martes, 6 de noviembre de 2012

PERDIDAS Y GANANCIAS

Por Jorge C. Oliva Espinosa


Todo en la vida tiene un costo. Con anterioridad traté del costo de
los errores, particularizando sobre uno de los más extendidos y
perdurables: la confiabilidad como criterio prioritario de selección.
Hoy me detendré en el costo de los procesos sociales. Ellos, por su
carácter transformador, tienen elevados costos. Un indicador para
calificarlos pudiera ser, en términos contables, la diferencia entre
pérdidas y ganancias. Tomando como ganancia los avances obtenidos y
como pérdidas el costo que ha tenido que pagar la sociedad por ello.
Comencemos analizando las pérdidas:
En la Cuba de los 50 del siglo pasado, al imponérsenos la violencia
como única vía para alcanzar nuestros ideales, el mayor precio que
tuvimos que pagar fue la pérdida de preciosas vidas, tronchadas en
plena juventud. No es exagerado decir que, en la lucha, cayeron los
más audaces y valiosos. Muchos de ellos, en plena juventud o
adolescencia, constituían ya bellas promesas de un futuro que les fue
negado y que no pudo contar con ellos.
Desde el 10 de marzo de 1952 al primero de enero del 59, las pérdidas
de nuestros compañeros caídos, fue incrementando el costo de la lucha.
Fueron los muertos gloriosos que marcaron, iluminando, el camino. A la
par, tuvimos otras pérdidas. Fueron los muertos en vida, que
desertaron para convertirse en enemigos. Sus traiciones, si bien
clarificaron nuestras filas, nos costaron muy caras. Baste citar los
casos de Calviño y "Cara linda". Las duras pruebas que tuvimos que
enfrentar, nos libraron de la carga de timoratos y vacilantes. Al
salir de nuestras filas, constituyeron una ganancia. Cuando
triunfamos, se repitió la situación. Al radicalizarse nuestro proceso,
con las primeras divergencias y deserciones, hubo también pérdidas y
ganancias. Más tarde, al seguir avanzando, obligamos a separarse de
nuestras filas a algunos, tal vez, con un tratamiento menos torpe,
hubieran permanecido a nuestro lado.
Nuestras pérdidas se han ido acumulando y en los últimos tiempos han
aumentado de forma exponencial. No solo por las declaradas
deserciones, sino por el camino encubierto de la corrupción. Porque el
corrupto, al pervertirse, abandona nuestra posición y se pasa, tarde o
temprano, al enemigo.
Hoy, al proliferar el espécimen habría que preguntarse si incrementan
las perdidas o las ganancias. Pérdida real la constituye la
emigración de profesionales y personas calificadas que se marchan en
busca de posibilidades económicas, aquí inexistentes.
Es verdad irrefutable que hemos logrado avances en salud, deportes y
educación. A ratos nos advierten que hay que analizar sus costos.
Estos avances son logros del proceso que nos ha brindado una ganancia
mayor: La transformación de un pueblo, ayer incrédulo e indiferente y
hoy altamente politizado, saludable y con un alto nivel de
instrucción. Pero eso no basta. Complacernos en lo logrado, significa
detenernos en un punto de nuestra marcha. Con objetividad crítica
admitamos: estamos teniendo una PÉRDIDA MAYOR: La Juventud que se nos
va. Esa pérdida no se anula con reglas migratorias, se resuelve
brindando futuro, posibilidad de realizar sueños.
DICEN QUE HAY PÉRDIDA DE VALORES. Que esa emigración masiva de gente
joven, prueba nuestro fracaso educativo. ¿No será pérdida de
esperanzas?... Es hora ya, de que digamos: ¡Basta de posponer sueños!
Entreguémonos de lleno, todos, a construir esos sueños, que se vea
nuestra obra, que todos la sientan suya. ¡Pero ya!

Regla, noviembre 7 de 2012



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De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
debo.

Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
http://jorgecolivaespinosa.blogspot.com
jorgecoliva@gmail.com

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