lunes, 17 de junio de 2013

EXTRANJIA CAP 9 Y FINAL

IX
Al entrar en el fabuloso casino, me dirijo al gran salón de ruletas.
Allí las hay de todo tipo: las clásicas electromecánicas, las chinas,
las virtuales que se proyectan sobre la pared y las que se envían, de
forma individual, por la red electrónica. Las hay numéricas y otras
que sustituyen los guarismos por símbolos y figuras del más diverso
género. Desde clásicos personajes de la literatura, o de historietas
cómicas, de famosos jefes de estado, hasta de cartas astrológicas
presididas por sus emblemas zodiacales. Comienzo por estudiar los
rostros de los jugadores que rodean las distintas mesas o sitios. Cada
uno, desde el que parece de piedra, el que aparenta una indiferencia
que no siente, hasta aquel devorado por la ansiedad, expresa un mundo
interior que lo compulsa a jugar. Todos confían en el dios azar,
esperan que este caprichoso salvador, les haga un guiño de complicidad
y les favorezca. Seducidos creyentes, dejan en manos de un poder
supremo sus destinos y aguardan esperanzados que del misterio brote un
golpe de suerte. Si el resultado les es adverso, tienen a quien
culpar. Si, por el contrario, les favorece, atribuirán el éxito a su
fina intuición. El juego y la religión, siempre me han parecido
hermanados por idéntica renuncia al empleo de esfuerzos propios. Un
dejarse llevar por lo oculto y poderoso, una resignación pasiva ante
lo inexorable. En resumen, el cómodo descargar en otro, las
responsabilidades propias. Tanto jugadores como creyentes, ambos
confían su suerte a fuerzas externas.
Ahora tengo la posibilidad de escrutar a un grupo nutrido de estos
confiados adoradores de la diosa del cuerno de oro y practico, en esta
observación, mis conocimientos de sicólogo aficionado. Me es fácil
reconocer entre ellos, a los adictos, a los enviciados que cargan una
condena de la que no pueden librarse. Esos se ven encadenados a las
mesas como galeotes al banco de remos. También puedo identificar a los
pedantes conocedores de unas supuestas leyes del azar. Se las dan de
eruditos matemáticos, capaces de descifrar la serie de números primos
y el orden aleatorio de los eventos probabilísticos. Así, estudiando
las caras, compongo un zoológico de jugadores. Entretenido en esa
construcción, me detengo en un jugador. Algo, en aquel rostro
ensimismado en combinaciones posibles de números y colores, me era
conocido, sus facciones y gestos me recordaban a alguien. No tardé
mucho en identificarlo. Allí, inclinado sobre la mesa, tenso, atento
al rodar de la bola que, recuperando su inercia, disminuía su
velocidad inicial y se detendría en cualquier momento, estaba mi
compañero de viaje; aquel joven que, con su conversación, un poco
insulsa, contribuyó a disipar el tedio que siempre siento mientras
vuelo. En cuanto se separó del mueble de las ilusiones, chasqueado de
esperadas posibilidades que no llegaban a convertirse en realidades,
fui a saludarle. Iba vencido y creo que mi aparición le ayudó a
recuperarse. De inmediato, él también me reconoció y el intercambio de
impresiones, como dos recién llegados a Extranjia, hizo inevitable que
fuéramos a sentarnos en el bar más cercano, propicio a mutuas
confidencias. El primer brindis lo apuramos entre sonrisas de
recíproca complacencia por el reencuentro. No tardamos en repetirlo y
durante la segunda y tercera vuelta, intercambiamos nuestras primeras
impresiones recibidas de este país, territorio o lugar de reales
fantasías, en verdad fabuloso. Le confieso el verdadero objetivo que
perseguí en este viaje y mi certeza de estar cumpliéndolo. Añado mi
hallazgo de Eva y su benefactora sabiduría, del anciano lúcido que
aportó tantas respuestas a las interrogantes que me hacía al llegar y
hasta, por pura distensión, concluyo pormenorizando mis aventuras en
el lupanar multinacional. Cortés, fui sucinto y me interesé por
conocer sus experiencias primeras. Llegado su turno, el joven
informático me cuenta que disfruta de un cargo muy bien remunerado en
una firma de estudios sociológicos, que a su vez sirve de consultora a
la mayoría de los consorcios que operan aquí…. Que ha venido esta
noche a jugarse el salario de todo un mes y que lo ha perdido.
Enseguida agrega, que esta pérdida, aunque cuantiosa, es reparable
mediante los créditos que le confieren, debido al cargo que desempeña.
Para alejarlo, aunque sea momentáneamente, del pesar que le ocasiona
tal pérdida, lo conmino a hablar de su trabajo en esa firma asesora.
_Como sabes, Extranjia recibe los desempleados de muchas partes del
mundo. Es un aliviadero para el desempleo causado por las repetidas
crisis en que caen sus países. Entonces, es necesario poder manejar y
condicionar el pensamiento de ese conglomerado heterogéneo, utilizando
políticas de información convenientes. De lo contrario, esto sería un
caos ingobernable. En mi trabajo, sicólogos, sociólogos, diseñadores e
informáticos como yo, elaboramos esas políticas de condicionamiento y
modelación de un mercado productor por necesidad y consumidor
inevitable del producto que se le ofrezca…
Son tan valiosos lo datos que me brinda, que se convierte en mi
tercera fuente de información. La primera lo fue, sin duda alguna,
Eva. La segunda la encontré en aquel anciano sobreviviente, ejemplar
de una fauna extinguida. Y ahora este joven informático, a quien no
pensé volver a ver, complementa todo lo anterior y me lo integra en un
todo abarcador, como panorámico. Cuando apura el tercer trago, retoma
impulso y continúa:
_He podido averiguar que, después de elevar la edad de jubilación,
primero a los 65 y luego a 70 años, el país que desapareció se vio
obligado a importar mano de obra. Primero de trabajadores no
calificados, pero con el tiempo fue necesario traer personal
especializado y la inmigración de trabajadores de todo tipo llegó a
ser tan generalizada, que hasta los más altos funcionarios, rectores
de la economía, eran extranjeros. También agregó, que la producción y
los servicios estaban en manos de grandes consorcios y empresas
extranjeras…
¿Entonces, -le pregunté- ya Cuba, o como se llame ahora este país, no
es independiente, pues la economía está en manos extranjeras y ni
gobierno nacional tienen?... Su respuesta fue tan asombrosa como su
locuacidad:
_No, eso no. Tienen sus gobernantes locales: LA GRAN CÁMARA DE
COMERCIO DE EXTRANJIA. La integran representantes de todos los
consorcios establecidos aquí y algunos descendientes de los últimos
gobernantes autóctonos. Estos últimos representan, como en las
monarquías parlamentarias, un poder simbólico: la representación de un
Estado, que en realidad no existe. Como los reyes, han delegado sus
poderes en un gobierno elegido en comicios. De esta forma se cubren
con el manto democrático y mantienen la legitimidad de un mandato muy
discutible…
_¿Y fuerzas armadas que defiendan sus fronteras, no tienen?
¿Para qué necesitan un ejército? Es absurdo que alguna de las
principales potencias que tienen inversiones aquí, pretenda atacarlos.
Destruirían sus propias riquezas y el desahogo que tienen para sus
crisis. Ten presente que este lugar absorbe sus desempleados y les
libra de las tensiones que significarían los reclamos de esa masa
ingente, que sólo quiere sobrevivir. Los que rigen los destinos de
Extranjia, no han descuidado ningún sector. Lo mismo controlan la
agricultura y las explotaciones mineras, que los servicios médicos,
los de educación y cultura, los del orden interior. Todo operado por
extranjeros necesitados de trabajo. Es evidente que el alcohol lo hace
locuaz y es todo un torrente informativo lo que vierte sobre mí. Ya,
en la alta madrugada, complacido, decido cerrar el chorro interminable
que brota de sus confesiones y me brindo a trasladarle a su domicilio.
Mañana reservaré pasaje para volver a mi país. Llevo conmigo una
historia inigualable.

La Historia completa siempre su espiral dialéctica
La pretensión de una superpotencia por instalar una base militar, es
rechazada vigorosamente por la población. Se suceden enérgicas
protestas y disturbios. Al final se suscribe un acuerdo para declarar
a Extranjia zona desmilitarizada. Una vez más, priman los intereses
económicos por encima de los políticos. En la ONU se producen
continuos debates por el reconocimiento de Extranjia como Estado. Al
final se le admite con el status de observador. Poco a poco, se van
dando las condiciones para un resurgimiento del sentimiento nacional.
Se va forjando así una nacionalidad, que clamará y luchará por
establecer su Estado Independiente. Al final de sus luchas, a casi un
siglo de su fundación, Extranjia que era simplemente un país, se
convertirá en una Nación.

Última anotación de un improbable diario:
Me incorporo bruscamente, estoy sentado en mi cama y aun me estremecen
las imágenes aterradoras de esta pesadilla. Para ahuyentarlas,
restriego mis ojos, necesito devolverles la visión real de mi
actualidad. No soy un joven turista, lejano descendiente de cubanos,
ni estoy en Extranjia. Soy yo, vivo en Cuba y este es el dormitorio de
mi casa, aquí, en Regla. Una vez recobrada mi conciencia, para acabar
de despertar enciendo la radio, sintonizada siempre en Radio Reloj.
Desde hace años que no muevo el dial, pues esta estación me informa de
los titulares en dos minutos y las demás, a pesar de decir lo mismo,
demoran más tiempo en dar las mismas noticias. Las principales de hoy
son que Brasil toma en arriendo la administración de dos centrales
azucareros nuestros, que la expectativa de vida de los cubanos alcanza
los 78 años para los hombres y 80 para las mujeres; que ya el 26% de
la población es mayor de sesenta años y que se ha autorizado a
empresas foráneas, la exploración y explotación de los yacimientos
niquelíferos del país. También dice que la plataforma "Escarabeo",
arrendada a transnacionales, explora nuestro subsuelo marino en busca
de bolsones petrolíferos…
Sin duda, he tenido un sueño tenebroso, una verdadera pesadilla.
Quizás fue la influencia de las novelas orwellianas o las
aprehensiones que siento por nuestro futuro... Pero, por los breves
instantes que duró aquel tormento, me vi, con lujo de detalles,
trasladado a una distopía, bien cubana. ¿O sería una ucronía?...

Regla, mayo 20 de 2013


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De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
debo.

Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
http://jorgecolivaespinosa.blogspot.com.es
jorgecoliva@gmail.com

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