identidad y las irracionales prácticas del racismo
que aún subsisten. Morales ha abordado el tema con profundidad
académica, mediante amplios estudios a los que ha dedicado gran parte
de su vida. Yo voy a tratar de sintetizar mis opiniones, desde el
modesto ángulo del ciudadano común; el que palpa, sufre y asume
nuestra circunstancia. Lo hago desprovisto de pretensión alguna,
consciente de carecer del instrumental necesario, pero movido por el
patriótico deseo de cambiar todo lo negativo que todavía pervive en
esta realidad circundante.
Asumirse cubano, de auténtica raíz, es ya admitirse mestizo. Aquí no
hay etnia pura. El que crea lo contrario, está totalmente equivocado.
Todos, sin importar la intensidad o palidez del tinte que tengamos en
la piel, somos una amalgama de múltiples mestizajes, repetidos durante
siglos. Un "ajiaco étnico," como nos definió Don Fernando Ortiz. El
que se sienta cubano, no puede obviar esta realidad. Los europeos que
nos colonizaron ya venían mezclados y eran resultado de siete siglos
de dominación árabe sobre el sur de España, cuya población era, desde
mucho antes, un mosaico de suevos, iberos, celtas, visigodos y otros.
Fenicios, griegos, cartagineses y romanos tuvieron colonias en lo que,
andando el tiempo, sería España. Tal diversidad es evidente hoy: un
vasco es bien distinto de un andaluz, un gallego y un catalán tienen
muy poco en común. Igualmente, los esclavos africanos componían una
diversidad imposible de ignorar. No es posible confundir a un congo
con un wuatusi, un mozambicano con un eritreo; a un zulú con un
guineano. No existe nada más diferenciado, a pesar de que todos son
negros. Y como tales fueron esclavizados y traídos como bestias para
explotarlos inhumanamente.
Pero es el caso, que la explotación no se limitó a los negros
esclavos. También se explotó al criollo por el comerciante y el
funcionario peninsular. Por esa razón, a la manigua redentora de
nuestra independencia, acudieron en conjunto blancos y negros. Y allí,
el "Titán de Bronce," el héroe inclaudicable de Baraguá, fue el
ejemplo sin igual en la lucha contra el racismo divisionista. El
racismo que servía al Gobierno colonial, para calificar la lucha
mambisa como "revuelta de negros" y agitar el fantasma de una nueva
Haití. El espantajo pretendía apartar de la lucha emancipadora a los
criollos acaudalados que pudieran financiarla. También a la masa
desposeída e inculta, prejuiciada y temerosa de una probable venganza
negra. Cuando fue abolida la esclavitud, siguieron siendo explotados
los mismos sujetos esclavizados, ahora con el nombre de obreros. Y
eran blancos y negros, explotados por igual.
Y llegó la República soñada. El imperio colonial se había derrumbado.
Pero apareció otro. El intruso, que nadie llamó, intervino para
frustrar nuestro sueño. Era un imperio nuevo, vigoroso y pujante,
lleno de ambiciones. Vino cargado de su racismo anglosajón y nos lo
dejó sembrado en prejuicios nacidos de la ignorancia y alimentados por
quienes ya se sentían distintos al nacional que despreciaban. En esa
labor neo colonizadora, los usurpadores de nuestra soberanía contaron
con la ayuda de una burguesía parasitaria y antinacional, que soñaba
con ser norteña; descabezaron a la fuerza independentista y se
apoyaron en la ignorancia extendida. Ante los ojos del cubano,
exhibieron el progreso y la fortaleza de su nueva Nación, como
emblemas paradigmáticos de superioridad y civilización. "Debíamos
reconocer nuestra inferioridad latina e imitar a los poderosos que nos
protegían".
Cuando la sucesión de gobernantes genuflexos fue insuficiente para
mantener ese "estatus quo" y fue necesaria una dictadura sangrienta,
blancos y negros corrimos por igual a combatirla, exponiendo la piel
sin importar el color que esta tuviera. La polarización frente al
sátrapa fue otra. En uno y otro extremo había cubanos con diferentes
colores de piel. Batista la tenía oscura, pero Ventura y otros
asesinos la ostentaban blanca.
La parte de nuestra sociedad que sufre hoy una posición de desventaja,
está compuesta, mayoritariamente, por ciudadanos de piel negra. Es una
verdad innegable, pero ello es consecuencia que arrastramos desde la
época colonial. Es el resultado de la política divisionista que nos
impusieron para dominarnos y explotarnos como colonia primero y como
neo-colonia después. Ponerle fin a esta injusticia, de forma integral,
sólo podrá conseguirse mediante la más estrecha unión de todos los
oprimidos, sin distingos étnicos. En nuestra lucha por alcanzar la
Justicia, necesitamos la participación de todos. Solo así tendremos la
fuerza necesaria para esta y otras tareas que tenemos por delante.
Todo lo que nos divida, nos debilita y nos resta fuerzas para el
combate.
Ahora, en este presente convulso, donde nos debatimos por no perder lo
ganado y por erradicar los errores, por perfeccionar la obra que
dejaremos en herencia a nuestros hijos, nos llegan voces, voces que no
oímos nunca antes, para reclamar un puesto privilegiado para los
negros. Voces que claman por el fortalecimiento de una "conciencia
racial", como supuesta defensa de unos pretendidos derechos que deben
tener los negros, por el hecho de ser negros. Son las mismas razones
que invocan los defensores de una hegemonía blanca. Esas voces, por
cubano, redundantemente mestizo, a mí no me confunden. Son las voces
del racismo que intenta de nuevo dividirnos. Vienen de la vertiente
opuesta y se mimetizan a nuestro lado, pero son las mismas y albergan
igual propósito divisionista. Yo clamo por una CONCIENCIA NACIONAL, la
que nos identifica y une. La que Martí colocó por encima de las
categorías de blanco, mulato o negro. Por eso, consciente de mi
identidad, grito con orgullo: ¡SOY CUBANO!

(*) Publicado originalmente en Junio 17 de 2013 y vuelto a publicar en
conmemoración del natalicio de Quintín Banderas, general de nuestras
tres guerras por la independencia, de piel bien negra pero, sobre
todo, CUBANO.

Desde Regla,
Ayer "La Sierra Chiquita"; ayer, hoy y siempre, bastión de rebelde cubanía
Octubre 30 de 2014


________________________________________________________________
De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
debo.

Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
http://jorgecolivaespinosa.blogspot.com
jorgecoliva@gmail.com

DOBLE PRIVATIZACIÓN DEL TRANSPORTE

--DOBLE PRIVATIZACIÓN DEL TRANSPORTE EN CUBA (*)
Por Jorge C. Oliva Espinosa

Una de las características más deleznables del Neoliberalismo es esa
tendencia obsesiva por privatizarlo todo. Desde los recursos
naturales, los servicios básicos, hasta la seguridad, las cárceles y
los hospitales. Ya se sabe que todo lo que se privatiza termina por
desaparecer. En los bolsillos afortunados, por supuesto.
Y en Cuba tenemos últimamente, un ejemplo cabal de ello. Porque en
este país de las paradojas, HEMOS PRIVATIZADO EL TRANSPORTE. Como lo
está usted oyendo, o leyendo, mejor dicho. Y como aquí somos
hiperbólicos y nos viene de la vena andaluza la exageración, pues...
lo privatizamos por partida doble. Hemos hecho la reprivatización del
transporte colectivo. Me explico: lo privatizamos y luego lo volvimos
a privatizar.
El desplome de la "Gran Unión Soviética" y la desaparición del "Campo
Socialista, nos colocó ante una situación de emergencia, donde la
falta de transporte y de combustible amenazaban paralizar el país.
Ante ello, El Estado pensó con toda lógica: "La masa importante a
mover, la que necesita irrecusablemente transportarse, es la que
produce". E inventó "El transporte obrero". Para ello, entregó a las
empresas un número de ómnibus que se encargarían de garantizar a sus
trabajadores (a otros no) la ida y el regreso a las fábricas y
oficinas. Resuelto el asunto. Los escolares tienen sus escuelas
cercanas al hogar y no necesitan transporte. Los de régimen interno,
becados en el sistema "escuela en el campo", y otros, ya tenían su
"Transporte escolar". Los jubilados están muy viejos para estarse
moviendo, es mejor que se dediquen a descansar, puesto que se lo
merecen, en el seno del hogar y así no tienen que salir a buscar nada.
En cuanto a paseo y distracción, no estamos para eso en estos momentos
difíciles. Algún día podremos...
Al pasar a ser propiedad de cada empresa uno o dos ómnibus, estos
irremisiblemente dejaban de ser propiedad estatal y se convertían en
propiedad privada de la empresa en cuestión. Pura aplicación de los
términos de la economía política del socialismo. Ah, pero las
Empresas no estaban diseñadas para explotar y menos aún para mantener
un transporte propio. Su razón comercial u objetivos declarados eran
otros. Y vino una segunda privatización. Las empresas entregaron los
transportes a ellas asignados a... los chóferes.
Este era un nuevo cargo en las plantillas: el de chofer. Su contenido
de trabajo se concentraba en las primeras horas del día y en las
últimas. En efecto, ellos tenían que levantarse más temprano que nadie
(incluso que el cocinero), hacer el recorrido de recogida y traer la
preciosa carga productiva al taller o a la oficina. Después, todo el
día inactivo, durmiendo, o "resolviendo" por ahí. Al caer la tarde,
salir de la Empresa y devolver a cada cual al sitio donde lo recogería
al día siguiente. Como terminaban muy tarde y debían comenzar muy
temprano, se hizo hábito que se llevaran el transporte a sus casas,
para asegurar la puntualidad de uno que garantizaba la puntualidad de
todos. Solución justa y salomónica. A la Dirección de la Empresa no le
pareció mal. Así se evitaba el problema del parqueo, garaje o
estacionamiento a pagar, ya que en la mayoría de los casos, no contaba
con la instalación idónea para estos menesteres. También se quitaba de
encima el rollo de la custodia nocturna del vehículo, ahora presa
apetecida de los amigos de lo ajeno, que trataban de brindar al
mercado nuevas existencias de acumuladores, neumáticos y otros
accesorios. Poco a poco, los abnegados conductores del vehículo,
fueron disponiendo de los mismos a su entera voluntad y acorde a sus
intereses particulares. Los sábados y domingos, lo mismo podían
usarlos para pasear a la familia y amigos, que alquilarlos para viajes
a la playa o explotarlos en su provecho como transporte intermunicipal
y hasta entre provincias. A la salida de La Habana, se podían ver los
sábados y domingos muchos carros de las distintas empresas,
practicando el boteo que a veces llegaba a Pinar del Río.
Pero pasó el tiempo y pasó más de "un águila sobre el mar". Vino la
Contabilidad y su adjetivo "confiable" y pusieron las cosas en su
lugar. La Empresa no tenía una cuenta con la que asumir la reparación
y la adquisición de componentes automotrices, los elementalmente
necesarios para mantener a sus transportes trabajando. Y entonces se
produjo la segunda privatización, la que ya venía tomando cuerpo y
forma en la práctica diaria o de fin de semana. El Director o el sub.
Director encargado de las finanzas, llamó un día a los chóferes y les
dijo:
__De ahora en adelante, ustedes corren con los gastos que haya que
hacer para mantener en buen estado sus guaguas. Para ello, pueden
disponer de los ingresos que de las mismas obtengan. No me importa
cómo. Pueden dar viajes urbanos una vez que terminen de traer o llevar
al personal y cobrar el pasaje. Además, nosotros sabemos que ya
ustedes venían haciendo más de cuatro cosas...
Y así, con la vieja fórmula de que "yo te sé y tú sabes que yo lo sé",
se consumó la segunda privatización del transporte urbano en Cuba.
Ayer, después de esperar inútilmente mi camello, abordé una guagua que
cobraba un peso por igual recorrido. De la muchedumbre que aguardaba
desesperada en la parada, fuimos más de cien los que subimos a ella,
después de fiera disputa. En la carrocería mostraba el rótulo de una
Empresa, no recuerdo cual porque no me fijé, pero creo que era del
Tribunal Supremo de Justicia...

(*) Fragmentos del manual "INSTRUCCIONES PARA SOBREVIVIR EN CUBA", que
escribí entre 1998 y 2002.
Muchos años después, presenciamos una nueva privatización en la
modalidad de "Taxis Ruteros", concebidos primeramente como empresa
estatal y más tarde arrendados a personas naturales o a cooperativas,
con tarifas de cinco pesos m.n. Recientemente, se reglamentó que los
choferes de ómnibus urbanos, una vez recaudado lo establecido como
plan, se apropien del exceso cobrado por el pasaje. Por mi cuenta, la
cuarta "reprivatización" y el transporte no mejora...

Desde Regla,
Ayer, "La Sierra Chiquita"; ayer, hoy y siempre, bastión de rebelde cubanía.
Octubre 29 de 2014

________________________________________________________________
De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
debo.

Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
http://jorgecolivaespinosa.blogspot.com
jorgecoliva@gmail.com

lunes, 27 de octubre de 2014

BREVISIMA HISTORIA DE CUBA

-- BREVISIMA HISTORIA DE CUBA (*)
Por Jorge C. Oliva Espinosa

Siempre soñé con escribir una historia de nuestra Patria. De la
"Siempre fidelísima isla de Cuba". (Contra lo que pudiera pensarse, lo
de "fidelísima" se lo pusieron los españoles, ya verán por qué.
Historia por demás controvertida y llena tanto de heroísmos sublimes
como de mezquindades. No fui historiador, escribí de otras cosas más
serias y ahora, pasados los años, quiero saldar mi deuda con este
viejo proyecto mío, aunque sea en forma súper sintética y resumida.
¿Que resultaría incompleta y parcializada? ¿Que omitiría cifras y
otros datos explicativos? ¡Seguro! Ya dije que no soy historiador. Por
otra parte, no hay que olvidar que la Historia no es más que la
repetición de hechos en distintas épocas. Y que, ante tal monotonía,
cada historiador le incorpora su parte subjetiva. Yo no me salvaría de
esta tentación. Pero de todas formas, mi versión resultaría más
respetuosa que la brindada por el Pequeño Larousse. Veamos, la
escribiría así:
-Cuando el Almirante de la Mar Océana preguntó por tierras mayores, y
quizás por quitárselo de encima, los indígenas de las Lucayas le
dijeron: "Cuba, Cuba", señalándole al Sur. Y hacia acá se dirigió el
gran genovés con sus castellanos (la mayoría eran andaluces),
obsesionado por el oro que decíase empedraba las calles del mítico
Cipango. Que en definitiva, el objetivo real de su viaje sin
precedentes, era ése: El oro. Lo de las especies era todo un cuento,
que ni sus mismas majestades católicas, tan creyentes, se lo creían.
Puro diversionismo como se dice ahora.
De seguro, que la fonética Kuba en boca de aquellas gentes rojizas,
que andaban en cueros, sonó como música celestial en sus oídos de
marinero, acostumbrados en los últimos tiempos, a escuchar sólo
refunfuños, recordatorios soeces a su madre y amenazas de motín. ¡Al
diablo! "Kuba, Cuba, Ciba, Cipango", otra vez "Cuba", tenían una
curiosa semejanza sonora con el buscado reino del Kublai Kan. Así que,
más que disparado por el indicio, puso proa al Sur y topó con lo que
sería, andando el tiempo, nuestro país. Antes, y pese a la breve
estancia, sus acompañantes depositaron, delicadamente, como devota
ofrenda, algunos miles de espiroquetas pálidas en las receptivas
indígenas bahameses.
Al atardecer del 27 de octubre de 1492, echó anclas frente a nuestras
costas y pospuso para la mañana siguiente el desembarcar. Lo que
tenía delante no era un islote arenoso como los dejados atrás, era
tierra de inigualable exuberancia con elevadas montañas en el
horizonte. Impresionado, dijo aquello de "la tierra más fermosa..."
Por ello, muchos creen que nos echó jettatura, lo que llamamos "mal de
ojo", y que ésta fue la causa de todas nuestras desgracias. Si tienen
razón, mirando todo lo que nos vino después, hay que convenir que el
Gran Almirante tenía tremendo poder.
En aquel entonces, la isla estaba totalmente cubierta de bosques y no
se habían emprendido los planes de repoblación forestal. Vivían en
ella, unas gentes inocentes, organizadas en lo que después denominamos
"Comunismo primitivo". De ahí que trabajaran poco y fueran tan pobres.
Es decir, nuestros primeros habitantes, vivían alegre y
despreocupadamente, dedicados al ocio y otros vicios propios del
sistema. Aquellos cubanos cultivaban, con poco empeño y atrasada
técnica, la yuca o mandioca, con cuyo jugo fermentado se pasaban la
vida embriagados; también el cohíba o tabaco, que los hacía meditar
rodeados de azules nubes de humo y que, consumido en distintas formas,
les consumía el tiempo y los pulmones. En resumen, vivían la vida
paradisíacamente ebrios, de areíto en areíto y bañándose de continuo
en ríos y arroyos, con promiscuidad edénica de hembras y varones. Es
natural, que los excesos de alcohol, nicotina y juergas, así como los
prolongados baños colectivos, hicieran estragos entre aquellas felices
gentes tan poco dispuestas a cualquier otro esfuerzo físico. Cuando un
indígena llegaba a los 35 años, ya estaba frito. Eso, si llegaba. Los
españoles los tomaron a su cuidado con el aquello de adoctrinarlos en
la Santa Fe, los hicieron trabajar de sol a sol, (sólo a los varones,
a las hembras les dieron otro uso) y si no prolongaron sus vidas, por
lo menos se las hicieron sentir más largas. Aplicando el Materialismo
Histórico, podríamos decir que, siguiendo las leyes del desarrollo,
les cambiaron el régimen económico por otro más productivo: El
esclavismo. ¿Resultado? Al poco tiempo se acabaron los aborígenes y
tuvieron que importar negros del África; gentes mucho más resistentes
y trabajadoras, pero igual de mansas. (Fíjense si no, que un mayoral
con revólver imponía orden a una cuadrilla de negros que, pese a tener
cada uno un machete en la mano, no se animaban a rebelarse.
Gracias a su intuitivo olfato, los dueños de esclavos descubrieron que
las negras, además de trabajar, podían emplearse en otros menesteres
más domésticos y privados. Se aficionaron a ellas, y de su dedicación
a aquella afición, resultó una multitud de bastardos que, mestizados
con más españoles, canarios, chinos, árabes, franceses fugitivos de
Haití y otros europeos, dieron como resultado un ajiaco étnico: el
criollo. Por mestizaje, había surgido una nueva raza. Estos ya se
diferenciaban de sus primeros padres, no sólo por el color de la piel.
Bajo el sol tropical, habían adquirido otros gustos y costumbres, y
adoptado otras modas y hábitos más acordes con el clima, como la
guayabera y el baño diario. De igual forma, esos criollos cambiaron el
idioma heredado, modificando los sonidos de la c y la z, y le
incorporaron giros, voces, refranes, tradiciones y valores culturales
de sus otras raíces, desconocidas inicialmente por los hispanos. ¡Ya
hasta pensaban y hablaban distinto! Por sincretismo, había surgido una
nueva cultura.
Para hacer completo el proceso de diferenciación, hasta sus
ocupaciones habituales fueron distintas. (Pura división del trabajo,
como dirían los marxistas.) Mientras los peninsulares se dedicaban al
comercio especulador e improductivo, los criollos trabajaban como
bestias en actividades agropecuarias. Es decir, unos contribuían a
aumentar el PIB, mientras que los otros vivían de la tasa de
circulación. Esto trajo, como es natural, las primeras desavenencias.
Hasta entonces, tanto peninsulares como insulares se sentían
españoles. Tan así, que por ese sentimiento hoy no pertenecemos a la
Mancomunidad Británica. (Lea la resistencia heroica del criollo Pepe
Antonio a la toma de la Habana por los ingleses).
Consecuentemente, el choque de intereses entre criollos-productores y
peninsulares-comercializadores, fue haciendo que aquellos le tomaran
cada vez más tirria a estos últimos, que se quedaban con la mayor
tajada. De España seguían llegando más funcionarios y comerciantes,
con tremendo entusiasmo parasitario por las riquezas que creaban los
criollos. Entonces, asfixiados de exacciones, monopolios e impuestos,
los más decididos y acaudalados de estos, se alzaron contra el poder
de la metrópoli colonial. Así, en octubre de 1868, se inició nuestra
primera guerra por la independencia. De un lado los criollos pudientes
seguidos de sus esclavos. Del otro los españoles. Pero, como los ricos
son siempre una minoría y todos ellos están acostumbrados a mandar y
no ser mandados, florecieron entre ellos, los males que habrían de
minar la guerra que conducían: el caudillismo, reacio a aceptar otra
jefatura que no sea la propia y la ausencia de base popular, como
diríamos ahora. Así fue, que tras diez años de cruenta lucha llena de
heroísmos, nuestra primera gesta libertaria se extinguió, víctima de
los gérmenes de su destrucción, que llevaba consigo desde su
nacimiento. (Para mayor comprensión, estúdiese la Ley de la negación
de la negación, y el papel de las contradicciones internas en el
desarrollo histórico. K. Marx y F. Engels, Obras escogidas.)
De eso se percató (sin estudiar filosofía marxista) un genio llamado
José Martí, que consagró su vida a preparar una guerra distinta. Una
guerra que envolviera en sus llamas a todas las clases sociales, sin
distingo de nacionalidad. Así fue, que en 1895 estalló una verdadera
guerra civil por la independencia. La cosa esta vez era de
separatistas contra integristas. (También ya por entonces, existían
algunos anexionistas, que soñaban con una patria yanqui. Pero esos,
salvo excepciones, no se metieron en la candela.) Españoles y criollos
(que ya se llamaban con orgullo cubanos) se alinearon, mezclados, en
ambos bandos. La guerra fue terrible y en ella tomaron parte los
sectores más humildes, que ya participaban en su dirección.
Lamentablemente, Martí cayó en el primer combate en que intervenía; y
Maceo, después de llevar la guerra de un extremo al otro de la isla,
hazaña sin precedentes, que aún constituye una proeza militar sin
igualar, sucumbió en una escaramuza sin importancia, cuando se
disponía a atajar intrigas y localismos, que volvían a resurgir como
males de la contienda anterior. ¡Está probado desde entonces, que no
escarmentamos! Privada así, la dirección de la guerra, de sus
conductores más preclaros y radicales, todo quedó en manos de un santo
patriarca dominicano que había luchado por más de treinta años por
nuestra independencia: Máximo Gómez. Él sufrió como nadie, por
nosotros, las proverbiales calenturas ajenas. Peleó por Cuba más que
ningún cubano. Y eso, sin despojarse nunca del complejo de extranjero,
que limitaba su accionar. Solo recogería, como le vaticinó Martí,
ingratitudes.
Cuando ambos bandos estaban agotados, pero se avizoraba, a la larga,
el triunfo de la causa separatista, los yanquis intervinieron. Como no
había una justificación, crearon el incidente de la voladura del
acorazado Maine. Eso para que vean que lo del golfo de Tonkín, lo del
aeropuerto de Granada, o las armas de Sadam Hussein no son nada
nuevo.
Puro oportunismo de derecha, como diríamos ahora, solicitaron la
cooperación de un caudillo de las huestes separatistas. De las mismas
que, pérfidamente, se habían negado a reconocer como ejército
beligerante. Ignoraron a Máximo Gómez, jefe supremo de aquellas
fuerzas. Y después de servirse de las tropas cubanas, les negaron el
derecho a entrar en las ciudades tomadas con su auxilio.
A resultas de tan ético proceder, instauraron en la isla un gobierno
interventor, que preparó a los cubanos para "su independencia".
Corrompió a María Santísima, se hizo de las mejores tierras y
yacimientos, se adueñó de sus servicios públicos y transportes e
instauró un gobierno "nacional" títere, al que le impuso un apéndice
en la flamante constitución. Curioso instrumento jurídico, que no
tiene nada que envidiarles a otras que vinieron después. Surgimos así
como nación, más colonia que país independiente, garito, burdel y
factoría, inmenso cañaveral ajeno, donde sólo el sudor era nuestro.
Uno tras otro, gobiernos tarados y castrados se sucedieron. Todos,
mirando las señas que le hacían del Norte. Hasta un presidente tuvimos
que hizo su discurso de toma de posesión en inglés. Todo estaba muy
bien organizadito para que, cada cuatro años, asumiera la presidencia
un nuevo "Hombre mirando al Norte", garante de que las riquezas del
país siguieran fluyendo hacia ese punto cardinal. Pero en eso, a un
sujeto llamado Batista se le fue la mano. Con decirles, que se auto
tituló "El Hombre". (Our man in Havana, es una película
norteamericana, que no tiene nada que ver con ese señor.) Amparado por
sus padrinos, se dedicó a robar y asesinar sin miramientos, violó
cuanta Ley quiso, hasta las que él mismo promulgó, y se preparó para
pasar en el sillón presidencial un tiempo indefinido.
Cuando las gentes del Potomac, tomaron conciencia que este nuevo
gobernante no les convenía, ya la insurrección popular se había
generalizado. En las montañas se mantenía un ejército guerrillero,
comandado por un abogado carismático. A este letrado devenido
guerrero, en los primeros momentos todo le salía mal. Cada vez que
organizaba una acción, la misma terminaba en sangrienta catástrofe.
Intentó asaltar una fortaleza y el grupo que conducía fue masacrado.
Emigrado más tarde, trajo una expedición, que en lugar de desembarco
terminó en naufragio con la mayor parte de los expedicionarios
dispersados, capturados y más tarde asesinados. No obstante, ante cada
revés su poder de movilización, de conductor de grandes masas, se hizo
mayor. Y la Historia, que lo absolvió, le reservaba, como premio a su
empecinamiento, la victoria final.
Mientras, en las ciudades, un poderoso movimiento clandestino mantenía
al tirano en jaque. La lucha popular coronó en triunfo y "El Hombre"
se tuvo que dar a la precipitada. De las montañas bajó un ejército
guerrillero con el abogado de los fracasos al frente. Los otros
líderes insurreccionales, de igual o parecida talla, habían perecido
en la lucha. Y él empezó a dirigir el país como había dirigido la
guerrilla. Ni el uniforme se quitó.
Al principio, lleno de un sublime idealismo, comenzó a satisfacer los
anhelos del pueblo. Redujo los alquileres, las tarifas de
electricidad, telefónicas y de transporte, comenzó a repartir tierras
y miles de gratuidades y elevó los salarios. El poder adquisitivo de
las masas, incrementado de tal forma, comenzó a presionar como brutal
demanda contra una oferta interna muy débil y contra otra importadora,
apática y desconfiada, que prefería antes de seguir importando, mirar
qué rumbos tomaba la cosa.
Al oír hablar de reforma agraria y medidas populares, los americanos
vieron el fantasma comunista y comenzaron a intervenir como si aquí
nada hubiera cambiado. Cuando a su insolencia respondió la dignidad en
lugar de la sumisión, declararon una guerra económica al nuevo
gobierno cubano y prepararon un ejército mercenario para invadir la
isla y restaurar en ella el pasado. Creían poder hacerlo, contaban
con su poderío y con la subordinación tradicional de nuestra vida a
sus intereses. ¡Tremenda equivocación! 24 horas antes de llegar a
nuestras costas "los libertadores enviados por USA," el
abogado-guerrillero-gobernante, declaró su régimen socialista y en
4320 minutos aplastó, con el concurso de todo el pueblo, la invasión.
La hostilidad continuada de Washington, sirvió de maravillas para
exaltar el patriotismo de los cubanos, que se sometieron, en nombre
de la Patria agredida, a todos los sacrificios. En lo político, quedó
establecido un sistema monopartidista, con un solo propietario en lo
económico: El Estado. ¡Hasta las barberías y los puestos de frita se
hicieron estatales! Un poco más tarde, los alquileres y las tarifas de
servicios se elevaron, desaparecieron las gratuidades, todo subió de
precio y el poder adquisitivo del pueblo se hizo insignificante. Desde
los primeros momentos, la URSS se hizo cargo de suplir los suministros
que se recibían de yanquilandia y absorbió de igual manera las
exportaciones cubanas. Al poco tiempo, nuestro comercio exterior que
estaba monopolizado por USA en un 80% se comprometió con el nuevo
socio en más del 85%. ¡Curiosa forma de acabar con la dependencia
económica! Tan así, que cuando se desmembró la URSS y desapareció el
Campo Socialista, nuestro pobre país se quedó colgado de la brocha.
Volvió a sobrar el dinero, porque el desabastecimiento fue total y no
había nada que comprar. Entonces, volvimos nuestros ojos a la otrora
Metrópoli colonial en busca de capitalistas que, invirtiendo en
sociedad con el Estado, nos ayudaran a salvar el Socialismo. También
recurrimos a los de otros países, pero de España fluyeron la mayor
cantidad y los más audaces de ellos. Y el resto de la historia es tan
reciente, que no merece ser contada.
¡Ah, antes de terminar, déjenme explicarles el porqué del mote de "la
siempre fidelísima..." Resulta que siempre hemos sido, o los primeros
o los últimos en todo. Cuando ya todas las colonias de América eran
países independientes, el nuestro se mantenía fiel a la corona
española, porque los criollos, como les conté, continuaban sintiéndose
españoles. Fuimos los primeros en ser descubiertos y los últimos en
emanciparnos. De ahí que ellos se refirieran a nosotros como siempre
fieles. Y en superlativo. ¡Hiperbólicos que somos! Ahora, gracias a la
inversión de capitales iberos, vuelven a aparecer por acá los
comerciantes españoles, mientras los criollos, asistimos a un curioso
proceso que reafirma nuestra condición de "siempre fieles".

(*) Fragmento de "Instrucciones para Sobrevivir en Cuba", manual
escrito por el autor entre 1998 y 2002.

Vuelto a publicar, como siempre desde Regla, hoy, octubre 28 de 2014,
En conmemoración de la llegada a nuestra tierra del Almirante Don
Cristóbal. Desde ese aciago día, comenzamos a "existir" para la
civilizada Europa, España declaró habernos descubierto y proclamó "su
derecho" a colonizarnos.

________________________________________________________________
De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
debo.

Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
http://jorgecolivaespinosa.blogspot.com
jorgecoliva@gmail.com

domingo, 26 de octubre de 2014

DOS LIBROS IMPRESCINDIBLES

--DOS LIBROS IMPRESCINDIBLES
Por Jorge C. Oliva Espinosa

El complejo proceso iniciado el primer día de 1959 y que, pese a las
transformaciones, desvíos y rectificaciones que ha experimentado,
sigue llamándose "Revolución", tuvo dos grandes antecedentes
propiciadores: la frustración, aborto más bien, de la Revolución del
33 y la implantación y desafuero de una dictadura malnacida el 10 de
marzo de 1952, prueba definitiva de que la República había agotado sus
posibilidades. En ambos acontecimientos tuvo un protagonismo
canallesco, Fulgencio Batista, el Judas Iscariote cubano. Personaje
astuto, intrigante y marullero, entró en chanchullos con Caffery y
ejecutó el golpe de estado que terminó con "el gobierno de los cien
días". Diez y ocho años después, traicionó la República de la que era
legislador, para adueñarse una vez más del poder. No fueron sus únicas
hazañas. Artífice de tenebrosas maquinaciones, este rufián parecía
regodearse en la deslealtad y la apostasía. Así, en 1933 no tuvo
reparos en traicionar al grupo de sargentos al que pertenecía,
verdaderos líderes del movimiento reivindicador del que se apropió. En
1952, llevado a Columbia por los promotores del golpe, desplazó a
García Tuñón y se erigió en la figura central de una sedición militar
a la que añadió, ladinamente, el componente civil: sus acólitos,
agrupados en un escuálido partido. Hasta el momento en que ordenó que
dejasen entrar a sus seguidores, Batista era una figura decorativa, un
rehén de los militares.
Todos estos detalles y muchos más sobre el siniestro ex sargento
septembrista, ex coronel jefe las fuerzas armadas, ex mayor general,
ex senador, pero siempre pérfido e inescrupuloso Batista, nos los
brindan dos libros escritos por José Luis Padrón y Luis Adrián
Betancourt: "Batista: últimos días en el Poder" y "Batista: el Golpe".
Inicio y fin, alfa y omega de la última entrada en escena del
siniestro hijo de... Banes. Dos obras imprescindibles para conocer los
antecedentes de nuestro devenir presente. Esas páginas nos trasladan a
un peregrinaje necesario por la historia.
El viernes pasado, 24 de octubre, asistimos al otorgamiento de los
Premios Nacionales de la Crítica, merecido entre otros por "Batista;
el Golpe", obligada lectura, contentiva de muchas respuestas a
preguntas de ayer y de hoy. Debido a la numerosa concurrencia, fue
pequeño el salón del Centro Dulce María Loynaz, donde se llevó a cabo
la actividad; la presidió una delegación del Instituto Cubano del
Libro, encabezada por Zuleika, su presidenta, el Director del centro
cultural que propició la sede y demás miembros del jurado. A nombre
del Jurado hubo palabras de elogio para los premiados y estos
agradecieron la distinción recibida; en fin, que pasamos un rato muy
agradable. Al finalizar la ceremonia, ya en el patio, se nos ofreció
una colación acompañada de variadas bebidas. Tuve la oportunidad de
abrazar a mi fraterno Oscar Oramas y de conversar con Padrón y
Betancourt. Únicamente para participar en actos así, se anima este
cronista a salir de su ultramarino refugio. ¡Felicidades a todos los
premiados y en particular a mis amigos José Luis Padrón y Luis Adrián
Betancourt!

Desde Regla, ayer, "La Sierra Chiquita";
ayer, hoy y siempre, bastión de rebelde cubanía. Octubre 27 de 2014

________________________________________________________________
De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
debo.

Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
http://jorgecolivaespinosa.blogspot.com
jorgecoliva@gmail.com

jueves, 23 de octubre de 2014

SEÑALES BUENAS Y FEAS

-- SEÑALES BUENAS Y FEAS
Por Sempronio, el de Regla

Como buen navegante, escruto los horizontes en busca de señales que me
permitan prever lo que nos espera. Aunque los caminos de la mar son
caprichosos, es aconsejable observar el entorno y tener un pronóstico
que nos libre de sorpresas...
Mientras hacia el norte, siempre amenazante y nunca confiable, se
despejan los cielos y aparecen señales de entendimiento y
normalización, hacia nuestro sur, allá por Brasil se levantan
nubarrones que no presagian nada bueno... El domingo próximo Dilma puede
perder y ello supondría un debilitamiento de UNASUR y del MERCOSUR;
algo así como un frenazo en el proceso integrador que respira nuestro
subcontinente y algo peor para el intercambio que tenemos los cubanos
con el país carioca (incluido el megaproyecto del Mariel). Más cercano
y siempre hacia el Sur, Maduro parece haber capeado el temporal, pero
el precio del petróleo sigue bajando y esto no es nada bueno ni para
Venezuela ni para nosotros...
Nada, que como hijo de este pueblo ultramarino llamado Regla, tengo
mucho de marinero; y sigo aquello que dice: "El pesimista se queja del
viento, el optimista espera que cambie y el realista ajusta las
velas". Así que me encomiendo a Yemayá, Señora de los Mares, trepo al
mástil y procedo en consecuencia...

Desde Regla,
Tierra bendita de Yemayá, cuna bravía de los abacuá.
Octubre 24 de 2014
________________________________________________________________
De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
debo.

Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
http://jorgecolivaespinosa.blogspot.com
jorgecoliva@gmail.com

miércoles, 22 de octubre de 2014

UN CONSEJERO DE AQUELLOS TIEMPOS

-- UN CONSEJERO DE AQUELLOS TIEMPOS
Por Jorge C. Oliva Espinosa

La Asociación Hermanos Saiz acaba de otorgar los premios "Maestro de
Juventudes" a merecidas figuras del arte y las letras. Dichosa una
juventud que tiene ejemplos vivos por quienes guiarse. La del 30 tuvo
a un Enrique José Varona y a algunas figuras enhiestas del mambisado,
pero mi generación sufrió a ciertos personajes que pretendieron
erigirse en nuestros consejeros, amparados en un pasado glorioso del
que se apropiaban, pero que negaban con sus actos. Hasta un ex mambí
tuvimos que nos llamó a dialogar con la dictadura, cuando esta nos
asesinaba y el rifle reclamaba su hora. Desubicados del momento en que
vivíamos, aquellos malos consejeros crearon una "Sociedad de Amigos de
la República", cuando ya estábamos convencidos que era necesario
acabar con "aquella república". Lo que sigue, lo escribí para
estigmatizarlos. No sé si lo logré:

"Junio 28 de 1953, domingo (*).
Yo no sé qué pensar de Don Gabriel Martínez Vélez. Y creo que todos
los que fuimos, salimos igual. Más confundidos, que deslumbrados como
esperábamos salir. Primero, fue la dilación dilatadísima en mandarnos
con Mandy el "ya pueden venir, tal día a tal hora". Demorada tanto,
que algunos pensamos que lo de Mandy era una paja más, y que todo era
cuento. Después, fueron las limitaciones: "que si no podían ser más
de tres, a lo sumo cuatro; que fueran los más serios y que todos
fueran blancos, además de buenos estudiantes". Eso, además de que "la
entrevista tendría que ser corta, un domingo por la tarde, debiendo
concluir antes que anocheciera, porque no convenía que vieran jóvenes
saliendo de su finca de noche, etc., etc., etc. Que lo de los negros
excluidos, no era por ser él racista, sino porque en su Reparto no los
admiten, etc., etc., etc." Después fue el aire de Supermán que se
gasta el viejo este. Nos recibió en la terraza emparrada, con su batín
de raso, bien aristocrático, que nada tenía que ver con el ambiente
clandestino que nosotros esperábamos. ¡Al aire libre! Para una
conversación que nosotros creíamos más secreta y comprometida. Y a
todas estas, para llegar allí, tuvimos que ser conducidos por una
especie rara de Mayordomo-guardián jardinero que nos recibió y que nos
fue a abrir, con escopeta terciada a la espalda y descomunal manojo
llavero al cinto, la encadenada puerta de una cerca, segura y alta
como la posición del dueño.
- "Sí, el Doctor los espera. Tengan la bondad de acompañarme a donde
él los está aguardando".
Y después de esa retórica, fuimos nosotros, los que tuvimos que
esperarlo más de media hora. Pero, lo desconcertante vino luego,
cuando, al fin, salió sonriente en su batín, en ristre el gran habano
a "atenderlos como ustedes se merecen". Y ni nos mandó a sentar,
cuando comenzó la actuación, digo, la conversación, monólogo más bien,
que nosotros habíamos previsto en otro ambiente, no sé, en su despacho
o biblioteca, pero en lugar más reservado y propicio al tema, que
aquel espacio al aire libre. Total, para lo que tenía que decirnos,
podía haber escogido el Parque Central. Después de exaltar las
virtudes de la juventud, de su ju¬ventud, su capacidad de sacrificio,
su desinterés, su honestidad y heroísmo, aquel señor se extendió en
anécdotas de la lucha antimachadista, donde él, ¡qué casualidad! era
el protagonista principal. Todo para concluir derrotista, con un "ya
ven ustedes. De nada ha servido tanto sacrificio, tanta sangre
derramada, tanta juventud perdida, para total... ¡Nada! Vuelve otro
tirano y parece que nada ha cambiado, que todos aquellos muchachos"
-amigos todos de él- "perdieron sus vidas de forma inútil"; que él se
salvó, en muchas ocasiones casi por un pelo; él, el único
sobreviviente verdadero, "aparte de Aureliano, que está afuera; y por
supuesto, del Señor Presidente Prío que, no sé qué le pasó, que al
poco tiempo ya no era el mismo..." En fin, que él, solamente él y
nadie más que él, era el único sobreviviente íntegro de su generación,
aquella gloriosa generación del 30. El único revolucionario auténtico
y vivo, que quedaba en Cuba. Un verdadero ejemplar... de museo. Y él,
porque "había sido joven e idealista también, nos entendía
perfectamente porque, aunque no seguía siendo joven, sí conservaba
intactos sus ideales, que eran los mismos nuestros". (¿De dónde habrá
sacado que nos conocía tan bien?) Por eso, "él", decía sentencioso
"era el más indicado y facultado para aconsejarnos lo que debíamos
hacer por el momento; e incluso, llegada la hora, volvería a recobrar
sus idos ímpetus, ponerse a la cabeza de nuestro grupo y conducirnos
seguro, como uno más de nosotros, decididamente, al éxito". ¿Y qué era
lo que había que hacer por el momento? Pues "tener cordura y evitar
ser instrumentos de mezquinos intereses políticos". Después nos dimos
cuenta, que cada uno de nosotros sacó una conclusión distinta de
mensaje tan sugerente y ambiguo, como un horóscopo. Pero lo que sí
entendimos, sin lugar a confusión, de forma clara y unánime, fue
cuando nos señaló la hora de irnos, dando por terminada la
espectacular entrevista y la sarta de sus sabios consejos. Como bolas
de billar dominguero, al ser chocadas por el mingo, nos dispersamos en
distintas direcciones, sobre el verde tapete de la terminal de ómnibus
de Santiago de las Vegas........."

(*) Fragmento de mi novela "El Tiempo que nos tocó Vivir", Editorial
Plaza & Janés, Barcelona, 1998.

Desde Regla,
Ayer, "La Sierra Chiquita"; ayer, hoy y siempre, bastión de rebelde cubanía.
Octubre 22 de 2014

________________________________________________________________
De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
debo.

Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
http://jorgecolivaespinosa.blogspot.com
jorgecoliva@gmail.com

martes, 21 de octubre de 2014

CREENCIAS Y RELIGIÓN

--
CREENCIAS Y RELIGIÓN (*)
Por Jorge C. Oliva Espinosa

Hoy voy a filosofar algo acerca de las creencias en general y de las
religiosas en particular. Así que, me pondré en pose de filósofo. El
filósofo es el burócrata del pensamiento. Todo lo ordena, norma y
clasifica, incluso antes de ponerse a pensar en algo concreto. El
proyecta los sólidos cimientos del edificio de las ideas, pero rara
vez los edifica. ¿Qué son, si no las categorías filosóficas? ¡Puras
proposiciones y proyectos! El filósofo es proyectista y no
constructor. Por eso se queda en papeles, planos y esquemas. Todo un
papeleo. De esta forma, sólo en proyección, dejaré sentado que,
creencia es el todo y religión es la parte. Y como parte de un todo,
la religión se inscribe dentro de ese algo mayor, a la cual pertenece.
Con lo anterior dejo sentado un ejemplo claro de lo que es tautología.
Proceder muy usado por los filósofos. Sobre todo cuando pretenden
convencernos de lo ignorantes que somos. A procedimientos tautológicos
también echan mano las religiones para obligarnos a aceptar sus
dogmas.
Yo, personalmente, creo ya en muy pocas cosas y religión, no profeso
ninguna. Aunque, me gustaría ser creyente en general y religioso en
particular. Eso de tener la certeza de que después de muertos
pasaremos a una vida mejor, debe darle a uno tremenda tranquilidad.
Algo para llenarse de esperanzas. Como lo fue pensar que, sin llegar a
morirnos, podríamos alcanzar el paraíso en la tierra. Y no es que sea,
hoy por hoy, un descreído, lo que me pasa es que aprendí a ser más
cauto. De todas formas, quisiera ser creyente. Pero, no como mi amigo
Cándido, que se pasa de crédulo. Con decirles, que él es de los pocos
que todavía creen que nuestra economía tiene remedio, que los
funcionarios son todos incorruptibles, que la policía puede ser
eficiente y que algún día el sueldo le alcanzará. Como ven, mi amigo
es hombre de profundas creencias. Pero, bueno, Cándido es un caso
excepcional y como filósofo al fin, debo circunscribirme a lo que
pueda generalizarse. Por ejemplo, los actuales credos de la gran
mayoría de nuestro pueblo.
Aquí vale la pena hacer una segunda diferenciación entre religión y
fe. Para profesar la primera, en cualquiera de sus variantes, hay que
tener la segunda. En cambio, se puede tener fe en algo que no tenga
que ver nada con lo religioso. Y este tipo de fe, forma parte de las
creencias.
Si la religión la veo asociada a un culto y a una liturgia específica;
la fe, en cambio, está vinculada al depósito de una confianza en algo.
Una excepción son los norteamericanos. Ellos confían en Dios y así lo
dicen en sus billetes "In God we trust". Aunque hay quien dice que hay
errata y que lo que quisieron poner fue "In gold we trust". Que se
parece, pero no es lo mismo. Bueno, dejemos las excepciones y sigamos
con las generalidades: Si la religión se asienta en creencias, la fe
lo hace en convicciones. El hombre puede vivir sin religión, pero no
sin fe. Vivir sin fe es como navegar sin brújula.

RELIGIOSIDAD A LA CUBANA.
Después de las experiencias que ha tenido, es natural que el cubano no
sea muy dado a creer. Siempre fue un pueblo muy crédulo y eso marcó su
vida con decepciones que, sorprendentemente, no han logrado amargarlo.
Eso sí, ahora es más desconfiado y suspicaz. Aún hoy cree en algunos,
para él fetiches, a los que rinde culto ¡Pero, en cuántas cosas creía,
que ahora no resisten ni el más superficial de los análisis! Sin
embargo, como no se puede vivir sin brújula, y mi pueblo es muy
imaginativo, ahora cada cubano se inventa una Fe. Para algunos estas
dos letras significan: familiar en el extranjero.
Según el teólogo J. Hromadka, es posible entender por religión
cualquier esfuerzo por encontrar respuesta a necesidades o angustias
espirituales. Y esto lleva a que cualquier persona pueda inventar una
religión. Lo cual ocurre diariamente. Es natural, que el hombre ante
el misterio de lo inexplicable, busque en la creencia lo que la
Ciencia, en un momento dado de su desarrollo, aún no ha respondido. Si
a esto unimos la ansiedad de trascendencia, consustancial con la
naturaleza humana, podemos encontrar hasta una necesidad histórica de
la religión como respuesta tanto a inquietudes como a temores.
Inquietudes del saber y temores a lo desconocido y a desaparecer.
En nuestro medio nacional, es decir en lo social que nos identifica,
vimos desde temprano una RELIGIOSIDAD A LA CUBANA. Por ello entiendo
lo que vi desde niño en el seno de mi familia y entre nuestros
vecinos. Nadie quería declararse ateo (por si las moscas...), pero
tampoco querían comprometerse en una asociación muy íntima con las
iglesias. Recuerdo una frase que oí muchas veces: "Yo creo en Dios,
pero no en los curas". Aún los masones, que en otras latitudes y desde
su origen europeo eran identificados con el ateísmo, inscribían en los
frontispicios de sus logias: A LA GLORIA DEL GRAN ARQUITECTO DEL
UNIVERSO. Y eso aquí sólo podía entenderse como un supra-teísmo o
teísmo antirreligioso. Anticlerical más bien. Porque la masonería
tiene su culto y su programa ético, sus normas rituales y
Hermenéutica. Atributos análogos a los de cualquier religión.
Fue natural en nuestro medio cubano, tan mestizo en sus orígenes,
-mestizaje no sólo de razas, sino de culturas- que las religiones
asumieran una terrible mezcolanza y superficialidad. Creíamos en todo
y en nada, y no éramos fieles a ningún culto en específico. En casa se
ponía un pan detrás de la puerta y un vaso de agua a Santa Clara.
También se encendían velitas a Santa Teresita. Mamá se sacrificó lo
indecible para matricularme en el Colegio La Salle, pero en ocasiones
dedicaba algo de sus pocos recursos a pagar sesiones espiritistas y
consultas cartománticas. De la familia nadie iba a misa los domingos.
A la iglesia sólo acudían dos veces en Semana Santa: el domingo de
Ramos y a la Misa del Gallo.
Y en ese estado nos llegó LA LUZ de una nueva ideología, esta vez
materialista y hasta científica, que propugnaba una nueva hermandad
entre los hombres "de buena voluntad" y nos ofrecía una recompensa más
cercana, sin necesidad de esperar a la muerte para disfrutar de una
mejor vida. Bebimos en ella, ávidos de la nueva verdad y algunos hasta
se fanatizaron. Ahora veo que aquello fuera natural. Veníamos de un
sincretismo que englobaba la fe como un deseo de creer en "algo", la
necesidad. Y allí parecía estar la posibilidad: una respuesta. Pasamos
al nuevo culto haciéndolo también sincrético. Algunos tenían a Yemayá
junto al retrato de Karl Marx, mientras otros aborrecieron de su
legítimo pasado religioso, como si fuera una vergüenza el haber venido
al mundo de familias creyentes. (Ver la novela: EL TIEMPO QUE NOS TOCO
VIVIR, Capítulo "Marzos algunos marzos"). En esa época se publicó un
libro titulado "Materialismo Dialéctico y Espiritismo" cuyo autor
trataba de darle a Marx un enfoque esotérico y a la creencia espírita
una explicación marxista. Aunque disparate, no dejaba de ser un
intento de pesquisa, de explicación.
Y es que, generalizando, es la inquietud, la búsqueda de UNA VERDAD,
lo que realmente nos salva. El día que estemos tranquilos y serenos,
ajenos a todo rastreo, pereceremos.
Hoy observo alrededor cosas verdaderamente curiosas: la generalidad de
las gentes se declara marxista, sólo para sumarse públicamente a un
proyecto, que ha sido abandonado o cuando menos modificado. Y sin
embargo, en sus comportamientos diarios, esa masa que dice adherirse
sigue siendo idealista y no materialista. Yo considero que aprendí a
pensar en medio de una conmoción social que llamamos Revolución, que
después evolucionó a tal punto de negar algunos principios que la
hicieron llegar al poder. Hoy sus argumentos más sólidos y verdaderos,
son las posiciones antimperialistas y defensivas de la dignidad
nacional. Y en eso, todos estamos de acuerdo. Es evidente, que el que
tome esas banderas, toma las de la razón y la justicia. Así, si en lo
socio-económico estoy convencido de la inviabilidad del proyecto
comunista, en lo filosófico y metodológico continúo aferrado a mi
verdad. Pero quiero que me entiendan, en lo metodológico sólo como
método del pensar y reflexionar, no como praxis social y mucho menos
política. ¿Cómo pensar de otra manera, si he visto perder el poder por
ineficientes en lo económico, injustos en lo social y arbitrarios e
intolerantes en lo político, a los que ayer lo obtuvieron clamando
por justicia, prosperidad y libertad? ¿Crisis de la nueva fe? No lo
creo. Sería como dudar de las matemáticas porque un teorema no tuvo
solución o por equivocarnos en una operación aritmética.
En resumen, puedo hacer mío lo que escribió Martí y que encontré en el
libro "LO ETICO Y CRISTIANO EN LA OBRA DE JOSE MARTI" de Rafael
Cepeda, un pastor protestante:

....."Y creo, yo sí creo; pero vive
tan lejana y tan alta mi creencia
que dejo peregrino
más sangre en el camino
que luz en mi conciencia."

Por otra parte, no puedo volver a creer que la receta capitalista sea
el fin y la solución a los problemas de la humanidad. Puede que sea la
solución para algunos, quizás para mí, para aquel o para el otro, pero
no la respuesta global a los problemas cada vez más acuciantes que
pesan sobre el mundo convulso. Pienso con Marx, que el futuro de esa
humanidad será regido por una sociedad que haga un reparto más justo
de las riquezas. Pero ésta que hemos ensayado hasta ahora, no puede
ser en verdad la solución correcta. Estoy seguro, -creo en ello- que
será otro el proyecto que lleven a la práctica las generaciones
futuras.
Los que como yo piensan, y viven aún en Cuba, vivimos en una especie
de exilio interior, como enclaustrados a la espera de una nueva
alborada de luz y esperanzas. No nos hemos ido del país, físicamente;
pero el país se nos ha ido de debajo de nuestras plantas, nos lo han
quitado. Y ahora nos refugiamos en el último pedazo de él, que
conservamos en la intimidad de nuestros hogares. Vivo en realidad como
encerrado en mi pequeña casa. Aquí me refugio entre mis libros y las
matas del patio, traumatizado por un entorno enajenante y ajeno, que
cada día es menos mío.
Para concluir con esta ya larga disertación sobre RELIGIOSIDAD, les
incluyo un Padrenuestro(*), que compuse en estos días, tan sólo para
emular con Benedetti. Claro, que este encierro que yo mismo me he
impuesto (como tantos otros cubanos) da lugar a que el tiempo nos
alcance para reflexionar y hasta para hacer algunas murumacas
filosóficas. ¿Evasión cobarde? Quizás, pero mucho mejor que otros
métodos que algunos ensayan: suicidio, alcohol o pastillas. Las
estadísticas que no se publican, pero que conozco por mi amistad con
sociólogos de la Colina( ), son escalofriantes. Nuestra pobre patria
tiene los más altos índices mundiales de suicidio y divorcio. Aún los
más jóvenes, los que nacieron en la Revolución, están frustrados. La
emigración por diversas vías, ensayada a diario por miles y miles, es
la prueba incontrastable que la juventud cubana se siente
desesperanzada y ante un futuro incierto. La "Ley de Ajuste cubano"
que otorga a cada cubano la residencia en USA si logra pisar el suelo
norteño, es una ley asesina, incita al suicidio. Sin embargo, muchos
cubanos siguen intentando cruzar el traicionero estrecho de La
Florida. La mayoría son jóvenes que nacieron bajo la Revolución. Esa
misma juventud, vuelve sus ojos ahora a la religión y las distintas
iglesias se colman de nuevos conversos. En el aula, son frecuentes los
crucifijos colgados al cuello de muchachas y muchachos. La
intolerancia religiosa de otros tiempos, ya no tiene lugar. Hace
solamente diez o quince años, era inconcebible un creyente confeso en
la Universidad. Los que había se lo tenían muy callado y aparentaban
ser ateos. Hoy, ya hacen gala de sus creencias, como si fuera un
motivo snob ser creyente. Incluso, los hay que ahora fingen creer,
cuando en realidad son ateos. ¿Moda, o es quizás una demostración de
rebeldía?
El viejo Marx enunció una ley que creo muy válida, y que dice más o
menos así: "Cuando las relaciones de producción se oponen al
desarrollo de las fuerzas productivas, dichas relaciones son
sustituidas por otras que permitan el desarrollo demandado por
aquellas fuerzas"..... Y aquí, como en cualquier otro lugar donde se
ha ensayado el socialismo, las fuerzas productivas se han estancado.
De ellas, la más importante es el hombre mismo. Es cierto que el
cubano de hoy, tiene el derecho a estudiar y capacitarse al más alto
nivel. Pero, después le espera un minúsculo sueldo como profesional,
pagado en una moneda que se le evapora de las manos como por arte de
magia, mientras que la otra moneda que circula en el país (el dólar)
para él es inalcanzable, por lo menos por medios declarados lícitos.
Con esa moneda extranjera, sí tiene acceso al mercado y al consumo de
productos, que hasta en Haití son elementales: jabón, desodorante,
champú, pasta de dientes... No hablemos de grasas comestibles, ni mucho
menos algo de carne. Ahora, con la apertura al capital foráneo esto se
agudiza y las desigualdades en niveles de vida se hacen más chocantes.
Surgen los nuevos ricos. Mientras la economía nacional deja de ser
totalmente estatal y socialista, para convertirse en mixta entre
comillas, pues está dolarizada hasta la médula. Con decirles que hasta
las transacciones entre empresas estatales se hacen en dólares. En ese
clima aberrante, es natural que la mayoría mire al cielo, esperando
una solución, una esperanza. Los modos de producción capitalista se
restituyen y resurge la FE religiosa.
_____________________________________________
INCREPACION AL PADRE NUESTRO
(Para rezar cada día en todo el archipiélago cubano)

Padre nuestro que estás
en este infierno enajenado.
Gestor de nuestros sueños
y colosales fracasos.
Pésimo administrador
de todo lo creado
Anti-Midas que en polvo
el oro has trocado.
Tú que por siempre fuiste
en Comicios Santificado
Dispensador de la Tierra
Creador de nuestro Estado
¡Hágase tu voluntad
como en la Sierra
aquí en el Llano!
¡El pan de cada día
dánoslo liberado,
no en moneda convertible
que nunca hemos ganado!
Y perdona este desaliento,
nuestro humilde pecado:
el de ya no creerte
por haberte tanto escuchado.
¡Perdona que en el nuevo error
ya no te sigamos!
Por pensar
como tú nos has enseñado,
¡perdónanos como nosotros
a tí no te perdonamos!
Mas no nos dejes caer
en la ocasión tentadora
de ir al Imperio y no volver
o sin salir del Socialismo
aquí dejarnos corromper.
¡Líbranos del Oportunismo,
Ahora, y en la Hora
de tu muerte, Amén!

(*) Este artículo pertenece a "Instrucciones para Sobrevivir en Cuba",
Manual que escribí entre 1998 y 2002. Como pueden apreciar, está
pidiendo a gritos una "actualización" y creo que la merece, porque sí
es "actualizable." Mientras tanto, lo vuelvo a publicar con el respeto
debido a los filósofos como Fernando Martínez Heredia, o los creyentes
como Félix Sautié, ambos hombres honestos y amigos a quienes admiro,
aprecio y tengo en la mayor estima.

Desde Regla, como siempre, octubre 21 de 2014

________________________________________________________________
De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
debo.

Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
http://jorgecolivaespinosa.blogspot.com
jorgecoliva@gmail.com

domingo, 19 de octubre de 2014

FLORA Y FAUNA SOCIAL

-- FLORA Y FAUNA SOCIAL (*)
Por Jorge C. Oliva Espinosa

Toda época da lugar a sus "tipos". Yo no sé si debían llevar el
prefijo feno, o proto, o cómo le llamarían los expertos. Sé que son
productos del medio imperante y de las condiciones específicas de un
tiempo histórico dado. Surgen como necesidad de ese período y no
pueden aparecer sino en él. Cuando las condiciones cambian, ellos
desaparecen y otros tipos se presentan en la nueva escena social. Así
pasó con el garrotero, el apuntador de charadas, el gallego bodeguero,
el chino verdulero y el mensajero de botica; o aquel manisero que
inmortalizó Moisés Simons, hoy sustituido por el viejito jubilado.
Fueron personajes de su tiempo. De aquellos tiempos que por fortuna
pasaron y se extinguieron con el advenimiento de la Revolución. Es
cierto que, siguiendo las leyes de la evolución, algunos modificaron
su apariencia y hasta se mimetizaron para poder seguir viviendo bajo
las nuevas condiciones. Pero yo pretendo escribir sobre los que se
formaron al conjuro de los vientos cambiantes. Yo quiero pintar a los
que hoy conviven en el abigarrado mosaico social de la Cuba bloqueada,
sufriente de penurias y de cambios diarios y sorprendentes. De una
Cuba que vive momentos de dura prueba y que sin embargo, no ha
renunciado a su cubanía, que es decir al humor. Los retratos que
siguen son los de algunos especímenes de la flora y fauna social que
vemos cada día. La Empresa o la oficina donde usted trabaja, el
comercio de la esquina donde compra, o el edificio de apartamentos
donde reside, son sus nichos ecológicos. Con ellos, en aras de un
desarrollo sostenible tendrá que aprender a convivir, pues comparten
nuestro propio hábitat. Usted quizás reconozca en las siguientes
estampas a su vecino, a su compañero de trabajo o algún conocido. Yo
no tomé a nadie en particular. Las semejanzas son comunes porque son
fenotipos, prototipos, arquetipos, o como les llamen los
especialistas.

Amador el Administrador.
Su físico puede variar desde pequeño y enjuto hasta mastodóntico y
obeso. Pero, en todas sus variedades es enérgico y vivaz. Por lo
general, de origen campesino y humilde, no tuvo oportunidad de hacerse
de cultura alguna, y aunque su letra y conocimientos lo clasificarían
como semianalfabeto, es graduado de la Universidad de la calle. Es lo
que la gente llama un "bicho". Si tiene edad suficiente, es casi
seguro que sea licenciado del ejército rebelde, donde no tenía futuro
alguno. Allí, debido a su bajo nivel escolar, no le veían desarrollo
posible y lo liberaron. Pero una vez vestido de civil, no ha hecho
otra cosa que administrar. No importa qué. Lo mismo una pizzería, que
una estación de ordeño, un servicentro, o cualquier pequeña
dependencia estatal. A dondequiera que vaya, instrumentará unas
medidas que a todos les parecerán absurdas y que él estimará súper
necesarias. En una heladería que había recibido dos sabores de helado,
él dio la salomónica orientación de no vender fresa hasta que no se
acabara el de chocolate. Cuando administraba un pequeño restaurante
italiano que ofertaba como bebida acompañante o dos cervezas o dos
vasos de vino, no hubo forma de que nos sirviera a mi compañera y a
mí, una sola cerveza y un solo vaso de vino para cada uno. Ella tuvo
que pedir los dos de vino, yo las dos rubias espumosas y después
intercambiárnoslas ante sus asombrados ojos. Como resultado de sus
brillantes ideas en el difícil arte de administrar, impondrá controles
y dará órdenes imposibles de cumplir. En la universidad tuvimos uno,
que llegó a cambiar el logotipo de nuestra bicentenaria institución.
Aquel Amador hizo rotular dos "H" en lugar de las UH tradicionales. Al
preguntársele qué significado tenían aquellas siglas, contestó
satisfecho de su obra: "HUNIVERSIDAD DE LA HABANA, HACHE HACHE". ¡Ya
había aprendido que Habana llevaba hache!
Otro Amador que conocí, se empeñó en una lucha sin cuartel contra el
ausentismo, ese enemigo sutil y tenebroso, -como lo bautizó el Ché-
que corroe desde adentro la economía. Tomó todas las medidas
inimaginables para combatir dicho mal: exhortó, amenazó, visitó a los
ausentes en sus domicilios y hasta despidió a algunos, con lo que se
buscó tremendos problemas con los Consejos de Trabajo. Pero donde su
guerra al ausentismo tomó matices patéticos, fue en un modelo que
concibió para controlarlo. Él mismo lo diseñó. Y fiel a su accionar,
en persona lo llevó a la imprenta y ordenó hacer los talonarios, por
cierto que triplicados y en cantidades suficientes para diez años.
(Parece que preveía una prolongada campaña). Cuando, ocupando un
camión a tope, nos trajeron los impresos, todos fuimos los intrigados.
Todos, menos Amador que, orgulloso de su obra, la exhibía orondo.
Aquel modelo se llamaba CONTROL DE U, nombre críptico que nadie
comprendió hasta que su inventor nos reveló, complaciente y
complacido, el misterio:
-Aquí llevaremos, diariamente, por semana, y el acumulado mensual las
USENCIAS de cada cual. Cada USENCIA se marca con una U y el que tenga
más de tres U al mes, ése es un USENTISTA.
Por lo general, el desarrollo evolutivo de Amador es nulo. El dio todo
lo que iba a dar y lo ha dado de buena fe, con dedicación. Pero, como
es un tipo todo actividad, es posible que se haga de algún título
extraño, como el de Licenciado en Administración de la Economía
chinchalera, o en Ideología del Mantenimiento Administrativo. Si esto
ocurre, cambiará su morfología externa de forma asombrosa. Sufrirá
casi una metamorfosis. Vestirá siempre de guayabera, irá a parar a
alguna Empresa y se convertirá en alguien poderoso: Tendrá carro con
chofer y de su mano, como si lo hubieran encolado, no se desprenderá
el celular. Se habrá convertido en... AMADOR, EL DIRECTOR.

Roxana la gusana.
Tiene una edad indefinida; eso sí, un cuerpo abundante en curvas y
protuberancias sensuales. Realmente no es fea, y si no se maquillara
tanto, hasta su rostro sería simpático. Claro, que quitándole ese
rictus de amargura que le curva hacia abajo la boca. Tiene muchos
rasgos que servirían para describirla. Pero, lo que la caracteriza es
su total y absoluta discrepancia con el proceso revolucionario. A ella
todo le parece mal. A la Revolución no le acredita nada positivo y no
pierde oportunidad de expresarlo así, en los momentos y lugares más
improcedentes. Es consumista por excelencia y se desvive por cualquier
baratija "made in USA". Si es de yanquilandia, para ella es de calidad
indiscutible. Con pensamientos más progresistas, muchas mujeres se han
ido en balsa hacia el paraíso que añoran. Otras están en Manto Negro.
Nadie entiende sus manifestaciones, siendo como es, la esposa o algo
parecido de un funcionario muy comprometido con la política cubana.


Juan Bautista, el Paracaidista.
El paracaidista cae de lo alto. Cae y no se hace daño. Llega de forma
inesperada al teatro de los acontecimientos y su actuación casi
siempre está coronada por el éxito; porque tiene la virtud de caer en
el lugar justo y apropiado. El no parece caer, más bien viene de lo
alto. Por ello aventaja a los esforzados que llevan años aspirando a
la posición que vino a ocupar, enviado de no se sabe dónde. Si
averiguan verán que allá, al lugar del que vino, también llegó "del
cielo".
Hijo de una incomprensible "política de cuadros", el paracaidista
puede ser ginecólogo y "caer" de Director de un centro de
investigaciones pesqueras; graduado de Ciencias Sociales y estar de
inversionista de unas obras en Varadero, o no ser nada y estar
dirigiendo una Escuela de Cuadros. Para convivir con esta especie es
necesario tener en cuenta dos cosas fundamentales: La primera es
recordar siempre, que él no cae. Salta desde arriba, que no es lo
mismo. Lo segundo, que es muy difícil acorralarle. Cuando se siente
sin salida, puede ser helitransportado y llevado a otro lugar donde,
de nuevo, saltará. Cuando no ocupa la posición cimera, es muy
frecuente, verlo disfrazado de segundo. Pero de todas formas, no se
equivoque con él, tenga siempre presente que es un tipo muy entrenado.

Candelaria la Secretaria.
Candelaria no es ni agraciada, ni instruida, ni está armada de dote
especial alguna. En cambio, eso sí, es una mujer virtuosa y vive de su
honrado trabajo. Lo que le cuesta, valga la redundancia, tremendo
trabajo. Candelaria es la Secretaria que cada día aporrea el teclado
de su PC, utilizando únicamente dos de sus dedos. Es muy probable, que
en las cartas que su jefe le dicta, escriba harina sin hache. O
cualquier disparate parecido. Eso no la arredra. Cada día a las cinco
de la mañana, Candelaria saldrá de su casa a torear un transporte con
que llegar puntual a la oficina. Allí, utilizando el pequeño pantry,
hará café, que nos venderá a todos, a peso la tacita. Y siempre
servicial, estará lista a conseguirnos algún producto que necesitemos
del mercado negro. Ese que ella sabe, quién lo está vendiendo y a un
precio nada caro. Y nos servirá de intermediaria, de forma
"desinteresada" para la compra de un par de zapatos o de un pulovito
de lo más cuqui para el niño. Con eso y su minúsculo sueldo,
Candelaria sobrevive en Cuba.

Clemente el dependiente.
Está afiliado al Sindicato de la Gastronomía y por eso viste de camisa
blanca, lacito no anudado que le cuelga del abierto cuello y
pantalones negros. Pasa su tiempo tras el mostrador de un local que
hay en la esquina y que en otro tiempo fue una cafetería. Hoy no
sabemos lo que es, pues su oferta es variada, esporádica y cambiante,
como su horario de apertura. Lo único que siempre hay son cigarros, de
los de a siete pesos la cajetilla. También, la mayor parte de las
veces, está Clemente; aburrido, lánguido, displicente, él no se apura
por nada, tiene un andar de cámara lenta en película de suspenso. Su
sonrisa burlona parece satánica, cuando contesta a la demanda del
desorientado, con un <No hay nada, Fiera>, que parece copiado de
Humphrey Bogart. En el local sobrevive, no se sabe cómo, un viejo
refrigerador comercial de cinco puertas. De él se sirve Clemente para
guardar misteriosos objetos. Pero, evidentemente, no sirve para
brindar agua fría. Eso, si hubiera vasos y algo con qué fregarlos.
Clemente se pasa la mayor parte del tiempo sentado tras el mostrador;
pero, las eventuales veces que tiene algo más que cigarros en venta,
entonces se mantiene, como oculto, en la trastienda. De allí hay que
esperar que él emerja, con su lento andar. En el ínterin se habrá ya
formado una cola. Y esto parece irritarle, pues sale ya de mal humor y
comienza a despachar al segundo o tercero de la fila, nunca al
primero. Eso lo hace, seguro, para castigar al que llegó a
importunarle demasiado temprano, pues es evidente que se ocupaba de
cosas más importantes, en la trastienda, que atender al público. Pero,
bueno, como ya dije, esto pasa pocas, muy pocas veces. Para esas raras
ocasiones, en que su establecimiento está ofertando algo, Clemente ha
acuñado una frase de exquisito trato gastronómico:
-¡Te tienes que esperar, Chévere!
Aparte de cumplir rigurosamente la orden, usted deberá concurrir a
comprar lo que haya con el dinero justo, pues allí no existe vuelto o
cambio en menudo con qué devolverle la diferencia. A pesar de su poco
contenido de trabajo, Clemente no suele quejarse; ni de su bajo
salario tampoco. A él parece alcanzarle y sobrarle, pues gasta a trote
y moche, no se cohíbe de ningún gusto, tiene una tremenda cadena de
oro y usa un reloj Seiko que vale una fortuna.

Ferrer el chofer.
Es una variedad de la especie anterior, pero motorizada. El conduce un
auto que cree suyo, cuando en realidad es sólo su chofer. Con el
mismo, debería dar servicio a un centro de trabajo o a un jefe que
tiene carro propio. Pero, Ferrer dispone del automóvil para su
exclusivo uso y abuso. A pesar de ello, algunas veces consiente en
realizar con "su carro" alguna que otra gestión de la Empresa.
Sus semejanzas con Clemente radican en que ambos se sienten poderosos,
disponen de ese poder y miran con altanería a los que dependen de
ellos. Sus diferencias son que Ferrer no pertenece a Gastronomía,
aunque eventualmente trafique con fiambres y otras chucherías. Además,
es más difícil de localizar que Clemente, pues dada su movilidad, casi
nunca se sabe dónde está. Ferrer parece tener tremenda ascendencia
sobre su jefe, que le otorga su confianza y enorme libertad de acción.
Esto, aparte de sus numerosas relaciones externas, lo hacen un tipo
utilísimo en relaciones públicas. A través de él se puede conseguir lo
mismo un puerco, que diez litricos de gasolina; un cake para el
cumpleaños de la niña o aquella pieza del motor de un Lada, que ni en
los centros espiritistas podrán decirle dónde encontrar. Es
conveniente que, dondequiera que lo encuentre, procure usted hacerse
amigo de Ferrer. Eso sí, no olvide que es como un electrón libre. Si
llega a ser su jefe... ¡No trate nunca de controlarlo!

Marcial el intelectual.
Es una especie rara y escasa. Pero es de suponer que fueron abundantes
y disminuyeron no por extinción, sino por emigración. Al triunfo de
1959 trataron en forma masiva de asentarse, se pusieron a dar consejos
públicos y hasta se dieron el lujo de discrepar. De ellos sobrevivió
Marcial, que fue más cauto y discreto. Y ahora le va bien.
Como todos ellos, Marcial se pasó todo el tiempo que duró la lucha en
un exilio que nadie le impuso. Bien podía estar estudiando en Yale o
trabajando como periodista en Venezuela, o vacilando una bohemia en
París. También pudo pasar aquellos tiempos de peligro, a buen recaudo,
dedicado a estudios profundos de teología y oratoria en la apacible
tranquilidad de un seminario o disfrutando de una jugosa beca en Roma.
A diferencia de sus congéneres, Marcial volvió de allá sin hacer ruido
y se puso a trabajar con dedicación, asombrando de cuando en vez a la
alta dirigencia con su modestia -de la que hacía gala- y con su
amplia cultura exhibida a través de la verborrea de una facundia
apabullante. Se dejaba arrastrar a la tribuna sin disgusto y allí, sin
ser vocero gubernamental, exponía con locuacidad los argumentos
oficiales. Como siempre se dejó llevar, un día lo condujeron a la
cátedra universitaria o a la representación diplomática. Y allí está
ahora, muy bien situado, Marcial, el intelectual.

Baldomero el bisnero.
Bisnero es un cubanismo formado por la fonética de la palabra inglesa
"business". El vocablo se utiliza para denominar a esta especie, que
vive del negocio turbio. Lo he dejado para los finales, porque es el
más cromático y omnipresente de los tipos post-revolucionarios.
Recuerda ciertas viejas especies ya desaparecidas, con las que debe
tener algún parentesco genético. Hoy es un cruce de mago y especulador
y se le encuentra como suministrador universal. Baldomero vende hasta
cajas de muerto. No se le confunda con el traficante eventual. Aquel
que consiguió un "conecto" y está vendiendo unas cositas de la
"shopping". Baldomero tiene sus propias fuentes de abastecimiento, a
veces más surtidas que esos comercios recaudadores de divisas. Él lo
mismo oferta botellas de aceite comestible, que paquetes de café
Cubita, que laticas de cerveza y por supuesto, a un precio más bajo
que el oficial. ¿Cómo lo hace? Es un misterio.
Es sabido, que la carencia de harina de trigo hace imposible aumentar
la cuota racionada de pan, que es de 80 gramos per cápita. (En
Leningrado durante el bloqueo nazi era de 100 gramos). Pues bien,
Baldomero, sin ser mago, comenzó suministrando todo el pan que le
pidieran. Eso sí, a peso la pieza que costaba cinco centavos por la
libreta. Después, cuando se "liberó el pan paralelo" y se autorizó la
elaboración de alimentos por cuenta propia, se hizo cargo de abastecer
a todos los fabricantes de pizzas, que suman miles solamente en la
Capital. Y eso que la importación de harina no ha aumentado. Ni la
cuota racionada de pan tampoco.
Cuando Baldomero es pequeño, se le puede hallar a la entrada de las
"TRD", ofertando las cervezas y galleticas que venden adentro, pero a
un menor precio. Cuando crece, hace sus entregas a domicilio, pues
posee o un Lada o una moto de último modelo. En los ejemplares de más
tamaño, se puede encontrar un mayor grado de organización; pues suelen
contar con sus propios empleados y distribuidores. Y ya de tallas
extras, recuerdo los que comercializaron camiones pipas de aceite
comestible, rastras de cemento, o un contenedor completo, lleno de
cajas de cervezas; o el que suministraba trompos-concreteras repletos
de hormigón. Claro, que estos son especímenes excepcionales, que
cuentan con transporte pesado, grúas, etc.

Olegario y su enfermedad profesional
Sólo miraba arriba y abajo alternativamente. Hacia lo alto, temeroso
de que el techo le cayera encima y lo pulverizara. Para abajo, alerta,
en procura de que no le serrucharan el piso. Y como únicamente estos
dos puntos acaparaban su atención, era incapaz de ver lo que le
rodeaba. Así terminó con un tortícolis severo, Olegario, el
Funcionario.

Sinesio o Sí-necio, el del sí permanente.
Desde chiquito le enseñaron a decir "sí"; al principio lo hacía por
obedecer a sus padres, luego se destacó en la Escuela porque complacía
al maestro y el resto del aula no lo podía ver ni en pintura. De esa
forma se fue destacando cada día hasta llegar a ser "ejemplo" de
obediencia y disciplina. Por ello fue seleccionado para estudiar en un
Instituto Especializado y allí se graduó como Comunicador Social. Hoy
lo podemos encontrar como periodista en cualquier órgano de prensa,
donde se sigue destacando por su oficialismo incondicional. Se le
puede identificar por sus escritos, donde siempre "demuestra" que el
gobierno tiene la razón y que el culpable es el indisciplinado pueblo
con su pérdida de valores. También es identificable por el tic
nervioso que le hace bajar y subir la cabeza en rotundo gesto
afirmativo. Esta compulsión le valió que su imagen la copiaran para
fabricar muñequitos, de los que se pegan en el parabrisas y se van
moviendo al compás del vehículo. ¡Únicamente así, se vuelve simpático!


Desde Regla, como siempre, octubre 20 de 2014
(*) Estos textos, pertenecen originalmente a "INSTRUCCIONES PARA
SOBREVIVIR EN CUBA", un libro que escribí en 1998 y que no llegó a
publicarse, como casi toda mi obra. Como ven, conservan frescura y
actualidad, por eso los reproduzco y amplío, porque son
"actualizables".



________________________________________________________________
De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
debo.

Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
http://jorgecolivaespinosa.blogspot.com
jorgecoliva@gmail.com

jueves, 16 de octubre de 2014

LOS PRECIOS DEL AGRO

-- LOS PRECIOS DEL AGRO
Por Jorge C. Oliva Espinosa

Recientemente me reenviaron un artículo aparecido en "Juventud
Rebelde", el 11 de octubre, firmado por René Tamayo. En dicho trabajo,
el autor trata, con una madeja de números y estadísticas sin respaldo,
de explicar los altos precios de los productos agropecuarios y su
alocada carrera ascendente. ¡Misión imposible! Tan imposible como la
que titula una famosa película de acción. Es extenso lo que escribe
Tamayo en busca de una respuesta que no puede dar. Comienza dándose a
sí mismo un consuelo: en el último período que analiza, los precios
han crecido con un ritmo más lento. ¡Vaya consuelo! Es como decirle a
un golpeado: ahora te están golpeando con menos fuerza...
Concuerda con la versión oficial de que solo un aumento de la
producción hará posible que disminuyan los precios. Pero la contradice
al mostrar que ningún aumento productivo logró ese fin. Después de
extenderse en las múltiples modalidades del comercio de productos del
agro, parece encontrar un culpable: la excesiva variedad de
comercializadores que intervienen. Desde los Mercados Agropecuarios
Estatales (MAE) hasta los carretilleros. Ninguna variante ni producto
se le escapa al periodista: desde el plátano hasta el tomate, desde la
yuca y el boniato hasta la madre de los tomates. Él los analiza todos,
en un desesperado intento por explicar la cuadratura del círculo. ¡Es
patético su esfuerzo! Dice basarse en las informaciones publicadas por
la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), pero afirma
que (copio textual) "La publicación carece de guarismos que nos
hubieran liberado de tener que construir por cuenta propia la
afirmación que estamos haciendo" (sic). De igual manera, declara que
la página web de la ONEI no brinda datos referidos al 2012-2013,
Mire, Tamayo, no le dé más vueltas al asunto. Los precios están en
alza constante, porque quien vende necesita comprar. Y como en nuestra
Cuba, la mayoría de los productos hay que comprarlos con CUC o su
equivalente en CUP (25 x 1), en el MAE, la CnoA, el MAOD, los Puntos
de Venta y en la carretilla, todos el que interviene en esos lugares,
sea agricultor, cooperativista, intermediario, tarimero,
cuentapropista o simple trabajador, me seguirá cobrando diez pesos por
un aguacate, para poder comprar aceite, detergente, leche en polvo y
mil productos más, todos de primera necesidad, que el estado oferta
con un sobreprecio de 260%. Como ni estos precios de usura alcanzan
para equilibrar su ineficiente gestión y los "salideros" que, por
pérdidas y corrupción, la socaban, este abastecedor monopólico eleva
cada día los precios. Observe usted, que no cito a Marx para mencionar
la "Ley del Valor", ni el concepto de "valor equivalente" mediante el
cual se intercambian las mercancías; he preferido recurrir al ejemplo
cotidiano que nos golpea y no a la teoría que todos conocemos, pero
que no aplican los que se llaman marxistas y determinan los precios
del mercado en general y del agropecuario en particular.
Espero que cuando compruebe que no convence a nadie con sus
argumentos, pueda convencerse usted mismo de lo que afirma. ¡Créame,
admiro su valentía! La tarea que Usted ha emprendido, no la asume
cualquiera.

Desde Regla,
Ayer, "La Sierra Chiquita"; ayer, hoy y siempre, bastión de rebelde cubanía.
Octubre 17 de 2014

________________________________________________________________
De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
debo.

Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
http://jorgecolivaespinosa.blogspot.com
jorgecoliva@gmail.com