martes, 25 de junio de 2013

HEREJÍA

HEREJÍA
Por Jorge C. Oliva Espinosa

Los cambios introducidos en el modelo económico cubano, están
produciendo una reestructuración del mosaico social. Parece una
perogrullada, pero yo insisto en analizar esta nueva situación. Voy a
usar para ello, lo poco que conozco de Marx y del marxismo. Es
demasiado evidente que la división de la sociedad en clases
antagónicas, estudiada por Marx en el siglo XIX, no se repite en la
sociedad del siglo XXI, aún clasista y antagónica. Otro es el
escenario, otros son los protagonistas y la lucha que entablan entre
ellos reviste nuevas formas. Algunos, al amparo de estas realidades,
intentan revivir a Browder y su proclamado fin de la lucha de clases.
La lucha continúa, pero ahora entre otros contendientes y bajo otras
condiciones.
El vertiginoso desarrollo tecnológico transformó la composición del
proletariado estudiado por Marx. Las condiciones de trabajo se
hicieron "humanas" y con ello la explotación se maquilló. Por otra
parte, la especialización en el dominio de las nuevas tecnologías,
trajo la fragmentación de los que "sólo poseen su fuerza de trabajo".
En efecto, entre los no dueños de los medios de producción
aparecieron, en los siglos XX y XXI, quienes accedieron a
diferenciados niveles de consumo y de vida, gracias a sus
conocimientos y habilidades especiales. Es muy difícil pedirles a
estos trabajadores que se sientan explotados. Sus intereses y
aspiraciones ya son otros.
Analizando el transcurso de los últimos dos siglos y el principio de
éste, invocando al propio Marx, podemos refutar el papel protagónico
que le asignó el genial alemán a la clase obrera. Ella no puede ser
hoy la reivindicadora, la más revolucionaria, la que levante la
bandera rebelde capaz de cambiar el mundo. Estas afirmaciones mías
pudieran parecer heréticas. Pero, para enunciarlas me baso en la
historia, esa gran maestra que nos da ejemplos continuos e
irrebatibles. No miraré más allá de nuestras costas, donde se repiten
las demostraciones. Me circunscribiré a nuestra historia, a la que
hemos vivido, la que nos brinda sus clases magistrales.
En Cuba, no fue la clase obrera la que inició la gran rebelión, la que
condujo la lucha contra la última dictadura y la que llevó la
Revolución al poder. Esa clase estaba narcotizada por los vapores del
capitalismo sometido a intereses foráneos, un capitalismo
subdesarrollado y sufragáneo. La había fragmentado un sindicalismo
amarillo, el mujalismo; era descreída y no tenía conciencia del rol
que le tocaba desempeñar. La lucha la comenzó un sector igualmente
oprimido, la clase media, la mal llamada pequeña burguesía. Revísense
las profesiones de los iniciadores. Ahí estaban los pequeños
comerciantes, los abogados sin bufete, los médicos sin plaza, los
maestros sin escuelas, el estudiante y el oficinista, los sin futuro.
En Cuba, un país agrario, la insurrección comenzó en las ciudades. Más
tarde, cuando escaló las montañas, el campesinado formó la masa del
Ejército Rebelde. Pero desde el principio y para siempre, ese ejército
fue dirigido por aquellos citadinos que mostraban mayor cultura.
Siguiendo el mito de su predestinación, por los cauces trillados del
estalinismo, otorgamos a los obreros la condición de clase dirigente.
Todo quedó en la proclama. Los señalados para tal papel no llegaron a
desempeñarlo y el partido asumió la dirección.
Hoy asistimos a la multiplicación de trabajadores independientes. Los
mal llamados "cuentapropistas". No son asalariados del patrón llamado
Estado. Son dueños de sus medios de producción. Ocupan una posición
diferente respecto a esos medios y según el Marx del Manifiesto
Comunista, constituyen una nueva clase. No comparten los mismos
intereses de los que trabajan para el Estado. Por otra parte, los
gobernantes actuales han declarado su propósito de reducir,
drásticamente, el número de empleados estatales. Esos desplazados no
tendrán otra opción que convertirse en trabajadores independientes.
La prensa informa con reiteración el aumento constante de trabajadores
por cuenta propia y muestra ese crecimiento como un éxito. Esta
realidad nos coloca ante un panorama al que debemos prestar atención.
Es nuestra actualidad y pudiera implicar nuestro futuro. No debemos
ignorarla. El mosaico de nuestra sociedad actual, lo percibo
constituido por tres clases:
1. Los pequeños productores independientes, dueños de sus medios de
producción. En esta clase incluyo a los llamados "cuentapropistas" y a
los productores agrarios (dueños de pequeñas parcelas y usufructuarios
de tierras estatales). Con ellos se aliarán sus asalariados que, en un
principio, identificarán sus intereses con los del patrón que explota
su fuerza de trabajo. Es de esperar que estos asalariados, al ser
mejor remunerados, se sientan menos explotados que los trabajadores
estatales y no formen con ellos una causa común. Mientras, algunos
trabajadores independientes, triunfadores en la competencia, al
apropiarse de la plusvalía creada por otros, derivarán sus posiciones
hasta convertirse en nuevos capitalistas.
2. Los asalariados de un gran capitalista llamado Estado, que
quedarán en el escalón más bajo de la pirámide social, y
3. Una nueva burguesía representada por burócratas y tecnócratas que,
amparados en el poder, pretende dirigir la sociedad. Esta última clase
suplanta la posición y usufructúa los beneficios del Capitalista, se
abroquela para no perderlos y mantener así su dominio como clase.
Administra a su juicio la plusvalía que no crea. Y se apropia de ella,
mediante la explotación del trabajo asalariado y de las cargas
impositivas que pagan los productores independientes y el resto de la
sociedad. Es de prever que reciba apoyo del capital extranjero y
establezca alianzas con el mismo.
No he olvidado a los artistas e intelectuales. Me refiero a los que
concurren al mercado con su producción cultural. Pero ellos no se
identifican por un interés particular, común al grupo y diferenciado
del resto. En algunos casos, esos intereses les hacen ocupar
posiciones semejantes al trabajador independiente. En otros, al
asalariado. Incluso, hemos visto casos excepcionales, en los que un
privilegiado forma filas junto a la burocracia.
La lucha de clases está planteada y es de prever en ella, reacomodos
de posiciones, desprendimientos, movimientos migratorios de uno a otro
grupo, choques y alianzas. Toda una dinámica cuyo motor será el
interés diferenciado de cada clase. Esta es mi pequeña y particular
visión de nuestra sociedad actual. Puede parecer una herejía. Es
posible que sea el resultado de mis muy limitados conocimientos. Pero,
así lo pienso y digo, siguiendo la fórmula de mi amigo Félix Sautié,
"sin querer ofender a nadie que piense distinto y con respeto sumo a
las opiniones de cada cual".

Desde Regla,
Ayer "La Sierra Chiquita"; ayer, hoy y siempre, bastión de rebelde cubanía
Junio 25 de 2013


--
________________________________________________________________
De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
debo.

Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
http://jorgecolivaespinosa.blogspot.com
jorgecoliva@gmail.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario