jueves, 22 de agosto de 2013

OTRO ENVIO ADICIONAL

A los consumidores:
Velando por el cumplimiento de la canasta básica y sin reparar en
esfuerzos, estamos suministrando el quinto envío de minicuentos como
producto adicional. Todos son de mi producción.
Jorge C. Oliva
Centro Distribuidor.

COMO A MACBETH
Igual que a Macbeth, las brujas le hicieron una predicción oscura. Al
noble escocés le dijeron: "Ningún nacido de mujer te podrá dar
muerte". Y en tétrica burla, un nonato (nacido de cadáver) lo mató. A
él, las mismas brujas también le predijeron:
"Ningún nacido varón te vencerá en las lides amorosas... "
Y fue por la vida, preferido de las mujeres... Hasta que se prendó
locamente de una bella y rara hembra. Había encontrado, al fin, el
amor de su vida. Ninguna, de las que anteriormente conoció y amó,
había ocupado un lugar tan absoluto en su corazón y en su mente. Y
como a Macbeth, se le repitió el trágico sarcasmo:
Su amada dio las espaldas a Eros y se entregó, llena de ardor, a los
brazos de Lesbia.

VICISITUDES DE UN ECONOMISTA
Apuró de un gran trago el resto de la ginebra y se enjuagó la boca,
refrescándola, con la cerveza que rebosaba la jarra. Fuerte cerveza
muniquense, que dejó parte de su espuma en la enmarañada barba. No
tenía dinero para una segunda ronda y allí hacía rato le habían
suspendido el crédito, así que maldiciendo su suerte, se levantó,
pesadamente, resignado a marcharse temprano a casa. Colocó sobre la
mesa las monedillas correspondientes a su consumo y antes de
retirarse, echó una altiva mirada de reto y reprobación al tabernero.
Por oscuras callejas, dando grandes rodeos que le evitan el pasar por
los comercios de sus muchos acreedores, llega por fin a su morada.
Todavía, al subir las escaleras, debe escabullir el cuerpo al portero
que le recordará, si lo encuentra, los alquile¬res vencidos. Una vez
adentro, aún tendrá que sufrir las recrimi¬naciones de la mujer, que
le llueven como interminable cantilena:
Las niñas no tienen qué comer y tú, bebiendo y bebiendo. Hoy el
casero nos ha dado su último plazo y el carnicero se negó a enviarnos
las salchichas que pedimos. Esta noche sólo comeremos caldo de
patatas. A papá no le puedo pedir más y lo que nos envió el bueno de
Federico, ya te lo tomaste...
Agobiado, él se refugia en su escritorio, cierra la puerta y se
acomoda en su mesa de trabajo. Moja la pluma en el viejo y ca¬si seco
tintero y reinicia, por trigésima vez, el primer capítulo de EL
CAPITAL.

GALATEA-REVOLUCIÓN
El anciano, encorvado y tembloroso, se sienta y escribe: -"Fue un día
como hoy. Hace ya muchos, muchos años. Después de largo asedio, logré
robarte un beso. Nuestro primer beso. El primer beso de tu boca
entonces virgen. El primero de la mía abochornada de serlo. Beso de
adolescentes. Después de ése, tuvimos muchos. Fiestas de besos.
Primero nuestras. Luego tú las tuyas y yo las mías. Claro que para
entonces nuestras bocas sabían un poco más y ya no éramos tan
cándidos. Aquel día, luego de probar la delicia del robo, atolondrado,
salí corriendo y nos dejé a nosotros dos solos, aturdidos, llenos de
desconcierto ante el maravilloso descubrimiento. ¡Mira que yo era
loco!... ¡Mira si lo sigo siendo, que aún hoy te estoy recordando y
te escribo este cuento! ¡A ti, que ya no existes! Que sólo exististe
en aquel momento en que, con un beso robado, te inventé."
De pronto lo escrito se le vuelve borroso, suelta la pluma y se
desploma sobre la mesa. Después de escribir su último cuento,
evocándola, muere Pigmalión.



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De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
debo.

Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
http://jorgecolivaespinosa.blogspot.com
jorgecoliva@gmail.com

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