lunes, 10 de junio de 2013

UN MANUAL INUTIL (13)

UN MANUAL INÚTIL (13)
Por Jorge C. Oliva Espinosa

POLITICA DE CUADROS
Entre las acepciones que ofrece el diccionario de la palabra CUADRO,
no encuentro el significado que en Cuba le hemos dado a ese vocablo.
Si acaso, compruebo algunas aproximaciones en el sentido figurado
cuando me dice: "Equipo, formación", o cuando, remitiéndome a los
términos militares, dictamina que es "el conjunto de jefes de un
regimiento". En nuestra Patria "Cuadro" significa más. Casi convertida
en cubanismo, la oigo referida a personas con mando o cargos de
dirección, (Ministro, Director de Empresa, Funcionario administrativo
o partidista), también a los que, sin tener ni uno ni otro, despuntan
como prometedores prospectos (-"Este muchacho es todo un Cuadro"), y
hasta como tratamiento popular y afectuosamente lisonjero, cuando al
conversar un cubano le dice a otro: -"Oye, Cuadro", "Mira Cuadro", "¿Y
tú qué, Cuadro?"...
Por eso digo que Cuadro, no es un cubanismo. Más que eso, es una
institución, fuertemente, arraigada en nuestro acontecer diario. Forma
ya parte de nuestro pensamiento e ideología, de nuestra proyección y
anhelos. El que no sueña con ser Cuadro, guarda, secretamente, la
esperanza de que su hijo llegue a serlo. Por algo tenemos nuestras
ESCUELAS DE CUADROS y hasta una particular POLITICA DE CUADROS, con su
RESERVA DE CUADROS. De esta política quiero tratar en el presente
artículo, ya que es promotora del desarrollo de nuestra sociedad.
Resorte del esfuerzo descomunal de miles y miles de personas.
Responsable directo de logros y aciertos. Causa primordial de nuestro
polifacetismo y universalidad, ella ha permitido la desaparición entre
nosotros del intrusismo, ese mal proliferado en otras tierras, padre
de la improvisación y el aventurerismo ignaro.
Que un médico se dedique a la Economía, un abogado se ocupe de la
industria química, o un Sociólogo dirija la genética porcina, son
cosas de nuestro país, muy nuestras. En cualquier otra latitud es más
frecuente ver una especialización concordante con la actividad del
especializado. En fin, una verticalidad absurda que empobrece las
posibilidades infinitas del hombre, lo limita, haciéndolo tuerca,
tornillo de esa maquinaria moledora de la humanidad que es el Capital.
Aquí no. En Cuba, liberada del odioso sistema, todos tenemos la
oportunidad de realizarnos en los campos más variados de la actividad
humana. Dueños absolutos de nuestras potencialidades, podemos ver
realizadas nuestras quimeras en la propia ocupación diaria. Un
ingeniero puede ser maletero o camarero en un gran hotel, o un
psiquiatra convertirse en cantante de salsa. Aquello de "zapatero a
tus zapatos" aquí no se oirá jamás. Ese refrán del medioevo encadenaba
al pobre remendón a la bigornia y la chaveta, privándolo del
desarrollo integral y multifacético tan necesario a la naturaleza
humana. Le negaba, en fin, el acceso a otros campos del saber y el
hacer. Ahora y aquí, el zapatero y todos, podemos acceder a los más
disímiles oficios y destinos.
Y todo lo anterior ha sido posible gracias a una inteligente POLITICA
DE CUADROS. A ella debemos, sin dudas, nuestros grandes logros, porque
coadyuva al desarrollo de la principal fuerza productiva: El Hombre. Y
no es sólo, nombrando en los cargos dirigentes a los, aparentemente,
ajenos al ramo o actividad en cuestión. Es, derivando grandes sectores
de la sociedad a otras actividades como se manifiesta esta
peculiaridad de nuestra POLITICA DE CUADROS. Ejemplos: A las
prostitutas las hicimos taxistas y a los barberos los convertimos,
(mediante la capacitación en cursillos cortos) en tabaqueros. Claro,
que hemos tenido nuestros escaches. Los automóviles dados a las
primeras, los volvimos chatarra. Y los segundos fueron responsables de
nuestra crisis tabacalera. Además de convertir el pelarse o afeitarse
en tarea ingente. A los campesinos los hicimos desaparecer cuando los
volvimos burócratas, etc. Pero la cosa comenzó primero, antes incluso
de que se abriera la primera Escuela de Cuadros. Cuando, gracias a las
dificultades, cada cubano tuvo que volverse albañil, mecánico, plomero
y electricista. "¡Hágalo usted mismo con sus propias manos!" fue la
consigna que seguimos todos, obligados por la inexistencia o la
inaccesibilidad de maestros de esos oficios. Así, desde temprano, nos
preparamos todos para asumir las más variadas tareas.
¿Y qué decir de las sucesiones o relevos? ¿Cómo lograr que la envidia
subalterna, ambicionando el cargo superior, no conspire y "le serruche
el piso" al jefe? ¿Cómo hacer para que nadie intrigue por ascender?
Pues con nuestra POLITICA DE CUADROS. Aquí nadie pasa de viceministro
a ministro, ni de Subdirector a Director. Usted puede estar dirigiendo
la Agricultura en una Provincia y caer de Director de Salud en un
Municipio de otra. Puede pasarse toda la vida de segundo, aun cuando
remuevan diez veces al primer jefe. O puede graduarse en la Escuela
Superior de Guerra e ir a dirigir un Ministerio civil como el de la
Pesca, el de Comunicaciones o el de la Industria Azucarera. ¡Cosas de
mi Cuba!
La permanencia, promoción o sustitución de los Cuadros tienen un sabio
objetivo en nuestro caso. Por cierto muy educativo. Si es exitosa su
gestión no hay por qué mantenerlo en el cargo. Eso podría conducir al
anquilosamiento, la vanidad y el endiosamiento. Es mejor trasladarlo a
desempeñar otra función bien distinta. Tampoco debe premiársele con la
promoción porque, como ya vimos, eso podría alimentar ambiciones e
intrigas. Así eliminamos luchas intestinas por el ascenso. Nos queda
por analizar el mecanismo de las sustituciones. Aquí nadie renuncia.
Ese gesto se tiene como abandono cobarde y traición. Sustituir a un
Cuadro puede tornarse escándalo. Por ello, cuando se hace necesario,
debido a una ineficiente gestión, nuestra POLITICA DE CUADROS tiene su
fórmula acuñada: el funcionario relevado "pasa a desempeñar otras
funciones". Eso, si el asunto no tiene otras implicaciones. Que
entonces, puede dar lugar a la apertura de un proceso ejemplarizante
para toda la Nación, donde nos enteramos de cada cosas... Pero
recordemos, una gestión pobre e ineficaz, la propia incapacidad, no es
la única causa que podría determinar la Sustitución. Si el Cuadro se
ha desempeñado bien, sustituirlo puede, en la práctica, representar un
premio y una promoción real. Así garantizamos una dinámica llena de
expectativas, donde todo puede suceder. Lo mismo un Secretario de la
Juventud llega a dirigir el Partido en una Provincia, que pasa a
conducir el Ministerio de Relaciones Exteriores. Un Primer Secretario
de Partido Provincial (Cuadro Político) puede ser designado Ministro,
o un Ministro (Cuadro Ejecutivo) convertirse en Presidente de la
Asamblea Nacional, (máximo órgano legislativo). La especialización es
hija de la división. Y bajo nuestro cielo reinan la unión y la
integralidad. Igual pasa con las profesiones, que no pueden
convertirse en cárceles o camisas de fuerza del desempeño de
funciones. Pero todos los récords los han batido los médicos. Aquí
ellos controlan la economía, el orden interior, las investigaciones
pesqueras, etc., mientras que, economistas y abogados se ocupan del
arte, la producción de rones, y otras ramas de la tecnología. Y ello
debido, como ya apuntamos, a que los ingenieros muestran una fuerte
inclinación por la rama hotelera y el turismo.
Un caso sorprendente sucedió cuando hubo que sustituir por corrupto al
Ministro de Transporte (que antes lo había sido del Azúcar). Como no
se encontró a alguien bien ajeno al ramo a quien nombrar, la
designación tuvo, forzosamente, que recaer en... el propio compañero
que atendía, a nivel nacional, la POLITICA DE CUADROS DEL PAIS. Y allí
estuvo, simultaneando las dos funciones, hasta que murió, como buen
soldado que era, al pie del cañón. Digo, del buró desde donde atendía
sus dos cargos.
Y yo pienso, para terminar, lo contento que estaría León Felipe, el
gran poeta español, si supiera que en este país se cumplen al pie de
la letra sus versos, sobre todo aquel de "Romero sólo", hoy convertido
en directriz de nuestra POLITICA DE CUADROS y que dice así:
"...No sabiendo los oficios los haremos con respeto.
Para enterrar a los muertos
como debemos
cualquiera sirve, cualquiera..., menos un sepulturero."
(CONTINUARÁ)



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De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
debo.

Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
http://jorgecolivaespinosa.blogspot.com.es
jorgecoliva@gmail.com

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