lunes, 17 de junio de 2013

EXTRANJIA CAP 6

VI
Cuba 2029
El Centro de Investigaciones Demográficas, adscrito a la ONU, en su
boletín correspondiente a este año, ha publicado los siguientes datos
sobre Cuba:
La reducción de la natalidad, el continuo drenaje migratorio y el
envejecimiento de la población caracterizan el panorama de este país.
La población, ahora de seis millones de habitantes, ha retrocedido a
la cifra que mostraba en 1959, pero con el agravante de que el
componente mayor de sesenta años se ha triplicado con relación al de
aquella fecha. El decrecimiento poblacional es el más dramático
experimentado por país alguno, con excepción de los ocasionados por
conflictos bélicos. En el período transcurrido desde el 2012, fecha
del anterior censo, la población cubana ha disminuido de once millones
a los seis actuales. Una reducción del 45,5%, en sólo 17 años. El
gobierno ha comenzado a tomar las primeras medidas de emergencia,
consistentes en:
1. Estimular el crecimiento familiar, mediante el otorgamiento de
subsidio a las parejas que tengan hijos.
2. Elevar la edad de jubilación, hasta este momento de 65 años, a los
70 para ambos sexos.
3. Facilitar la entrada al país de trabajadores contratados, a fin de
compensar el déficit de la masa laboral activa.
El organismo de la ONU no dice que Cuba se ha visto obligada a
recortar drásticamente su exportación de servicios médicos, lo que
representaba su mayor ingreso. Esto constituye un serio desequilibrio
para su balanza de pagos. De esta forma, el decrecimiento de su
población, se traduce en un golpe muy duro para la economía, ya
deteriorada, de la isla. (Reporte cablegráfico del corresponsal de una
Agencia de Prensa, fechado en La Habana)

Tránsito histórico
Según se agravaba la situación económica, el flujo migratorio se iba
haciendo cada vez mayor. Con momentos de picos coyunturales, donde
verdaderas estampidas humanas se produjeron (Camarioca 1965, El Mariel
1980 y la llamada Crisis de los Balseros de 1994), la salida de
emigrantes se hizo constante desde muy temprano. A los personeros del
anterior régimen, los prófugos de la justicia revolucionaria y los
afectados en sus intereses, siguieron los contrarios a los rumbos del
nuevo gobierno y personas que no estaban dispuestas a vivir bajo el
sistema socialista. Pero después, la emigración cambió sus
motivaciones políticas por las estrictamente económicas. Muchos
profesionales abandonaron el país, atraídos por empleos mejor
remunerados en el extranjero, aunque no correspondieran necesariamente
con su calificación. Médicos, ingenieros y licenciados preferían ser
mensajeros o fregadores en tierras extrañas, porque recibían mayores
salarios que ejerciendo sus profesiones en la patria. A pesar de las
restricciones impuestas por las autoridades, cubanos y cubanas se las
ingeniaron para burlarlas y escapar de la isla. El gobierno
norteamericano incentivaba las salidas furtivas con una ley que
otorgaba la residencia a los que llegaran a su territorio ilegalmente.
Los casamientos con ciudadanos extranjeros, las deserciones en
misiones y representaciones enviadas al exterior y las vías ilegales,
fueron algunos de los métodos empleados por quienes decidían buscar el
bienestar bajo cielos extraños. Aunque tardíamente, Cuba suavizó su
política migratoria, permitiendo salir del país a la mayoría de los
habitantes. Entre los emigrantes, el componente de jóvenes con alto
grado de preparación profesional, en cuya formación el Estado cubano
había invertido cuantiosos recursos, ponía cada día en peligro el
equilibrio de la sociedad cubana. A corto plazo se podía prever la
imposibilidad de reponer la masa laboral, sometida al desgaste natural
de los años. La población iba envejeciendo y ya era insostenible el
costo de la seguridad social. La edad de jubilación fue aumentada y la
productividad del trabajo, en sectores donde el brío de la juventud no
era sustituible por la experiencia, cayó en barrena. Al disminuir el
personal calificado disponible, los ingresos que el país obtenía por
la exportación de servicios profesionales se redujeron drásticamente.
Ante la difícil situación económica, decreció el índice de nacimientos
y la población, ya envejecida por las altas esperanzas de vida y por
la masiva emigración de jóvenes, dejó de crecer primero y luego
comenzó a descender.

Ese mismo año 2029, en el país cualquiera
Mi matrimonio contribuyó a estrechar nuestras relaciones con la vieja
pareja de judíos. Mildred y yo nos convertimos en asiduos invitados
suyos. Ya no era yo el ave de paso y sin atadura que podía desaparecer
en cualquier momento. Había demostrado con hechos mi decisión de
arraigarme, al hacer familia y convertirme en un elemento estable y de
respeto dentro de esta comunidad. Mi mujer tuvo mucho que ver en este
cambio, pues desde el primer momento se supo ganar las simpatías de
Isaac y su esposa. Él me ayudó obtener el crédito bancario con el que
compré otros dos camiones, los que sumados al que ya poseía, no
tardaron en multiplicarse, pues les supe sacar buen rendimiento,
alquilándolos a choferes que los explotaran a riesgo. Así vi crecer mi
fortuna y mi familia, pues a nuestra primera nena, siguió un varoncito
que fue el arrebato de Isaac. Al judío se le caía la baba cuando lo
miraba, y en cuanto comenzó a caminar, lo mimó y lo malcrió como si
fuera su nieto. Yo creo que eso influyó mucho para que el muy avaro me
hiciera su socio de una forma legal, con escritura y todo. Algún
tiempo después, Isaac ya demasiado viejo y achacoso, decidió regresar
a Israel y me vendió por una bagatela su parte. Los camiones seguían
aumentando en número y dando buenas ganancias. Además de ellos, ahora
era el dueño único de la mayor casa comisionista de la ciudad, con lo
que nuestra posición se hizo bien sólida. Ni corto ni perezoso, abrí
otros negocios, no solo en préstamos y joyas. Me metí en la
construcción y creé mi propia compañía. En poco tiempo llegué a ser
uno de los empresarios más prósperos de la ciudad y todo lo que
brillaba y sobresalía en ella, se disputaba nuestro trato. A nuestros
hijos los enviamos a estudiar a la Universidad más rancia y afamada de
una ciudad cercana. Allá, de pronto, se nos hicieron bien adultos,
independientes y tienen su vida hecha. La mayor no tardó en darnos
varios nietos, algunos ya son casi hombrecitos. Pero Bob, en cambio ha
preferido permanecer soltero y no acaba de encontrar su media naranja…
Nuestros contactos con hijos y nietos son escasos, la vida nos impone
su ritmo despiadado, donde el tiempo nunca alcanza y ellos viven
lejos. Nunca tienen tiempo para venir y a mí no me restan ánimos para
ir a visitarlos. Tampoco tengo ya los bríos emprendedores de antes, me
siento viejo y he delegado, en empleados de confianza, la atención de
mis negocios.
Todos los episodios de su vida, él los repasa en un instante, cuando
siente un dolor profundo, ahogante, en el centro del pecho; el brazo
izquierdo se le acalambra, el maxilar también y, de pronto, se hunde
en una oscuridad y un silencio absolutos. Su corazón, impactado por un
infarto masivo, deja de latir. Había acabado de cumplir 77 años.

_ Lo siento por mamá, pero yo no iré al entierro. ¿Qué dirían mis
amistades si supieran que mi padre era un simple prestamista,
emigrante por demás y que nuestra pequeña fortuna tuvo su origen en la
usura? Por esto, más que nada, me mudé para esta ciudad, donde radica
la universidad en la que me gradué y donde conocí a Walter, mi actual
esposo, heredero de una de las familias más distinguidas. El medio que
uno frecuente, es fundamental para alcanzar cualquier posición
respetable. No, mis hijos no tendrán que ocultar su origen, como yo…
De mi hermano menor, es mejor ni hablar. Hace tiempo que no sé ni por
dónde anda y es mejor así. Las últimas veces que nos visitó, para mi
horror, vi que les trasmitía a mis hijos las ideas que él tiene sobre
nuestro padre. Claro que muy distintas a las mías. Para mi hermano,
nuestro padre fue todo un súper héroe. Él lo admiró siempre y hoy
venera su memoria. Yo creo que en esa idolatría suya por la figura
paterna, estuvo el origen de sus desviaciones. Desde muy pequeño le
interesaron los de su mismo sexo y al llegar a la pubertad ya era un
gay declarado y ostentoso. Recuerdo que de niño prefería jugar conmigo
a las muñecas, en lugar de ir con los demás chicos a practicar algún
deporte masculino. Yo me di cuenta que mi hermanito no era igual a los
otros, pero nuestros padres parecían ciegos los dos y no echaban de
ver lo que era evidente en su comportamiento. Mi hermano no puede ser
otra cosa, que una mala influencia para mis hijos. Sobre todo para
Edgar, que ya tiene quince años, está en plena adolescencia y que a
cada rato se escapa los fines de semana en lo que él llama
"expediciones".

Ella, de acuerdo a las costumbres del país, ha perdido su apellido. Al
casarse adquirió el de su esposo y ya aquel lastre latino que la
marcaba, ha desaparecido para siempre. Los padres se empeñan en dejar
a sus hijos un mundo distinto al que ellos recibieron y contribuyen,
sin quererlo, a hacerlos diferentes. Ambos, padres e hijos, olvidan
que en ese mundo, que quieren dejar atrás, estuvieron los resortes y
las motivaciones de nuevas aspiraciones, las que, en definitiva,
fueron y vuelven a ser motores del cambio. Las influencias sociales,
al conjugarse, suelen pesar más que las leyes genéticas. Porque el
medio social hace que una generación se parezca más a sí misma, que a
sus progenitores. El hombre es similar a sus contemporáneos y cada vez
se diferencia más de sus raíces. Es que el horizonte, aunque nos
parezca el mismo, siempre se renueva…


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De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
debo.

Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
http://jorgecolivaespinosa.blogspot.com.es
jorgecoliva@gmail.com

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