jueves, 2 de mayo de 2013

YO, LA HABANA Memorias de una Ciudad (9no envío)

YO, LA HABANA
Memorias de una Ciudad (9no envío)

1903
Lo conocí como orador y era muy bueno. Fustigaba a los que querían la
independencia y luchaban por ella. Los calificaba de locos ilusos,
malos cubanos, fanáticos llenos de odio que sembraban el caos y la
destrucción. Decía que con la guerra, perseguían satisfacer oscuras
ambiciones de poder. Auguró que una República de negros y caudillos,
era lo único que podía esperarse de triunfar los insurrectos.
Mientras otros morían por conquistar una Patria, él sirvió al
colonialismo, mostrando al mundo que había cubanos que preferían
seguir siendo esclavos. No tardó en convertirse en figura prominente
del Partido Autonomista y cuando fue instaurado aquel efímero
"gobierno", formó parte del mismo. Luego los interventores lo llamaron
a colaborar con ellos. Le asignaron cargos que desempeñó con capacidad
y celo. Hacía años que no se alejaba del Palacio de Gobierno. Ahora,
al inaugurarse la República a cuyo nacimiento se opuso, prepara sus
maletas para viajar bien lejos. No va a buscar refugio en España o en
los Estados Unidos, banderas a las que sirvió con eficacia. Tampoco se
marcha como exiliado, no. Lo que sucede es que ha sido nombrado
Embajador de Cuba y se apresta para asumir "tan honrosa
representación" ante un gobierno extranjero..

1904
Trotó mis calles, haciendo sonar un silbato para llamar la atención. A
su paso le seguía una turba de chiquillos. Pero ni con eso logró que
el Gobierno cubano le pagara el pasaje para competir en las Olimpiadas
de San Luis. Allá fue con lo que pudo recoger en colectas públicas. Y
todavía tuvo que recorrer a pie desde Nueva Orleans más de mil
kilómetros para llegar a la sede, minutos antes de comenzar la
competencia. Iba con pantalones y camisa de mangas largas. Uno de los
atletas participantes le recortó las patas al pantalón y las mangas a
la camisa para darle cierto aspecto de competidor. No tenía
experiencia alguna en estos certámenes y cuando encabezaba la carrera
se detuvo a comer manzanas. A los pocos minutos un fuerte dolor de
estómago lo obligó a interrumpir la marcha. Así y a pesar de todo,
Félix Carvajal Soto, "El Andarín Carvajal", alcanzó el cuarto lugar
entre los maratonistas en estas Olimpiadas. ¡Vaya una forma de perder,
bien cubana por cierto!

1905
Nunca he visto tan impresionante muestra de duelo. Todos mis
habitantes fueron al entierro y el corneta de órdenes, que lo
acompañó en la guerra, dejó oír sobre su tumba el sobrecogedor toque
de silencio. Mi tierra agradecida acogió al paladín incansable, que
había luchado por más de treinta años por hacernos libres. Sin
pedirnos nada a cambio, sintiéndose a ratos extranjero y recogiendo,
como le auguró Martí, sólo ingratitudes, partió hacia la eternidad
Máximo Gómez.

1906-1909
Empeñado en reelegirse, el Honorable Señor Presidente terminará su
mandato pidiendo una nueva intervención yanqui. Y todavía tendrá que
insistir, y solicitarlo también la oposición, para que manden a un
nuevo Procónsul a gobernarnos. La bandera cubana continúa ondeando en
mis edificios públicos, pero quien reside en el Palacio de los
Capitanes Generales y cumple las instrucciones de Washington es el
norteamericano Charles Magoon. "Míster Mangón" lo llama el pueblo. El
vecino se nos vuelve a meter en casa. Dispone y manda. Nuestra
Constitución le da ese derecho; soy, en definitiva, la Capital de un
protectorado. Lo de República independiente ha sido un cuento. Desde
aquí dispensa prebendas corruptoras y dilapida el tesoro público.
Antes de marcharse, atenderá las numerosas y airadas quejas de la
población, alarmada por "los daños causados por la extrema velocidad
con que los automóviles discurren por las calles y plazas de nuestra
Capital" y ordenará que los mismos no sobrepasen la velocidad máxima
de 7 kilómetros por hora dentro de la ciudad. Además de esta primera
regulación del tránsito, nos deja la invención infernal del cargo con
sueldo, pero sin otra obligación que la de ir a cobrar: LA BOTELLA.
Cuando se va, además de haber gastado los catorce millones dejados
por Estrada Palma, nos endeuda en casi ocho.

1909-1913
Bajo igual tutela veo nacer "La Segunda República". Tan castrada e
indefensa como la primera. Antes de regresar a Washington, el
interventor organiza comicios, porque hay que enseñarles a estos
incivilizados nativos las bondades del sistema democrático. Dos
generales aspiran a la Presidencia. La alternativa es pequeña y sale
electo José Miguel Gómez, "Tiburón que se baña, pero salpica". El
mismo al que le habían arrebatado el triunfo la vez anterior. El
perdedor de ahora aguardará, disciplinadamente, su turno. Mientras,
"El Honorable" demostrará ser un verdadero liberal: no le importa
haber encontrado las arcas exhaustas, repartirá jugosos empleos
públicos a diestra y siniestra, beneficiando por igual a enemigos y
partidarios. Cuando no haya cargos que dispensar, creará nuevos,
contratará y pagará obras que nunca se construyen. Para apaciguar las
ambiciones políticas que se desboquen, el astuto Tiburón idea "La
Colecturía", oficina encargada de distribuir los billetes de lotería a
los vendedores. Estas tienen el derecho, claro está, de obtener su
margen de ganancias y él repartirá colecturías como recompensa a sus
seguidores y amigos. También las entregará a los adversarios que
renuncien a hacerle oposición activa.
Yo, como ciudad, gano mansiones y palacetes que los nuevos ricos
construyen en la zona más exclusiva de "El Vedado". También tendré una
nueva estación ferroviaria en los terrenos que ocupaba el viejo
Arsenal de épocas coloniales. Eran propiedad del Estado, más valiosos
y de mayor extensión. No importa, se canjearán por los de la Empresa
Privada. La estación antigua, llamada de "Villanueva", estaba ya
asfixiada por mi continuo crecimiento.

1910
Extraños objetos cruzan mi cielo, concitando la admiración general.
Todos miran hacia arriba, asombrados:
El sábado 7 de mayo, el primer aeroplano surca mi espacio aéreo.
Despega desde el hipódromo de Almendares, perteneciente a la CUBAN
RACING ASSOCIATION. Los intrépidos pilotos son dos franceses. Uno de
ellos va a caer en la manigua que cubre las inmediaciones del litoral.
No tardará mucho en aparecer un piloto cubano.
Para el día 18 está anunciado el choque con la tierra del cometa
Halley. Su espectáculo, detrás de la farola del Morro, llena de pavor
a algunos de mis hijos. Ciertos galanes se apresuran a consumar
uniones de las que se arrepentirá la novia, otros optan por el
suicidio.

1911
Es el 4 de febrero y numeroso público se agolpa en el malecón para ver
pasar el avión que sobrevuela mi litoral, en su viaje de regreso del
Morro al Campamento de Columbia.
Otro día de este año, en el barrio de San Isidro es baleado Alberto
Yarini, hijo de una respetable familia. Era conocido como el rey de
los chulos cubanos. Su muerte, asociada a los asuntos del hampa, no
deja de tener implicaciones políticas. Al sepelio acudirá el Honorable
Señor Presidente de la República.

1912
El pobre Morúa presenta su proyecto de ley, movido por las mejores
intenciones integradoras: No debe existir ningún partido político que
segregue las razas. Pero como "de buenas intenciones está pavimentado
el camino al infierno", estalla una guerra de blancos contra negros.
Estos llevan la peor parte y miles de ellos, así como sus principales
dirigentes, Ivonet y Estenoz, caen asesinados.

1913
Por su educación y carácter parece un caballero bostoniano. Siente y
actúa como tal y es graduado de una universidad norteamericana. Claro
que nació en Cuba, que fue uno de los generales más jóvenes del
Ejército Libertador, pero ahora es un próspero hombre de negocios y ha
fomentado uno de los colosos azucareros más grandes del país: el
Central Chaparra. Le ha llegado el turno de mandar y gobernará como un
verdadero mayoral. EL MAYORAL, con este epíteto nombra el pueblo a
Mario García Menocal.
El 17 de mayo Domingo Rosillo vuela de aquí a Cayo Hueso. Dos días
después, Agustín Parlá lo hace de Cayo Hueso al Mariel.
Este año acojo como asilados políticos a los familiares del asesinado
Presidente de México, Francisco I. Madero. De México también llega, en
calidad de exiliado, el poeta José Santos Chocano.

1914
Estalla la guerra en Europa y nos encargan de abastecer a los aliados
de todo el azúcar que necesiten. Más norteamericanos vienen a invertir
sus capitales en la industria azucarera y en la banca. Son los amigos
extranjeros del Señor Presidente, que ven en él a uno de los suyos.
Nuevos centrales se construyen, y otros se amplían y modernizan. Son
propiedad de cómpanys con nombres en inglés. En la calle San Lázaro,
el Señor Ernesto Carricaburu, con diez Ford modelo T, abre el primer
servicio de autos de alquiler
En la esquina de Consulado y Virtudes, el "Teatro Alhambra" marca
época en mi vernáculo, las presentaciones de sus estrenos caracterizan
el panorama nacional. El "negrito" de Sergio Acebal hace reír y pensar
al público, Federico Villoch escribe los sainetes y el maestro Jorge
Ánkerman se encarga del repertorio musical.

1915
Ana Pávlova llena el Teatro Tacón, interpretando "La noche de
Walpurgis" o "La Muerte del Cisne". Va a verla la nueva aristocracia
en pleno que, aunque no sepa nada de ballet, no puede perderse el
acontecimiento. Viendo a tanta cursi emperifollada, luciendo pieles
bajo el trópico y a tanto almacenero o politicastro vestido de frac,
pienso en aquella auténtica y refinada aristocracia criolla, la
primera, que adquirió títulos de nobleza y edificó mansiones
señoriales que aún hoy conservo. Los invito a recorrerlas: Aquí, en la
calle San Ambrosio, la del Marqués de Casa Justiz; la del Conde de
Lagunillas en la calle Acosta, la del Marqués de Campo Florido en la
de Paula, la del Conde de Santa María en la misma Plaza de Armas. ¡Y
en la calle de Los Oficios!... En ella se concentran las
pertenecientes al Conde de O'Reilly, al Marqués del Real Socorro, a
los Condes de Barreto, de Jibacoa, de Casa Bayona, de Vallellano, y de
Peñalver. A cual más palaciega y todas en la misma calle. También son
de ver la que levantó el Marqués de Aguas Claras en la Calle San
Ignacio, y en la Calle de Mercaderes la del Marqués de Arcos y la de
los Condes de Fernandina. Me llenaron de palacios. ¡Aquella sí era una
aristocracia!

1917
Pero resulta que "El Mayoral" quiere seguir pegado al poder y volver a
ser electo. Para eso está "la brava" y el fraude electoral y la
Guardia Rural que colabora en el escrutinio donde, hasta Cristóbal
Colón ejerce su derecho al sufragio. Cuando los liberales se reviran y
toman cuarteles, los marines norteamericanos desembarcan y Washington
advierte que no reconocerá a ningún gobierno cubano nacido de tales
revueltas. Yo, desenfadada como siempre, bailo "La Chambelona". Para
agradecer la paz que le brindan sus poderosos protectores, el Señor
Presidente declara la guerra a los imperios alemán y austríaco.
El gran concertista ruso Ignacio Paderewski viene a maravillarme con
sus ejecuciones. Estas son musicales. Las otras, que cometen El
Mayoral y sus seguidores, me horrorizan.

1918
Ya de avanzada edad y con una pierna de menos, vuelve a visitarme "la
divina" Sara Bernhardt. Se presenta en el escenario del Payret. Aunque
cortésmente, con frialdad la reciben los habaneros que no olvidan que
ella los calificó de indios con levitas. Otro es el recibimiento que
les tributan las letras habaneras a Amado Nervo y Eduardo Zamacois.
Este último recuerda que, aunque español, nació en Cuba, a donde no es
la primera vez que regresa. Ya en 1911 había aparecido en el periódico
"El Mundo", su artículo "Mi cuna".

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De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
debo.

Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
http://jorgecolivaespinosa.blogspot.com.es
jorgecoliva@gmail.com

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