martes, 21 de octubre de 2014

CREENCIAS Y RELIGIÓN

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CREENCIAS Y RELIGIÓN (*)
Por Jorge C. Oliva Espinosa

Hoy voy a filosofar algo acerca de las creencias en general y de las
religiosas en particular. Así que, me pondré en pose de filósofo. El
filósofo es el burócrata del pensamiento. Todo lo ordena, norma y
clasifica, incluso antes de ponerse a pensar en algo concreto. El
proyecta los sólidos cimientos del edificio de las ideas, pero rara
vez los edifica. ¿Qué son, si no las categorías filosóficas? ¡Puras
proposiciones y proyectos! El filósofo es proyectista y no
constructor. Por eso se queda en papeles, planos y esquemas. Todo un
papeleo. De esta forma, sólo en proyección, dejaré sentado que,
creencia es el todo y religión es la parte. Y como parte de un todo,
la religión se inscribe dentro de ese algo mayor, a la cual pertenece.
Con lo anterior dejo sentado un ejemplo claro de lo que es tautología.
Proceder muy usado por los filósofos. Sobre todo cuando pretenden
convencernos de lo ignorantes que somos. A procedimientos tautológicos
también echan mano las religiones para obligarnos a aceptar sus
dogmas.
Yo, personalmente, creo ya en muy pocas cosas y religión, no profeso
ninguna. Aunque, me gustaría ser creyente en general y religioso en
particular. Eso de tener la certeza de que después de muertos
pasaremos a una vida mejor, debe darle a uno tremenda tranquilidad.
Algo para llenarse de esperanzas. Como lo fue pensar que, sin llegar a
morirnos, podríamos alcanzar el paraíso en la tierra. Y no es que sea,
hoy por hoy, un descreído, lo que me pasa es que aprendí a ser más
cauto. De todas formas, quisiera ser creyente. Pero, no como mi amigo
Cándido, que se pasa de crédulo. Con decirles, que él es de los pocos
que todavía creen que nuestra economía tiene remedio, que los
funcionarios son todos incorruptibles, que la policía puede ser
eficiente y que algún día el sueldo le alcanzará. Como ven, mi amigo
es hombre de profundas creencias. Pero, bueno, Cándido es un caso
excepcional y como filósofo al fin, debo circunscribirme a lo que
pueda generalizarse. Por ejemplo, los actuales credos de la gran
mayoría de nuestro pueblo.
Aquí vale la pena hacer una segunda diferenciación entre religión y
fe. Para profesar la primera, en cualquiera de sus variantes, hay que
tener la segunda. En cambio, se puede tener fe en algo que no tenga
que ver nada con lo religioso. Y este tipo de fe, forma parte de las
creencias.
Si la religión la veo asociada a un culto y a una liturgia específica;
la fe, en cambio, está vinculada al depósito de una confianza en algo.
Una excepción son los norteamericanos. Ellos confían en Dios y así lo
dicen en sus billetes "In God we trust". Aunque hay quien dice que hay
errata y que lo que quisieron poner fue "In gold we trust". Que se
parece, pero no es lo mismo. Bueno, dejemos las excepciones y sigamos
con las generalidades: Si la religión se asienta en creencias, la fe
lo hace en convicciones. El hombre puede vivir sin religión, pero no
sin fe. Vivir sin fe es como navegar sin brújula.

RELIGIOSIDAD A LA CUBANA.
Después de las experiencias que ha tenido, es natural que el cubano no
sea muy dado a creer. Siempre fue un pueblo muy crédulo y eso marcó su
vida con decepciones que, sorprendentemente, no han logrado amargarlo.
Eso sí, ahora es más desconfiado y suspicaz. Aún hoy cree en algunos,
para él fetiches, a los que rinde culto ¡Pero, en cuántas cosas creía,
que ahora no resisten ni el más superficial de los análisis! Sin
embargo, como no se puede vivir sin brújula, y mi pueblo es muy
imaginativo, ahora cada cubano se inventa una Fe. Para algunos estas
dos letras significan: familiar en el extranjero.
Según el teólogo J. Hromadka, es posible entender por religión
cualquier esfuerzo por encontrar respuesta a necesidades o angustias
espirituales. Y esto lleva a que cualquier persona pueda inventar una
religión. Lo cual ocurre diariamente. Es natural, que el hombre ante
el misterio de lo inexplicable, busque en la creencia lo que la
Ciencia, en un momento dado de su desarrollo, aún no ha respondido. Si
a esto unimos la ansiedad de trascendencia, consustancial con la
naturaleza humana, podemos encontrar hasta una necesidad histórica de
la religión como respuesta tanto a inquietudes como a temores.
Inquietudes del saber y temores a lo desconocido y a desaparecer.
En nuestro medio nacional, es decir en lo social que nos identifica,
vimos desde temprano una RELIGIOSIDAD A LA CUBANA. Por ello entiendo
lo que vi desde niño en el seno de mi familia y entre nuestros
vecinos. Nadie quería declararse ateo (por si las moscas...), pero
tampoco querían comprometerse en una asociación muy íntima con las
iglesias. Recuerdo una frase que oí muchas veces: "Yo creo en Dios,
pero no en los curas". Aún los masones, que en otras latitudes y desde
su origen europeo eran identificados con el ateísmo, inscribían en los
frontispicios de sus logias: A LA GLORIA DEL GRAN ARQUITECTO DEL
UNIVERSO. Y eso aquí sólo podía entenderse como un supra-teísmo o
teísmo antirreligioso. Anticlerical más bien. Porque la masonería
tiene su culto y su programa ético, sus normas rituales y
Hermenéutica. Atributos análogos a los de cualquier religión.
Fue natural en nuestro medio cubano, tan mestizo en sus orígenes,
-mestizaje no sólo de razas, sino de culturas- que las religiones
asumieran una terrible mezcolanza y superficialidad. Creíamos en todo
y en nada, y no éramos fieles a ningún culto en específico. En casa se
ponía un pan detrás de la puerta y un vaso de agua a Santa Clara.
También se encendían velitas a Santa Teresita. Mamá se sacrificó lo
indecible para matricularme en el Colegio La Salle, pero en ocasiones
dedicaba algo de sus pocos recursos a pagar sesiones espiritistas y
consultas cartománticas. De la familia nadie iba a misa los domingos.
A la iglesia sólo acudían dos veces en Semana Santa: el domingo de
Ramos y a la Misa del Gallo.
Y en ese estado nos llegó LA LUZ de una nueva ideología, esta vez
materialista y hasta científica, que propugnaba una nueva hermandad
entre los hombres "de buena voluntad" y nos ofrecía una recompensa más
cercana, sin necesidad de esperar a la muerte para disfrutar de una
mejor vida. Bebimos en ella, ávidos de la nueva verdad y algunos hasta
se fanatizaron. Ahora veo que aquello fuera natural. Veníamos de un
sincretismo que englobaba la fe como un deseo de creer en "algo", la
necesidad. Y allí parecía estar la posibilidad: una respuesta. Pasamos
al nuevo culto haciéndolo también sincrético. Algunos tenían a Yemayá
junto al retrato de Karl Marx, mientras otros aborrecieron de su
legítimo pasado religioso, como si fuera una vergüenza el haber venido
al mundo de familias creyentes. (Ver la novela: EL TIEMPO QUE NOS TOCO
VIVIR, Capítulo "Marzos algunos marzos"). En esa época se publicó un
libro titulado "Materialismo Dialéctico y Espiritismo" cuyo autor
trataba de darle a Marx un enfoque esotérico y a la creencia espírita
una explicación marxista. Aunque disparate, no dejaba de ser un
intento de pesquisa, de explicación.
Y es que, generalizando, es la inquietud, la búsqueda de UNA VERDAD,
lo que realmente nos salva. El día que estemos tranquilos y serenos,
ajenos a todo rastreo, pereceremos.
Hoy observo alrededor cosas verdaderamente curiosas: la generalidad de
las gentes se declara marxista, sólo para sumarse públicamente a un
proyecto, que ha sido abandonado o cuando menos modificado. Y sin
embargo, en sus comportamientos diarios, esa masa que dice adherirse
sigue siendo idealista y no materialista. Yo considero que aprendí a
pensar en medio de una conmoción social que llamamos Revolución, que
después evolucionó a tal punto de negar algunos principios que la
hicieron llegar al poder. Hoy sus argumentos más sólidos y verdaderos,
son las posiciones antimperialistas y defensivas de la dignidad
nacional. Y en eso, todos estamos de acuerdo. Es evidente, que el que
tome esas banderas, toma las de la razón y la justicia. Así, si en lo
socio-económico estoy convencido de la inviabilidad del proyecto
comunista, en lo filosófico y metodológico continúo aferrado a mi
verdad. Pero quiero que me entiendan, en lo metodológico sólo como
método del pensar y reflexionar, no como praxis social y mucho menos
política. ¿Cómo pensar de otra manera, si he visto perder el poder por
ineficientes en lo económico, injustos en lo social y arbitrarios e
intolerantes en lo político, a los que ayer lo obtuvieron clamando
por justicia, prosperidad y libertad? ¿Crisis de la nueva fe? No lo
creo. Sería como dudar de las matemáticas porque un teorema no tuvo
solución o por equivocarnos en una operación aritmética.
En resumen, puedo hacer mío lo que escribió Martí y que encontré en el
libro "LO ETICO Y CRISTIANO EN LA OBRA DE JOSE MARTI" de Rafael
Cepeda, un pastor protestante:

....."Y creo, yo sí creo; pero vive
tan lejana y tan alta mi creencia
que dejo peregrino
más sangre en el camino
que luz en mi conciencia."

Por otra parte, no puedo volver a creer que la receta capitalista sea
el fin y la solución a los problemas de la humanidad. Puede que sea la
solución para algunos, quizás para mí, para aquel o para el otro, pero
no la respuesta global a los problemas cada vez más acuciantes que
pesan sobre el mundo convulso. Pienso con Marx, que el futuro de esa
humanidad será regido por una sociedad que haga un reparto más justo
de las riquezas. Pero ésta que hemos ensayado hasta ahora, no puede
ser en verdad la solución correcta. Estoy seguro, -creo en ello- que
será otro el proyecto que lleven a la práctica las generaciones
futuras.
Los que como yo piensan, y viven aún en Cuba, vivimos en una especie
de exilio interior, como enclaustrados a la espera de una nueva
alborada de luz y esperanzas. No nos hemos ido del país, físicamente;
pero el país se nos ha ido de debajo de nuestras plantas, nos lo han
quitado. Y ahora nos refugiamos en el último pedazo de él, que
conservamos en la intimidad de nuestros hogares. Vivo en realidad como
encerrado en mi pequeña casa. Aquí me refugio entre mis libros y las
matas del patio, traumatizado por un entorno enajenante y ajeno, que
cada día es menos mío.
Para concluir con esta ya larga disertación sobre RELIGIOSIDAD, les
incluyo un Padrenuestro(*), que compuse en estos días, tan sólo para
emular con Benedetti. Claro, que este encierro que yo mismo me he
impuesto (como tantos otros cubanos) da lugar a que el tiempo nos
alcance para reflexionar y hasta para hacer algunas murumacas
filosóficas. ¿Evasión cobarde? Quizás, pero mucho mejor que otros
métodos que algunos ensayan: suicidio, alcohol o pastillas. Las
estadísticas que no se publican, pero que conozco por mi amistad con
sociólogos de la Colina( ), son escalofriantes. Nuestra pobre patria
tiene los más altos índices mundiales de suicidio y divorcio. Aún los
más jóvenes, los que nacieron en la Revolución, están frustrados. La
emigración por diversas vías, ensayada a diario por miles y miles, es
la prueba incontrastable que la juventud cubana se siente
desesperanzada y ante un futuro incierto. La "Ley de Ajuste cubano"
que otorga a cada cubano la residencia en USA si logra pisar el suelo
norteño, es una ley asesina, incita al suicidio. Sin embargo, muchos
cubanos siguen intentando cruzar el traicionero estrecho de La
Florida. La mayoría son jóvenes que nacieron bajo la Revolución. Esa
misma juventud, vuelve sus ojos ahora a la religión y las distintas
iglesias se colman de nuevos conversos. En el aula, son frecuentes los
crucifijos colgados al cuello de muchachas y muchachos. La
intolerancia religiosa de otros tiempos, ya no tiene lugar. Hace
solamente diez o quince años, era inconcebible un creyente confeso en
la Universidad. Los que había se lo tenían muy callado y aparentaban
ser ateos. Hoy, ya hacen gala de sus creencias, como si fuera un
motivo snob ser creyente. Incluso, los hay que ahora fingen creer,
cuando en realidad son ateos. ¿Moda, o es quizás una demostración de
rebeldía?
El viejo Marx enunció una ley que creo muy válida, y que dice más o
menos así: "Cuando las relaciones de producción se oponen al
desarrollo de las fuerzas productivas, dichas relaciones son
sustituidas por otras que permitan el desarrollo demandado por
aquellas fuerzas"..... Y aquí, como en cualquier otro lugar donde se
ha ensayado el socialismo, las fuerzas productivas se han estancado.
De ellas, la más importante es el hombre mismo. Es cierto que el
cubano de hoy, tiene el derecho a estudiar y capacitarse al más alto
nivel. Pero, después le espera un minúsculo sueldo como profesional,
pagado en una moneda que se le evapora de las manos como por arte de
magia, mientras que la otra moneda que circula en el país (el dólar)
para él es inalcanzable, por lo menos por medios declarados lícitos.
Con esa moneda extranjera, sí tiene acceso al mercado y al consumo de
productos, que hasta en Haití son elementales: jabón, desodorante,
champú, pasta de dientes... No hablemos de grasas comestibles, ni mucho
menos algo de carne. Ahora, con la apertura al capital foráneo esto se
agudiza y las desigualdades en niveles de vida se hacen más chocantes.
Surgen los nuevos ricos. Mientras la economía nacional deja de ser
totalmente estatal y socialista, para convertirse en mixta entre
comillas, pues está dolarizada hasta la médula. Con decirles que hasta
las transacciones entre empresas estatales se hacen en dólares. En ese
clima aberrante, es natural que la mayoría mire al cielo, esperando
una solución, una esperanza. Los modos de producción capitalista se
restituyen y resurge la FE religiosa.
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INCREPACION AL PADRE NUESTRO
(Para rezar cada día en todo el archipiélago cubano)

Padre nuestro que estás
en este infierno enajenado.
Gestor de nuestros sueños
y colosales fracasos.
Pésimo administrador
de todo lo creado
Anti-Midas que en polvo
el oro has trocado.
Tú que por siempre fuiste
en Comicios Santificado
Dispensador de la Tierra
Creador de nuestro Estado
¡Hágase tu voluntad
como en la Sierra
aquí en el Llano!
¡El pan de cada día
dánoslo liberado,
no en moneda convertible
que nunca hemos ganado!
Y perdona este desaliento,
nuestro humilde pecado:
el de ya no creerte
por haberte tanto escuchado.
¡Perdona que en el nuevo error
ya no te sigamos!
Por pensar
como tú nos has enseñado,
¡perdónanos como nosotros
a tí no te perdonamos!
Mas no nos dejes caer
en la ocasión tentadora
de ir al Imperio y no volver
o sin salir del Socialismo
aquí dejarnos corromper.
¡Líbranos del Oportunismo,
Ahora, y en la Hora
de tu muerte, Amén!

(*) Este artículo pertenece a "Instrucciones para Sobrevivir en Cuba",
Manual que escribí entre 1998 y 2002. Como pueden apreciar, está
pidiendo a gritos una "actualización" y creo que la merece, porque sí
es "actualizable." Mientras tanto, lo vuelvo a publicar con el respeto
debido a los filósofos como Fernando Martínez Heredia, o los creyentes
como Félix Sautié, ambos hombres honestos y amigos a quienes admiro,
aprecio y tengo en la mayor estima.

Desde Regla, como siempre, octubre 21 de 2014

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De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
debo.

Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
http://jorgecolivaespinosa.blogspot.com
jorgecoliva@gmail.com

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