jueves, 2 de mayo de 2013

YO, LA HABANA Memorias de una Ciudad (10mo envío)

YO, LA HABANA
Memorias de una Ciudad (10mo envío)

1919
Me toman las primeras fotografías aéreas. ¿Cómo habré salido?... Lo
hizo Adolfo Roqueñi, reportero del periódico "El Mundo", desde un
avión el 19 de junio. Hacía justo un mes que Agustín Parlá, piloto
cubano, había volado hacia los Estados Unidos transportando un
cargamento de jabón marca "Sapolio". Dejaba inaugurado así el
transporte aéreo.

A juzgar por el presupuesto aprobado en el Ayuntamiento, la
celebración de mis cuatrocientos años iba a ser por todo lo alto. Se
hizo un llamado al patriotismo de las clases vivas para que
contribuyeran. El Club de Leones prometió su aporte y también el de
los Rotarios. En el Parlamento, se armó tremendo debate por mi
cumpleaños. Un legislador gubernamental pidió una sesión solemne de
ambas Cámaras. La bancada del Partido Igualitarista se opuso,
aduciendo que tal acto constituiría un privilegio hacia mí, que soy la
Capital, y una discriminación a las demás ciudades, cuyas efemérides
fundacionales no se celebran a nivel nacional. No obstante, se aprobó
dar respaldo económico a la iniciativa de mi alcaldía, mediante un
nuevo impuesto al ron. Esto favorecería a los importadores de bebidas
extranjeras, muy amigos de ciertos congresistas, lo que produjo
nuevas y enconadas polémicas con los defensores a ultranza de lo
nacional, amigos a su vez de los productores criollos.
Al final, todo se redujo a un concierto de la Banda Municipal, y al
adorno del recinto consistorial con cintas tricolores y macetas de
arecas. El Señor Alcalde dio una perorata, donde involucró a Cristóbal
Colón dando una misa bajo la ceiba y todos los Concejales asistieron
de frac ¿Y el presupuesto, y lo recaudado?... Claro que se dio por
gastado y algunos sacrificados de la política pudieron tener nuevos
automóviles y residencias.

1920
Ya finalizada la guerra en Europa, el azúcar sube de precio y Cuba
baila la "Danza de los Millones". Nuevos ricos afloran en la fauna
social y yo, que hacía tiempo había desbordado mis murallas, vi crecer
suntuosos y exclusivos barrios en mi más lejana periferia. Pero allá
deben haberse asentado gente extraña y forastera, pues han nombrado
sus poblamientos con los extranjeros nombres de Miramar, Biltmore y
Country y a sus vástagos, en las crónicas, los llaman Bobby, Willy y
Tony cuando reseñan los "parties" de la "Alta Sociedad", que ahora se
dice "la jay", en sus Yacht and Lawn Tennis Clubs. Parece que la tal
danza no la bailan todos, porque a la par, me proliferan barrios
indigentes, como pústulas de miseria, con nombres bien cubanos: "Llega
y Pon", "Las Yaguas", o "Cueva del Humo"...

Hay conmoción en mis medios literarios: En el teatro Payret se
presenta el novelista español Vicente Blasco Ibáñez.

Aprovechando los millones de la danza y soñando con residir en él
mucho tiempo, el Presidente- mayoral me construye un ostentoso Palacio
Presidencial, lleno de mármoles y espejos, versallesco, mucho collar
para tan poco perro.

"La Compañía Aérea Cubana", con varios aviones franceses marca
"Farman" abre un servicio de transporte de carga por avión, que me
enlaza con Cienfuegos y Santiago de Cuba. También volará a Estados
Unidos. El servicio de pasajeros lo hará con cinco aviones marca
"Goliath" con capacidad para catorce viajeros que cubrirán la ruta
Habana-Cienfuegos en tres horas. El precio del pasaje es de cincuenta
pesos y yo dudo que este novedoso medio de trasladarse, esté al
alcance de la inmensa mayoría de mi población.
Pidió mucho para así tener un pretexto y no venir; pero se cogió
aquello con la puerta porque accedieron a pagarle lo pedido. Era el
mejor tenor de todos los tiempos y mis nuevos ricos podían darse el
lujo de traerlo a cualquier precio. Dicen que con sus agudos era capaz
de romper una copa. Y aquí lo que por poco rompe fue el récord de
velocidad. Cuando oyó la explosión, echó a correr y hubo que pararlo a
varias cuadras del teatro. Sí, a Enrico Carusso yo no lo oí cantar
porque la entrada era muy cara. Pero en cambio lo vi correr por El
Prado, muerto del susto, tal como estaba vestido para actuar.

Antes de terminar este año, el azúcar vuelve a bajar de precio y
quiebran no sólo dueños de Centrales, hacendados y colonos, sino
también los bancos cubanos y españoles que los refaccionaban. Nuevas
propiedades pasan a manos norteamericanas. Ya tengo moneda nacional, a
la paridad del dólar, y un flamante y gran hospital: El Calixto
García.

1921
Lo más parecido a un conservador es un liberal. El nuevo Presidente lo
prueba siendo un cambiacasaca. Cuando no le queden partidos en que
militar, creará uno nuevo. Para eso es un demócrata descarado, perdón,
quise decir "declarado". Al final sale electo con el apoyo de su
antiguo enemigo que le traspasa el poder. Él lo va a ejercer de modo
distinto. Será igualmente corrupto, pero tolerante. Hace a la policía
pasiva, casi inexistente. No reprime a nadie; ni delincuentes, ni
opositores. Todos tendrán derecho a medrar, insultar y calumniar,
mientras Míster Crowder le elige los Secretarios de su gabinete.
Cínico y taimado, Alfredo Zayas dará a todos muestras de astucia.
Eleva el rango del procónsul norteamericano, convirtiéndolo en
Embajador y rescata para sí la facultad de nombrar sus ministros.
Cuando los estudiantes reclaman limpiar de lacras la Universidad, él
se desentiende del asunto y les traspasa el problema, dejando en sus
manos la autonomía universitaria.

A pesar de todo, tengo un motivo de júbilo: un habanero, José Raúl
Capablanca, se corona Campeón Mundial de Ajedrez.

1922
Desde el antiguo edificio de la Cuban Telephone Company, (después
construirán uno que, de tan ostentoso y abigarrado, parecerá un cake
de bodas), en la mismísima esquina de Águila y Dragones, Luis Casas
Romero, mambí postergado por la ingratitud, inspirado compositor y
radio aficionado, dirige la orquesta que lanza al éter el primer
mensaje de una transmisora de radio cubana. Su potencia es tan
insignificante que sólo será recibida en su más cercano entorno. La
emisión, captada por los poseedores de radios de galena, es bien
corta. Alcanza para la identificación, un mensaje servil del
Presidente de turno, dirigido a los Estados Unidos, el himno nacional
y para difundir una voz que canta con acentos únicos: la de Rita
Montaner.

En el vapor Essequibo llega Don Jacinto Benavente. Viene a presentar
en las tablas del Teatro Nacional su obra "Los intereses creados".
Otra visita que agradecen mis medios culturales, lo es sin dudas la de
la poetisa chilena Gabriela Mistral.

1923
Desde su natal pueblito provinciano la trajo aquel guardia rural que
la deslumbró con su porte arrogante, la ostentación del poder de su
uniforme y la promesa de traerla a vivir para la Capital.
-Me mandan a la Escuela de Cadetes, mi santa, y tú vienes conmigo...
Los primeros días, todo fue realización de sueños; la hospedó en un
hotelucho frente a la Estación Terminal y vivieron horas de encendido
amor en aquella habitación. Pero el dinero se acabó y el hombre le
exigió ayuda, "haciendo lo único que ella sabía hacer bien". Cuando
se rebeló ante el insulto, él la golpeó sin piedad. A su pueblo no
podía volver, allí ya era considerada una deshonrada. Además, ni para
el pasaje de regreso tenía. Pasaron meses de penuria y horror que le
encanallaron el alma, y ahora ella, "La Guajira", es una más, de las
muchas prostitutas que alberga mi viejo barrio de San Isidro.
Mientras, el gran Arturo Rubinstein deleita los oídos de una Habana
culta y musicófila.

1924
Con su halo de amargado misógino llega a mi puerto, procedente de
Panamá, José M. Vargas Vila. Una parte de mí, que llaman "La Habana
galante", por frívola, se recrea en sus novelas llenas de vituperios
contra la mujer. Pero olvidan que también escribió una obra llamada
"El yanqui: he ahí el enemigo".

1925
Era un viejo tabaquero que había conocido a Martí. Padecía el
encantamiento de los sueños que aquel le había contagiado. De la
pasión por transformar el mundo, el viejo sufría. El otro era un joven
atlético, algo amulatado, de origen incierto y con destino de héroe. A
ambos los marcó la Historia, por eso se encontraron como afluentes de
río turbulento, para darle continuidad a la lucha. Caminaron por mis
calles, conversaron en alguno de mis parques y en una modesta casa
fundaron el primer Partido Comunista. El viejo era Carlos Baliño; el
joven, Julio Antonio Mella.

Otro general, Gerardo Machado y Morales, por los liberales (para que
parezca rima), asume la Presidencia. A pesar de su lema demagógico de
"agua, caminos y escuelas", no era nada popular y nadie esperaba mucho
de él. Sin embargo, sorprendió a todos. Con un dinamismo insospechado
saneó los servicios públicos, detuvo el caos administrativo que heredó
y echó a andar un vasto plan de obras. Así construyó la carretera
central, me hizo un imponente Capitolio, uno de los más suntuosos del
mundo, amplió mi malecón, rellenando la orilla del puerto y me
embelleció con hermosos parques como el "De la Fraternidad Americana"
y la Avenida de las Misiones. También amplió con nuevos edificios mi
Universidad y le fabricó su emblemática escalinata.
Tanto orden y eficacia entusiasmó a inversionistas norteños a dotarme
con un soberbio hotel, construido y montado al estilo de los
existentes en las grandes capitales del orbe: El Hotel Nacional,
erigido, majestuoso, sobre el peñón calcáreo que domina la Caleta de
San Lázaro. Con todo este progreso urbano, tan acelerado, parezco
otra. Sin embargo, el nuevo inquilino de Palacio posee un criterio
muy personal de cómo ejercer la autoridad. Admira a Mussolini y aspira
a emularlo. Cree firmemente, que solamente él puede sacar a la Patria
del marasmo en que la han sumido los gobiernos anteriores. Para ello
necesita prorrogar su poder y reelegirse. Ensangrentará sus "garras de
asno" y no dudará en descender a la abyecta condición de tirano.

1926
El Observatorio del Colegio de Belén y el de Casa Blanca no se ponen
de acuerdo. Una cosa dice el Padre jesuita y otra Millás acerca del
ciclón, que aquel ve inminente y el otro lejos e inofensivo. Así llega
el meteoro y me sorprende desprevenida, desguazando mis casas,
sembrando desolación y muerte en mis calles. En la bahía el estrago es
terrible. La mayoría de los buques son echados a pique y muchos
encallan en la costa. Fondeado se encontraba uno, prisión flotante,
albergando a un número considerable de presos políticos. Aparecerán
ahogados, víctimas del temporal. Era natural que perecieran bajo
aquellas condiciones. Lo peculiar es que muchos de los cuerpos
rescatados del mar, presentan heridas de bala. En la noche, para hacer
más dantesco el espectáculo de una ciudad a oscuras, el cielo se
iluminará con el incendio de los depósitos de combustible, al otro
lado de la bahía.

1928
En el muelle de Caballería atraca el acorazado Texas. De él desciende
Mister Calvin Coolidge, primer presidente norteamericano que me
visita. Rompiendo con las reglas del protocolo, el "asno con garras"
se precipita para abrazarle y manotearle las espaldas con sus
extremidades superiores. Al inaugurarse la Sexta Conferencia
Panamericana, el ilustre visitante dirá para sorpresa de todos, que
está feliz de encontrarse "en un país libre y democrático". Maese
Pedro arma aquí su retablo.

Otro norteamericano notable es recibido y agasajado por el Honorable
Señor Presidente, General Gerardo Machado y Morales. Se trata esta vez
de Charles Lindberg, el famoso piloto.

1929
Se crea la "Compañía Nacional Cubana de Aviación Curtiss, S. A." ¿Será
cubana de verdad?...
Cubanos, lo que se dice cubano, son la guaracha y el son. Sobre todo
interpretados por el trío Matamoros y las guarachas compuestas por
"Ñico Saquito". ¡Ah, y los danzones tocados por Antonio María Romeu o
por Arcaño y sus maravillas! Todos los bailadores usan la levita corta
y ajustada, el rígido sombrero de pajilla y se peinan la raya al medio
como Rodolfo Valentino; mientras las mujeres llevan el provocador
"túnico de medio paso" de talle bajo, al nivel de las caderas, y se
pintan minúsculas bocas con carmín oscuro. Algunos sucumben a la
invasión del extranjero "charleston" y olvidando lo nuestro prefieren
bailarlo. A mí que no me vengan con ritmos norteamericanos. Yo no
entiendo de "fox", de "swing" o de "blus". Lo mío es lo mío.

1930
Viene espantado de los impersonales rascacielos sombríos, del clima
gris del New York altanero, de vértigo y desamor. Y aquí vuelve a
encontrar, además del idioma, raíces de un Sur trasplantado a otro
sur, igual de ígneo y verde. Trae la gracia de un sol andaluz que le
saluda en mis amaneceres, no ya en tierra árida y quemada de la
aceituna, sino en la humedad siempre fresca de las cañas. Federico
compara garbos con sus hermanas en esbeltez: las palmas. Se embriagará
de tabaco, ¡Oh sahumerios azules que envuelven "la rubia cabeza de
Fonseca y el rosa de Romeo y Julieta"! y enamorado del son de negros,
prometerá ir a Santiago. Con esta visita de García Lorca, a mí, a La
Habana, me nacen deseos de volverme gitana.

El 30 de septiembre una manifestación estudiantil pretende ir hasta la
casa del gran filósofo y maestro Enrique José Varona. La policía
arremete contra los estudiantes. En el choque cae, mortalmente herido,
Rafael Trejo, primer mártir de esta jornada. Con él es conducido al
"Calixto García" otro fornido joven que presenta serias lesiones en la
cabeza. Se llama Pablo de la Torriente Brau y creará lo mismo
historia, que periodismo.

La nochebuena de este año recibo a un judío de origen alemán, de
melena hirsuta y aspecto estrafalario. Había ganado el Premio Nobel de
1921 y va de paso hacia los Estados Unidos, donde obtendrá la
ciudadanía por naturalización. Cosa de mucha relatividad, para la
teoría de este ciudadano del mundo y de la Ciencia, que se llama
Albert Einstein.


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De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
debo.

Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
http://jorgecolivaespinosa.blogspot.com.es
jorgecoliva@gmail.com

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