miércoles, 8 de octubre de 2014

SER JUSTOS

-- SER JUSTOS
Por Jorge C. Oliva Espinosa

Cuando Martí escribió la que sería la última carta dirigida a su hijo,
le dejó como mandato una tarea bien difícil: "Sé justo", sentenció el
Apóstol como su voluntad última y suprema. En esas dos palabras
resumió aquel Gigante, todo un código de conducta a seguir. Todos los
que nos sentimos martianos, procuramos cumplir este encargo, muchas
veces no lo logramos y somos injustos. Estoy convencido que lo he sido
muchas veces; la más reciente fue ayer, cuando le reproché a los
ultraizquierdistas solicitar la privatización de la enseñanza y de la
salud. Los califiqué, injustamente, de ser ingenuos o de pasar como
tales y les alerté que ello acabaría con los deficientes servicios que
todavía recibimos, los que sufragamos aunque nos digan que son
gratuitos.
Hoy, un lector, me envía un mensaje desgarrante que me saca de mi
error y me convence de haber cometido una injusticia. Me dice, este
amigo desconocido, que su hijo cursa la Secundaria y que su Profesor
de Matemáticas, ante la imposibilidad de dar su clase por la
indisciplina reinante en el aula, en lugar de hacer prevalecer su
autoridad, anuncia que no dará la clase y que los que quieran, deben
concurrir a su casa con veinte pesos para recibirla. Muchos padres se
ven obligados a pagarle al maestro estatal por sus clases particulares
o bien a contratar los servicios de un repasador; de otra forma sus
hijos no aprenderán ni promoverán de grado. También me dice, y le
creo, que necesitado de una prótesis dental, fue a su policlínico y
allí le dijeron que no había materiales; pero, seguidamente, le
informaron que el especialista "atendía" en su casa, cobrando desde
luego. Ante estas realidades, mi desconocido lector, me pregunta si no
sería mejor privatizar educación y salud, para recibir mejor servicio
y convertir la realidad subyacente en la única y verdadera realidad:
no hay control y la corrupción está dondequiera; se impone convivir
con ella o perecer. En todos esos lugares, escuelas y policlínicos,
existe el Partido, la Juventud, el Sindicato y los demás "factores" y
ninguno se da por enterado de estas inmoralidades. Con su impotencia
para restablecer el orden, que es la impotencia de todos, este hombre
que pertenece a la masa anónima, con quien no se cuenta, me convence
que he sido injusto.
La corrupción corriente, omnipresente e impune, les da la razón a los
que abogan por la clínica mutualista y el colegio pago y nos envía
este nefasto mensaje: "¡Es mejor volver a lo privado, que seguir
revolcándonos en esta inmundicia!" Ofrezco mis disculpas a los
compañeros ultraizquierdistas. Una vez más, fui injusto.
Cada vez me convenzo más, que la verdad tiene muchas aristas y que su
percepción será muy distinta, según sea el ángulo desde el cual la
observemos. Mientras tanto, como nos indicó Marx, dudemos, dudemos...

Desde Regla,
Ayer, "La Sierra Chiquita"; ayer, hoy y siempre, bastión de rebelde cubanía.
Octubre 9 de 2014


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De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
debo.

Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
http://jorgecolivaespinosa.blogspot.com
jorgecoliva@gmail.com

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