miércoles, 29 de octubre de 2014

DOBLE PRIVATIZACIÓN DEL TRANSPORTE

--DOBLE PRIVATIZACIÓN DEL TRANSPORTE EN CUBA (*)
Por Jorge C. Oliva Espinosa

Una de las características más deleznables del Neoliberalismo es esa
tendencia obsesiva por privatizarlo todo. Desde los recursos
naturales, los servicios básicos, hasta la seguridad, las cárceles y
los hospitales. Ya se sabe que todo lo que se privatiza termina por
desaparecer. En los bolsillos afortunados, por supuesto.
Y en Cuba tenemos últimamente, un ejemplo cabal de ello. Porque en
este país de las paradojas, HEMOS PRIVATIZADO EL TRANSPORTE. Como lo
está usted oyendo, o leyendo, mejor dicho. Y como aquí somos
hiperbólicos y nos viene de la vena andaluza la exageración, pues...
lo privatizamos por partida doble. Hemos hecho la reprivatización del
transporte colectivo. Me explico: lo privatizamos y luego lo volvimos
a privatizar.
El desplome de la "Gran Unión Soviética" y la desaparición del "Campo
Socialista, nos colocó ante una situación de emergencia, donde la
falta de transporte y de combustible amenazaban paralizar el país.
Ante ello, El Estado pensó con toda lógica: "La masa importante a
mover, la que necesita irrecusablemente transportarse, es la que
produce". E inventó "El transporte obrero". Para ello, entregó a las
empresas un número de ómnibus que se encargarían de garantizar a sus
trabajadores (a otros no) la ida y el regreso a las fábricas y
oficinas. Resuelto el asunto. Los escolares tienen sus escuelas
cercanas al hogar y no necesitan transporte. Los de régimen interno,
becados en el sistema "escuela en el campo", y otros, ya tenían su
"Transporte escolar". Los jubilados están muy viejos para estarse
moviendo, es mejor que se dediquen a descansar, puesto que se lo
merecen, en el seno del hogar y así no tienen que salir a buscar nada.
En cuanto a paseo y distracción, no estamos para eso en estos momentos
difíciles. Algún día podremos...
Al pasar a ser propiedad de cada empresa uno o dos ómnibus, estos
irremisiblemente dejaban de ser propiedad estatal y se convertían en
propiedad privada de la empresa en cuestión. Pura aplicación de los
términos de la economía política del socialismo. Ah, pero las
Empresas no estaban diseñadas para explotar y menos aún para mantener
un transporte propio. Su razón comercial u objetivos declarados eran
otros. Y vino una segunda privatización. Las empresas entregaron los
transportes a ellas asignados a... los chóferes.
Este era un nuevo cargo en las plantillas: el de chofer. Su contenido
de trabajo se concentraba en las primeras horas del día y en las
últimas. En efecto, ellos tenían que levantarse más temprano que nadie
(incluso que el cocinero), hacer el recorrido de recogida y traer la
preciosa carga productiva al taller o a la oficina. Después, todo el
día inactivo, durmiendo, o "resolviendo" por ahí. Al caer la tarde,
salir de la Empresa y devolver a cada cual al sitio donde lo recogería
al día siguiente. Como terminaban muy tarde y debían comenzar muy
temprano, se hizo hábito que se llevaran el transporte a sus casas,
para asegurar la puntualidad de uno que garantizaba la puntualidad de
todos. Solución justa y salomónica. A la Dirección de la Empresa no le
pareció mal. Así se evitaba el problema del parqueo, garaje o
estacionamiento a pagar, ya que en la mayoría de los casos, no contaba
con la instalación idónea para estos menesteres. También se quitaba de
encima el rollo de la custodia nocturna del vehículo, ahora presa
apetecida de los amigos de lo ajeno, que trataban de brindar al
mercado nuevas existencias de acumuladores, neumáticos y otros
accesorios. Poco a poco, los abnegados conductores del vehículo,
fueron disponiendo de los mismos a su entera voluntad y acorde a sus
intereses particulares. Los sábados y domingos, lo mismo podían
usarlos para pasear a la familia y amigos, que alquilarlos para viajes
a la playa o explotarlos en su provecho como transporte intermunicipal
y hasta entre provincias. A la salida de La Habana, se podían ver los
sábados y domingos muchos carros de las distintas empresas,
practicando el boteo que a veces llegaba a Pinar del Río.
Pero pasó el tiempo y pasó más de "un águila sobre el mar". Vino la
Contabilidad y su adjetivo "confiable" y pusieron las cosas en su
lugar. La Empresa no tenía una cuenta con la que asumir la reparación
y la adquisición de componentes automotrices, los elementalmente
necesarios para mantener a sus transportes trabajando. Y entonces se
produjo la segunda privatización, la que ya venía tomando cuerpo y
forma en la práctica diaria o de fin de semana. El Director o el sub.
Director encargado de las finanzas, llamó un día a los chóferes y les
dijo:
__De ahora en adelante, ustedes corren con los gastos que haya que
hacer para mantener en buen estado sus guaguas. Para ello, pueden
disponer de los ingresos que de las mismas obtengan. No me importa
cómo. Pueden dar viajes urbanos una vez que terminen de traer o llevar
al personal y cobrar el pasaje. Además, nosotros sabemos que ya
ustedes venían haciendo más de cuatro cosas...
Y así, con la vieja fórmula de que "yo te sé y tú sabes que yo lo sé",
se consumó la segunda privatización del transporte urbano en Cuba.
Ayer, después de esperar inútilmente mi camello, abordé una guagua que
cobraba un peso por igual recorrido. De la muchedumbre que aguardaba
desesperada en la parada, fuimos más de cien los que subimos a ella,
después de fiera disputa. En la carrocería mostraba el rótulo de una
Empresa, no recuerdo cual porque no me fijé, pero creo que era del
Tribunal Supremo de Justicia...

(*) Fragmentos del manual "INSTRUCCIONES PARA SOBREVIVIR EN CUBA", que
escribí entre 1998 y 2002.
Muchos años después, presenciamos una nueva privatización en la
modalidad de "Taxis Ruteros", concebidos primeramente como empresa
estatal y más tarde arrendados a personas naturales o a cooperativas,
con tarifas de cinco pesos m.n. Recientemente, se reglamentó que los
choferes de ómnibus urbanos, una vez recaudado lo establecido como
plan, se apropien del exceso cobrado por el pasaje. Por mi cuenta, la
cuarta "reprivatización" y el transporte no mejora...

Desde Regla,
Ayer, "La Sierra Chiquita"; ayer, hoy y siempre, bastión de rebelde cubanía.
Octubre 29 de 2014

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De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
debo.

Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
http://jorgecolivaespinosa.blogspot.com
jorgecoliva@gmail.com

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