martes, 11 de junio de 2013

UN MANUAL INUTIL(14)

UN MANUAL INÚTIL (14)
Por Jorge C. Oliva Espinosa

¿EVOLUCION EN LA REVOLUCION?
Cuando a Regis Debray se le publicó en Cuba su "REVOLUCION EN LA
REVOLUCION?", quedamos boquiabiertos. Un europeo, por demás francés,
había venido a iluminarnos. Como la Revolución de 1789, también
francesa, nos señalaba senderos. Y sin darnos cuenta, fieles indios,
nos inclinamos ante el oráculo de la intelectualidad del viejo
continente. Venía a alumbrar nuestra incultura subdesarrollada e
insular. En fin de cuentas, éramos el Tercer Mundo, aquí todo llegaba
tarde de allá, y debíamos agradecer lo que, actualizadamente, nos
enviaba "la civilización", por demás pensante, que instrumentaba una
teoría necesaria y falta a nuestra praxis.
A Regis, por su cercanía con el Che, lo considerábamos limpio de toda
mácula y fuera de toda sospecha. Era un revolucionario.
Internacionalista por añadidura, que había unido su suerte a la
guerrilla: el foco que haría innecesario el surgimiento de las
"condiciones objetivas" y crearía la "situación revolucionaria" en
cualquier parte de Nuestra América.
En tanto, los hermanos de "catecismo" nos consideraron iconoclastas,
desviados y aventureros revisionistas, no faltó quien nos tildara de
trotskistas y faltos de seriedad en la aplicación de la doctrina. Pero
el tiempo siguió pasando, aquellos dueños de la verdad renegaron de
ser socialistas, echaron abajo las estatuas de Lenin y comenzaron a
construir el capitalismo con tremendo entusiasmo. Mientras, Debray
empezó a hablar pestes de nosotros y cobijó al más insospechado de los
desertores: un sobreviviente de la guerrilla. Para hacer mayor la
confusión, en Cuba comenzaron a surgir las Sociedades Anónimas y
nuestra consigna ya no fue salvar el socialismo, sino sus conquistas.
La igualdad por la que habíamos luchado y por la que tantos habían
muerto, fue tildada de "igualitarismo" y los capitalistas foráneos,
echados una vez de nuestro suelo, fueron invitados a invertir en Cuba.
Y lo más asombroso es que, pese a las presiones yanquis, volvieron e
invirtieron. De esta forma, según Marx, se apropiaban de una parte de
la plusvalía de nuestros trabajadores. La Revolución evolucionaba;
pero Cuba seguía siendo socialista, aunque su economía se transformara
en mixta, el dólar circulara libremente y el peso cubano tuviera un
insignificante poder adquisitivo. Mientras, el neoliberalismo asolaba
sobre la faz de la tierra y muchos gobiernos del tercer mundo abrían
sus mercados y dolarizaban sus economías.

UN CUENTO DE CIENCIA FICCIÓN: LA ÚLTIMA DESCONFIANZA
Los tiempos del diferendo encarnizado eran ya lejanos. Ambos gobiernos
habían declarado solemnemente su voluntad política de olvidar el
pasado de agravios y rencores. Una atmósfera de entendimiento parecía
fluir en ambos sentidos entre La Habana y Washington. El
embargo-bloqueo había sido abolido y sus instrumentos jurídicos, las
leyes Torricelly y Helms-Burton, derogados por una Joint Resolution
del Congreso y La Casa Blanca. El enclave naval de Guantánamo fue
desmantelado y su territorio devuelto a la soberanía cubana. En
respuesta, La Habana dejó de usar en sus declaraciones términos como
"imperialismo" y otros similares para referirse a la Gran Nación del
Norte y calificar sus procederes e intereses; y en los foros
internacionales, los voceros cubanos cesaron sus réplicas y ataques
sistemáticos a las posiciones e iniciativas norteamericanas. Nada, el
pitirre dejó de picar la cabeza pelada de la tiñosa. Perdón, quise
decir del águila. El restablecimiento de relaciones diplomáticas
normales, parecía inminente y esperada conclusión del largo período de
guerra no declarada. Como paso previo a la histórica reconciliación se
produjo el primer intercambio de visitas de alto nivel. Una delegación
compuesta por los principales líderes del Senado, los Secretarios de
Estado y del Tesoro y, por supuesto, el Director de la CIA, viajó a
Cuba. Los emisarios fueron recibidos con toda ceremonia y publicidad;
abundaron las sonrisas y los estrechones de mano, llenos de acogedora
cordialidad, dejaron en la prensa testimonios de la hospitalidad
antillana. En el amplio programa de actividades no se escatimó, ni la
franqueza, ni el agasajo. Sin embargo, hasta el mismo momento de su
despedida, causó enorme curiosidad el que los visitantes no se
despegaran nunca de una pequeña caja metálica, al parecer sellada y
cuyo propósito, por ignorado, fue fuente permanente de conjeturas e
intranquilidad por parte de la Contra Inteligencia cubana. ¿Cómo no
iba serlo, si se mostraba hermética a los Rayos X y a cualquier otro
método de análisis telemétrico, y su portador inseparable era el
mismísimo Director de la CIA? Unos momentos antes de abordar el avión
que los regresaría a su país, y aprovechando el clima de distensión
propiciado en los contactos, los visitantes fueron abordados
delicadamente por sus anfitriones:
-Hemos tenido mucho placer en haberles recibido y esperamos mucho de
estas visitas. Pensamos que contribuirán sin dudas, a construir el
camino de confianza mutua que debemos recorrer juntos... Y sólo en ese
sentido, y a fuerza de ser sinceros, nos atrevemos a confesarles lo
intrigados que nos han dejado el objetivo y contenido de esa cajita
que....
-¡Ah!, -contestó turbado el jefe de la delegación. -nosotros debemos
confesar que la misma... ejem... ¡No lo tomen a mal! Esa caja es...
para vergüenza nuestra, nuestra última desconfianza... Contiene,
prevención que ahora vemos innecesaria, un arma neutrónica capaz de
acabar con ustedes. La previmos como réplica, caso de ser nosotros
víctimas de una traicionera artimaña. Estamos arrepentidos de haberla
traído... Y esperamos devolverles sus atenciones, sin recelo alguno,
cuando nos visiten la próxima semana. Les rogamos sepan comprender y
perdonen nuestras reservas, después de tantos años.... no nos es
fácil...
Hubo abrazos efusivos ante tal intercambio de conmovedoras
sinceridades y se firmó un comunicado conjunto muy explícito y exento
de ambigüedades.
Y tal como estaba previsto, una semana después, una comitiva cubana
del más alto nivel gubernamental y partidista arribó al aeropuerto J.
F. Kennedy. Esta vez, la expectativa la constituyó una enorme caja con
rueditas que arrastraba uno de sus miembros. Parecía un contenedor
pequeño o un gran refrigerador. Pero sin conexiones energéticas, ni
elementos propulsores de tipo alguno. Sólo las rueditas que permitían
desplazarla a pura tracción muscular. Todos los intentos de la CIA y
el FBI por conocer su contenido fueron infructuosos. La posibilidad
que fuera una respuesta bromista por parte de los cubanos, aun
conociendo el carácter de estos, fue analizada y rechazada. Sin dejar
de ser corteses, los inquietados yanquis no pudieron echar a un lado
su tradicional falta de tacto y preguntaron sin rodeos. Los invitados,
emulando con la crudeza anglo-sajona, respondieron:
-Nosotros también tuvimos nuestra última desconfianza. Este contenedor
que hemos traído es nuestra arma secreta. Capaz de acabar con todo
aquí, arruinar vuestro comercio, destruir el transporte, hacer tan
improductiva la agricultura como la industria y sumirlos a ustedes en
la miseria. Pero no hay de qué preocuparse, ya nos vamos y hemos
comprobado que fue una inútil prevención de nuestra parte.
Y sin decir más, abordaron el avión dejando a sus anfitriones
perplejos. El Comité Nacional de Seguridad, convocado con urgencia,
sesionó de forma permanente en la Oficina Oval. Nadie podía aportar el
menor indicio sobre el contenido del intrigante cajón. No se concebía
que los cubanos tuvieran acceso a tecnologías desconocidas y
poderosas, y la posibilidad de que fuera un "bluff", fue desestimada
de inmediato por peligrosa. No, los hijos de La Mayor de las Antillas
no eran "blufistas" o fanfarrones como se dice en español. Y solamente
de regreso al aeropuerto habanero, en un local apartado, lejos de
cualquier mirada curiosa, el enigmático cajón fue abierto. Entonces,
cuatro médicos cubanos dedicados a la Economía salieron del mismo.


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De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
debo.

Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
http://jorgecolivaespinosa.blogspot.com.es
jorgecoliva@gmail.com

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