sábado, 3 de agosto de 2013

LA PROFESIONALIDAD DEL HISTORIADOR
Por Jorge C. Oliva Espinosa

En mis más recientes artículos, estuve haciendo hincapié en
conceptualizaciones y definiciones. Así dediqué uno a la
profesionalidad y su ausencia, el segundo a la propiedad y un tercero
a la organización. Entendí que este es el momento, ya que se está
estudiando por parte de nuestro gobierno, el concepto de socialismo y
sin aún enunciarlo, ya se adoptan adjetivos como "próspero y
sustentable" para su modelo "actualizado". Con anterioridad, escribí
sobre la necesidad de defender la historia, nuestra historia. Ahora,
parece que dos de mis artículos enlazan sus objetivos y me obligan a
escribir el presente. La motivación me la dan tres trabajos de dos
historiadores, donde uno de ellos muestra cierta falta de
profesionalidad y demuestra, como bien y delicadamente le responde el
otro, un incumplimiento del primer deber de todo historiador: ceñirse
con objetividad al hecho y no dejarse llevar por la adjetivación que
suple la falta de argumentos y encubre tendenciosidad.
Resulta que recibí un serio y profundo trabajo de Newton Briones
Montoto, publicado por "Espacio Laical" (1/2013), titulado "Justicia
al Profeta". Briones Montoto es una figura de prosapia histórica y
revolucionaria; su quehacer de historiador y periodista está
impregnado de fidelidad a su estirpe y a la historia misma; con
frecuencia utiliza el testimonio como contrapartida de fuentes
documentales y en ambas se apoya. En su trabajo, Briones investiga,
descubre y revela luces y sombras que, como a toda figura histórica,
rodean a Ramón Grau San Martín. Lo hace desde una óptica alejada de
toda la subjetividad propia de detractores y de apologistas. Este
aporte de Briones, tuvo por infortunada respuesta el trabajo de la
también historiadora Latvia Gaspé Álvarez. Y uso el adjetivo
"infortunada", para adjudicarlo al trabajo, no a la autora; aunque en
el mismo muestra falta de profesionalidad en su labor de historiadora
y asume la posición de llenar de calificativos a todo el que no
concuerde con sus opiniones. Tan poco rigor aplicó Latvia, que hasta
desvió la dirección de la Corriente del Golfo, la que nunca llega a
enfriar las costas cubanas. Sinuosa como esa corriente marina, sin
precisar nombres, fue su redacción. Pero adornó esta falta con faltas
mayores, las de la intolerancia, ese mal que lleva a ver enemigos en
todos los que diverjan de "su verdad" y el delito de "lesa-historia"
de mellar y falsear el hecho o mostrar sólo una faceta del mismo. Mete
en un mismo saco, a los defensores del pasado y a todo aquel que lo
analice con objetividad, al que falsea la historia desde academicismos
extranjerizantes y al que cuestione alguna fuente que ella da por
válida, como el libro de Vázquez García, "El Gobierno de la
Kubanidad". Parece un burócrata oficinesco que, cuño en ristre, la
emprende marcando con un sello único a todos los que disientan de su
criterio. Me recuerda la imagen del empleadillo atado a un buró que,
en el filme "La Muerte de un Burócrata", resumía su trabajo en acuñar
cualquier documento que se le presentara.
En su "Respuesta Aclaratoria", respondió el indirectamente aludido.
Muy delicado se mostró Briones con esta pobre adversaria y triste
polemista, huérfana de argumentos, que recurre a la descalificación a
falta de demostraciones; que incurre en errores imperdonables a un
historiador. Hasta la llama amiga y la convida a que esa amistad no se
vea afectada por polemizar. Realmente, se torna para ella en un
formidable maestro y la da clases de profesionalidad y de rigor
histórico. Latvia debía aprovechar estas lecciones de quien, desde su
altura, la llama todavía amiga.

Desde Regla,
Ayer "La Sierra Chiquita"; ayer, hoy y siempre, bastión de rebelde cubanía.
Agosto 1º de 2013
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De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
debo.

Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
http://jorgecolivaespinosa.blogspot.com
jorgecoliva@gmail.com

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