miércoles, 17 de abril de 2013

DISCREPANCIA E IGNORANCIA

DISCREPANCIA E IGNORANCIA
Por Jorge C. Oliva Espinosa

Puede ser que mi discrepancia sea debida a mi ignorancia. Lo admito
como una posibilidad. Pero puedo asegurarles que al discrepar me baso
en mis sinceras convicciones. Mi falta de información es tan evidente
como la honestidad con que expreso mis criterios. Quizás por ello,
distintos amigos a quienes aprecio mucho, han acudido en mi auxilio,
enviándome artículos que amplían mi horizonte informativo. Es un gesto
generoso que agradezco. Primero, el compañero Félix Sautié tuvo la
gentileza de enviarme un extenso artículo de Víctor Fowler, en defensa
de Zurbano. Días después, y ante mi insistencia por opinar en el
asunto, los compañeros de Observatorio Crítico me remitieron un nuevo
artículo de Roberto Zurbano, explicativo del anterior suyo, que tantas
y encendidas críticas provocara. Tanto Sautié como Observatorio
quisieron contribuir con sus envíos a remediar mi desinformación.
Gracias a ellos, me consuela pensar que si carezco de conocimientos,
tengo en cambio valiosos amigos. El no poseer la información
necesaria, me puede llevar a cometer errores en lo que escribo, pero
las camaraderiles intervenciones, como necesarios complementos y
algunas veces llamados de alerta, me ayudan a afinar la puntería. Yo
escucho esas voces con respeto y agradecimiento. Reconozco la
fraternal intención que traen y si aún discrepo de ellas, lo hago
desprovisto de ofensa o ataque alguno, porque las dirijo a quienes
compartimos la misma trinchera y nuestros disparos van apuntados hacia
un mismo objetivo. Lamentablemente, mi entendimiento no me da para
compartir los criterios de Zurbano y de Fowler. No obstante, me
abstengo de ataque personal alguno y excluyo la ofensa o irrespeto a
sus personas, limitándome a expresar, en el marco de un cubanidad
fraterna, la lectura que me han sugerido sus escritos (lectura que
puede estar equivocada) y mi criterio discordante con sus escritos.
Ese comportamiento corresponde a la ética que he asumido, quizás
teniendo presentes aquellos versos del Apóstol: "No hiero al mismo
español/de quien la sangre heredé/¿y fratricida heriré/a mi hermano en
pena y sol?"
El caso es que los dos artículos recibidos han producido en mí una
comprensión, quizás diferente a la que esperaron provocar sus autores.
El artículo de Fowler lo aprecio como él mismo afirma, que "sirve de
compañía al de Zurbano", a partir del cual elabora toda una obra de
minero, al excavar desde ocultas profundidades lo que quiso decir
aquel. Comienza Fowler por reconocer que le cambiaron el título al
escrito de su amigo y donde decía comenzar debía decir terminar. Pero,
como dice uno de los críticos de Zurbano, la Revolución no ha
terminado aquí para nadie, ni para negros ni para blancos. Compruebo
con horror que, tal vez por amistad, Fowler hace una traducción muy
particular del escrito de su amigo y ya modificado el título, procede
a ampliarlo con lo que él estima que Zurbano quiso decir: "no sólo no
debe comenzar, sino ir mucho más lejos". Y sigue con su labor de
minero, cuando nos descubre en la expectativa de Zurbano, ante el
relevo anunciado por el Presidente Raúl, un sentido distinto al que
apreciamos. Fowler convierte el acto de relevo en "punto
cataclísmico", al arribar al poder nuevas figuras carentes de pasado,
de liderazgo reconocido y de un sistema legal desarrollado. En
resumen, la catástrofe propia de todo cataclismo. Porque cataclismo es
lo que debe ocurrir, según él, cuando se produzca ese relevo. Y
"cataclísmico" es la palabra que utiliza para calificar ese momento
futuro. Aquí, discrepo no solamente del carácter apocalíptico que da
Fowler a ese momento de sucesión, mi desacuerdo abarca el calificativo
"histórico," ya gastado por lo usado, con que se califica al liderazgo
y el mismo concepto de historia. Me explico: Por Historia entiendo, no
sólo lo pasado. Para mí, historia es la que vamos construyendo día a
día, en este presente que mañana otros contarán. Porque los hombres
cuentan la historia, pero la hacen los pueblos. Ni siquiera la hacen
sus líderes, que se limitan a conducirlos, cuando saben interpretar
las aspiraciones y necesidades de sus pueblos. Los líderes no se dan
por generación espontánea, nacen en el seno de los pueblos, en un
renovar constante. Así nos lo enseña la Historia Patria. Al arribar a
la frustración de una república de soberanía e independencia
limitadas, ya habían muerto Martí, Maceo y Gómez. Pero no tardaron en
surgir los Mella, Villena y Guiteras. Y cuando ya ellos se habían
convertido en bronce y mármol, al pueblo les nacieron Frank, José
Antonio, Abel, Camilo, Che. Todas sus muertes nunca significaron el
fin de la historia Entonces deduzco, que sería mejor llamar
iniciadores y no históricos a los líderes que comenzaron una etapa de
la historia. Remontándonos al génesis cubano, Carlos Manuel no tenía
liderazgo histórico, cuando inició la gesta libertadora. Pero, parece
que no entendí bien, como muchos otros, todo lo, supuestamente,
expresado por Zurbano al New York Times, porque Fowler tiene necesidad
de traducir, descubrir el sentido oculto, ampliar y explicar las
palabras de su amigo. Incluso nos desentraña el misterio de su reclamo
por el desarrollo de una "conciencia racial", (al que se adhiere) y
que muchos, desinformados como yo, pueden interpretar como el anhelo
por el surgimiento de un "Black Power" isleño. Pienso que mejor sería
fortalecer una conciencia nacional, aglutinadora, que una racial que
nos dividiera.
Después de justificar todo lo injustificable y de una minuciosa labor
de intérprete, traductor, complementador y descubridor de sentidos no
aparentes u ocultos, Fowler la emprende contra los críticos de
Zurbano, en los cuales encuentra rezagos de racismo, aunque sea
"involuntario". Al parecer, salirle al paso a alguien que se
equivoque, si ese alguien tiene la piel negra, constituye un acto de
racismo.
Paso ahora a exponer mis impresiones del segundo artículo de Roberto
Zurbano, titulado "MAÑANA SERÁ TARDE: Escucho, aprendo y sigo en la
pelea". Al parecer, todavía no satisfecho con la traducción de su
intérprete y amigo, trata de explicar lo que realmente quiso decir.
Confieso que no me fue agradable advertir en este último escrito la
reiteración de conceptos e ideas que considero, honestamente,
desenfocadas. Comienza Zurbano por englobar en una "izquierda
conservadora" a todos los que le han criticado sus declaraciones. A
esa izquierda conservadora, le adjudica Zurbano, opinar que un negro
no debe criticar a la Revolución. Como si la crítica fuera cosa de
blancos y no de un grupo mayor llamado revolucionarios que pueden
tener la piel de distintos colores. Parece que desmiente el título del
artículo, pues no escucha bien, ni aprende de lo que le dicen, y su
"sigo en la pelea" más semeja una reafirmación tozuda en sus errores.
En su explicación, Zurbano me da la imagen de quien ha caído en una
tembladera y cuyos esfuerzos por salir le hunden más y más. Y esta
impresión la comprueban sus palabras reiterativas de apreciaciones
erróneas. Baste un botón de muestra: Zurbano afirma que los negros han
contribuido mucho a la Revolución y no han recibido en cambio la
retribución justa a tal contribución. Perdone Zurbano a este
incapacitado para comprenderlo, pero ese planteamiento me huele a
racismo del barato, a ese que albergan aquellos que se han sentido
discriminados y que por ello, exigen una compensación. ¿O es que debo
entender, que los negros por haber contribuido y por ser negros, deben
recibir un plus de recompensa?... Le recuerdo que los que hemos
contribuido, en la medida de nuestras posibilidades, con la
revolución, lo hicimos y hacemos en condición de revolucionarios, sin
poner color alguno de piel por delante. Solo pusimos la piel que
podían agujereárnosla. Y nunca, Zurbano, reclamamos un pago por
nuestra participación. Sus palabras me dan la impresión de pretender
una ventaja o privilegio por ser negro. Eso lo igualaría al blanco que
se pensara acreedor a esa hegemonía, por el hecho de serlo. Eso,
Zurbano, por favor, ¡piénselo!, es racismo. Y eso, estimado compañero,
entra en incompatibilidad con su afirmación de que "combatir el
racismo es la gran tarea del siglo XXI". Afirmación con la cual este
humilde servidor no está totalmente de acuerdo. Por cuanto pienso que
fue tarea inconclusa de nuestros padres y abuelos, tarea que heredamos
con el deber de continuarla, pero que hoy constituye una tarea más,
entre otras también grandes, que nos retan a continuar transformando
el mundo. Continúa su artículo Zurbano, renunciando a toda ingenuidad
que pudiera atribuírsele al acudir al New York Times. Afirma que
conocía los riesgos a que se exponía y los asumió. Pues mire,
compañero, ahí tiene usted el resultado: Lo manipularon, suplantaron a
su gusto las palabras suyas y despertaron en su contra la furia de
algunos de sus colegas. Dice usted que recurrió a un órgano
internacional, porque "Renunciar al debate internacional es reducir su
impacto a viejos conceptos nacionalistas". Pero es que, a mi escaso
entender, debemos comenzar por casa, si queremos resolver un problema
existente en el ámbito nacional. Nada, renuncio a seguir comentando
este segundo artículo, en que el autor parece desmentirse y no
escuchar ni haber aprendido nada de su primer desenfoque. Al parecer,
en lo único que se reafirma es en la reiteración de ideas y palabras
susceptibles de ser mal interpretadas. Palabras que luego requieran de
un amigo que las traduzca y respalde con nuevas argumentaciones y de
explicaciones posteriores del autor.
Termino, pidiendo tanto a Fowler como a Zurbano me disculpen por mi
incapacidad para comprenderlos. Yo puedo estar equivocado, pero jamás
encontrarán en mis palabras doblez hipócrita o furia de encono.
Expongo, simplemente mis criterios, como bien afirma al final de sus
escritos Sautié, sin deseo de ofender a nadie y con respeto a las
opiniones diferentes. Tengo la esperanza que, por criticarlos y
discrepar de sus escritos, ni Zurbano ni Fowler, me otorguen el
calificativo de racista, ni me encasillen en "una izquierda
conservadora".

Desde Regla,
Ayer "La Sierra Chiquita"; ayer, hoy y siempre, bastión de rebelde cubanía.
Abril 18 de 2013


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De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
debo.

Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
http://jorgecolivaespinosa.blogspot.com.es
jorgecoliva@gmail.com

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