lunes, 17 de junio de 2013

EXTRANJIA CAP 3

III
El país cualquiera 2084
No puedo reprimir el rencor que siento por Edgar. Encarno a un
creyente estafado en su fe. Es como si me hubieran destruido el ídolo
que adoraba como a un Dios. El héroe que yo admiré desde niño, de
repente, se me convirtió en una imagen decrépita. Y yo, por creer en
él, pensé que eran ciertas las divagaciones de su mente, ya nublada
por la telaraña de los años. El chasco era anonadante, pero evidente;
la decepción me hizo odiarlo. No obstante, en mi interior algo se
resistía a la furia iconoclasta que me embargaba. Estaba convencido de
haber sido engañado, pero en el fondo buscaba un asidero al que
aferrarme, un resquicio que corroborara la veracidad de todo cuanto me
había dicho. En la desesperación que me oprimía, recurrí a todo.
Entrevisté ancianos de la edad de mi tío y hasta visité Sociedades
Geográficas. En una de estas, el más viejo de la directiva me dijo,
como único indicio, que Cuba era el antiguo nombre de Extranjia, país
muy nombrado por su actual papel en la economía mundial. Mi
informante, un geógrafo no tan lúcido como aparentaba mi tío, no supo
añadir más, pero con ese dato regresé a casa, como el que ha cobrado
una gran pieza en su cacería. Ahora sólo me quedaba recurrir a los
libros, terreno al que soy alérgico. Eso de almacenar libros, ocupando
espacio y acumulando polvo, me parece una actividad absurda y arcaica,
propia de gente excéntrica como Edgar. Personas que no saben
aprovechar las comodidades que nos brinda la tecnología. A mí, cuando
necesito consultar algo, me basta con abrir, en mi tableta o en mi
biblioteca electrónica, la obra requerida. Los únicos libros en papel
que poseo, son los textos que usé en mi época de estudiante. Esos los
conservo como recuerdos. ¿Para qué tener más, si puedo acceder a las
mayores bibliotecas del mundo, en forma digital?..
Esa misma noche, puse en pantalla la Enciclopedia Británica que, en su
última edición digital, me dice: "Cuba, nombre anterior de la actual
Extranjia". No agrega más, remite a un largo listado de referencias y
voy a la primera entrada de las muchas con las que enlaza. Allí, leo:
"Extranjia: Isla del Caribe, cuyo PIB duplica el de la Unión Europea y
segundo exportador del mundo, únicamente superado por China. La casi
totalidad de su población es foránea, de ahí su nombre EXTRANJIA, país
de extranjeros. Sitio de trabajo y turismo, principal enclave de
maquiladoras, mega empresas transnacionales y la mayor receptora de
fuerza de trabajo, (absorbe una gran parte del desempleo mundial). Se
calcula entre doce y quince millones, los trabajadores, provenientes
de otros países, que son contratados anualmente. Estos, más unos ocho
millones de turistas, constituyen la actual población de Extranjia,
siempre renovada. Los nativos sobrevivientes, apenas alcanzan el
millar, a los que atiende un servicio de seguridad social foráneo. Con
lujosos hoteles y casinos, ha desplazado a los tradicionales centros
de atracción turística como Venecia, Hawai y Montecarlo. Sus
principales incentivos son el clima de verano permanente, las
espectaculares playas y los raros ejemplares que aún quedan de una
nacionalidad extinguida."
Me tranquiliza pensar que, lógicamente, mi tío no podía conocer la
actual realidad de Cuba. Él sólo se interesa por el pasado y el pasado
de Extranjia es Cuba. De ella, fue la información que me brindó: la
relacionada con su ayer lejano, lo que fue. De su hoy, como del resto
del mundo actual que le rodea, lo ignora todo. ¡Y yo, que puse en duda
su salud mental!... ¡He vuelto a recuperar mi ídolo! Con un
sentimiento de culpa y, arrepentido de mi pérdida de fe, hoy he vuelto
a visitar al tío Edgar. En realidad he estado rehuyéndole, avergonzado
por haber dudado de sus palabras. Me recibió como siempre, sin
extrañar mi prolongada desaparición, a la que no hizo alusión alguna.
Para él, era como si me hubiera visto ayer:
_ ¡Qué bueno que viniste! He reunido más datos sobre Cuba, que quizás
te interesen…
Y diciendo esto, como saludo de bienvenida, fue a un estante, sacó un
gran álbum de recortes y me lo puso en las manos. Hecho esto, se
retiró a la cocina, anunciando que iba a preparar la extraña infusión
que me ofrecía habitualmente. Cuando regresa, me da una taza del
brebaje humeante, coloca la suya sobre una columna de libros apilados,
se sienta a mi lado, y quitándome el pesado álbum de las manos, lo
abre y empieza a mostrarme su contenido:
_Esta colección es una reliquia; contiene recortes de diarios, algunos
con más de un siglo de antigüedad… Mira, aquí Cuba aparece como la
mayor productora de azúcar del mundo… Estos otros relatan, distintos
aspectos del proyecto que acometieron sus gobernantes para transformar
el país, de sus logros y dificultades, de las confrontaciones con la
gran potencia vecina… Mira, mira, mira… En una oportunidad, la pequeña
islita estuvo a punto de ser la causa de una conflagración atómica;
por poco origina un conflicto nuclear entre las dos grandes potencias
que existían entonces… Eso fue en 1962, hace ya 122 años… Y este
artículo, publicado en una revista de la época; para mí, el más
importante, describe una estampida de emigrantes, ocurrida en 1980 por
un puerto llamado Mariel… ¡Léelo, es muy interesante!... En esa masa
migratoria, al parecer, salió de su país nuestro desconocido
antepasado…
Después hojea otros, en algunos se remarca que en un tiempo posterior
a esa crisis, Cuba se convirtió en un importante emisor de médicos,
maestros y asesores. Su producción de bienes era insignificante y la
mayor parte de sus ingresos, los obtenía exportando servicios
profesionales…
Pero en ninguno de aquellos recortes, Edgar encuentra el por qué y
cómo Cuba se convirtió en Extranjia. Entre el pasado y el presente de
aquella isla, se abre un abismo de interrogantes, que el viejo
arqueólogo soslaya, porque no mueven su interés. Con anterioridad,
vimos a su joven admirador, debatiéndose en conflictos internos que
magnifica. Más pendiente de su mundo sensorial y afectivo, que del
mundo real. Los dos son como ciegos que tantean todo alrededor,
confundidos, sin tomar un rumbo cierto, volviendo siempre sobre sus
pasos, sin poder avanzar en una dirección. Ambos flotan en el
aislamiento y soledad propiciados por la sociedad en que viven. Una
sociedad egocentrista, donde nada que no sea yo, merece atención. Así
emplean el vivir. Si es que puede llamarse vivir, al tránsito en que
estos dos personajes discurren sus vidas. Como van por la superficie,
son incapaces de profundizar, de llegar a un fin ulterior, que
justifique los esfuerzos invertidos. Allá "afuera" no encuentran nada
que los motive y uno vuelca la atención al pasado estático; el otro a
su interior, errático y monótono.
Y huyendo de esa monotonía que le agobia, dominado por una curiosidad
siempre insatisfecha y por puro snob, nuestro protagonista compra un
pasaje a Extranjia. Estaban agotados los de primera clase, reservados
para turistas y él, por aprovechar el tiempo de vacaciones, ha
decidido no esperar. Así, lo vemos acomodarse en un asiento de la
sección regular donde el precio es menor y las comodidades también. A
su lado, viaja un joven de aspecto humilde, con el cual no tarda en
trabar conversación. El desconocido, agradable y locuaz, se identifica
como Licenciado en Informática, y va a Extranjia contratado por una
gran firma consultora, radicada allá. Esperanzado, le inquiere sobre
sus conocimientos del lugar que ambos tienen como inmediato destino.
Pero, el joven sabe tanto como él y solo habla de programas y sistemas
automatizados de información. Por distraer el tedio que le producen
las horas de vuelo, él finge interesarse en el monólogo de quien
considera solo un compañero de viaje, del que se despedirá una vez que
aterricen y al que no verá más…


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De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
debo.

Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
http://jorgecolivaespinosa.blogspot.com.es
jorgecoliva@gmail.com

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