jueves, 30 de octubre de 2014

CAMBIO Y EXTINCION

-- CAMBIO Y EXTINCION (*)
Por Jorge C. Oliva Espinosa

Dicen los marxistas y yo lo creo, que cada vez que se produce un
cambio del modo de producción y se consolida un nuevo sistema
socio-económico, tiene lugar la hecatombe de una clase. Es decir, hay
un grupo social que no puede sobrevivir al cambio y que es barrido con
el anterior sistema. Así nuestros indígenas, -que vivían en el
Comunismo Primitivo- desaparecieron cuando los colonizadores españoles
les impusieron el esclavismo. Los esclavos, a su vez, se extinguieron
cuando la burguesía implantó el Capitalismo, -comenzaron a llamarse
obreros- y en el Socialismo sucumbieron los burgueses y aparecieron
los funcionarios.
Ahora, cuando ya teníamos nuestro Socialismo rectificado (y en vías de
actualización), enfrentamos un cambio más significativo y profundo,
impuesto por "el derrumbe del Campo Socialista y el desmembramiento de
la URSS", y algún grupo tendrá que desaparecer. El problema es:
¿Cuál?... Los campesinos no pueden ser. Esos ya se esfumaron cuando
socializamos la tierra. ¿Serán los comerciantes del patio, que ahora
resurgen como "trabajadores por cuenta propia", después que acabamos
con los chinchaleros en el 68?... No, porque aquí el que más y el que
menos ha tenido que convertirse en negociante y trapichero. ¿Entonces,
quiénes? ¿Los capitalistas extranjeros, que expulsamos del país con el
proceso nacionalizador? ¡Tampoco! Porque ellos hoy retornan para
ayudarnos a salvar el Socialismo y sus conquistas. ¿Serán acaso los
obreros los que desaparezcan? ¡Difícil! Porque, aunque ya nadie
trabaja, siempre serán necesarias grandes masas a quienes dirigir. Si
no, los dirigentes se quedan sin contenido de trabajo.
Entonces, ¿quiénes son los llamados a desaparecer? ¿Quiénes se
extinguirán ante los drásticos cambios que suponen el reajuste y
reorientación de nuestra Economía? ¡Analicemos, meditemos,
reflexionemos, pensemos!... Bueno, y si no son los campesinos, ni los
negociantes autóctonos, ni los inversionistas extranjeros, ni los
obreros... ¿qué clase o grupo tendrá ahora su holocausto? Yo, después
de profundas cavilaciones, y gracias a la aplicación consecuente de la
dialéctica marxista y el análisis policausal y multivariable, he
encontrado la respuesta a esta interrogante. ¡He aquí la verdad
deslumbradora, como linterna en medio de un apagón. Resplandeciente,
como una olla nuestra al mediodía: ¡LO QUE SE VA A EXTINGUIR, ES LA
NACIONALIDAD CUBANA! ¿Conclusión precipitada o tendenciosa? ¿Augurio
apocalíptico? ¿Exageraciones mías? ¡Nada de eso! A ese resultado
ineluctable apuntan muchas "variables-causas", como diría un sociólogo
amigo mío, con quien me he asesorado. ¡Enumeremos las de mayor
correlación!
a) Emigración masiva:
Real estampida, disparada dehiscencia, verdadera diáspora que ha hecho
asentar a más de dos millones de cubanos bajo otros cielos. Se me
dirá, que más diáspora hicieron los judíos y que, a pesar de Hitler y
de los árabes, aún existen. ¡Argumento fútil y sin peso! Los cubanos,
a diferencia de los hijos de Israel, dondequiera que llegamos,
plantamos, nos mimetizamos y mezclamos con los lugareños, de tal
suerte que, en dos o tres generaciones, somos más autóctonos que los
mismos nativos. Nuestros nombres se vuelven Michael o Katherine,
Giussepe o Josephine, Iván o Valia; y nuestros Díaz, Rodríguez y
Hernández se convierten en Day, Rodine o Herson, de acuerdo a la
latitud a donde hayamos ido a parar. Llegará el momento en que, el
último Luis Martínez se transforme en Louis Martin, Luigi Martini o
Ludvik Markhaimer. Prueba al tiempo.
b) Casamientos con extranjeros:
Sub-variable de la variable anterior y vía muy socorrida para poder
emigrar. Los hijos de estos cruzamientos ya serán sólo medio cubanos;
y los nietos, un cuarto, y así hasta desembocar en igual extinción de
la nacionalidad. A diferencia de los anteriores, los patronímicos y
apellidos de estos pasarán por la metamorfosis de etapas intermedias
en que aparecen los Cheo Robinson y los Willy Fernández.
c) Disminución progresiva del resto:
Aunque sobre esta variable inciden, indudablemente, las dos
anteriores, hay un sinnúmero de causas (según el Anuario Demográfico)
que tributan a la gradual reducción de los que no quieren emigrar o no
han podido hacerlo. Entre ellas citaremos: la disminución de la
natalidad -las cubanas en edad fértil que se quedan, están negadas
a parir en las actuales condiciones, los suicidios y muertes
violentas -como los accidentes de bicicleta y otros actos de
desesperado heroísmo, el envejecimiento creciente de la población que
la hace, aparte de no reproductiva, más vulnerable a los avatares del
Período Especial, además de los ciclones y otras inclemencias del
clima.
Por todas estas causas, anteriormente enumeradas y cuantificadas,
seremos nosotros, los empecinados, unos escasos especímenes, los que
demos testimonio a la posteridad, de que una vez existió un pueblo
alegre, ingenioso y dicharachero, a quienes llamaban: LOS CUBANOS.
Pura curiosidad turística como las reservas sioux donde, al igual que
en ellas, abundarán, -¡Oh universalidad de las supercherías!- muchos
cubanos apócrifos. Nada, que vamos a terminar siendo un grupo de
viejos decrépitos, raros ejemplares museables y arqueológicos, como
los tasmanos o la famosa familia Rojas, aquella de Yateras, que
ilustraba, como últimos descendientes de los taínos, mis primeros
textos de Historia.

(*) Fragmentos de "Instrucciones para sobrevivir en Cuba", engendro
mío concebido entre 1008 y 2002.

Desde Regla, como siempre, octubre 31 de 2014.
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De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
debo.

Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
http://jorgecolivaespinosa.blogspot.com
jorgecoliva@gmail.com

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