miércoles, 7 de agosto de 2013

OLVIDAR

OLVIDAR
Por Jorge C. Oliva Espinosa

El olvido puede convertirse en un factor peligroso. Es muy lindo
olvidar agravios, pero la memoria debe ser entonces selectiva. Si
generalizáramos, caeríamos en la ingratitud, al también olvidar el
bien que otros nos han hecho. Parafraseando a Hamlet podemos decir:
"Olvidar o no olvidar, he ahí el dilema". Olvidar, por ejemplo, los
errores cometidos, nos abre la posibilidad de volver a caer en ellos.
Por eso, hoy voy a divagar sobre el recordar y el olvidar.
En uno de sus primeros escritos, publicado después del triunfo, Che
calificaba de "Pecado de la Revolución" (1), el no "haberle dicho
ladrón al ladrón" y olvidar, en nombre de "una unidad que no estaba
totalmente comprendida", que era imposible unir a revolucionarios con
politiqueros y corrompidos del pasado. Un poco después, se me pidió
olvidar "otros pecadillos", en nombre de esa unidad y obedecí, porque
la indisciplina era uno de mis mayores defectos y sentía el deber de
enmendarme. Me obligaron así a repetir aquel pecado original y esto
nos costó muy caro a muchos de nosotros, los revoltosos, los díscolos,
los indisciplinados. No tardaron los bañados en las aguas de un Jordán
de olvidos, en mostrarnos su verdadera identidad. Empoderados, como se
dice ahora, la emprendieron con furia contra los que se habían
despojado de la memoria y los recibían con brazos abiertos. Con un
proceder sectario, excluyente, nos hicieron recordar de nuevo y
percatarnos de que aquella unidad era imposible, porque ellos la
hacían tan imposible como unir el aceite y el vinagre. Al devolvernos
la memoria, nos hicieron un favor. Lo agradecí y me prometí no volver
a caer en ese pecado de olvido, en "el pecado original", como lo
nombró el siempre presente Che. La memoria sería útil, nos ayudaría a
no repetir errores. Algunos de aquellos inquisidores están hoy en
Miami. Ahora, a los que aún permanecen aquí, les es fácil llamarme
"resentido", "lastrado por el rencor", etc. Ellos siguen haciendo
daño, yo continúo la marcha de mi Revolución en su transformación
permanente; lucha inacabable por lograr la mayor aproximación a la
utopía inalcanzable. En ese camino, la memoria nos ayuda. La
experiencia nos enseñó lo peligroso que es olvidar.

Desde Regla,
Ayer, "La Sierra Chiquita"; ayer, hoy y siempre, bastión de rebelde cubanía.
Agosto 7 de 2013

(1) Guevara, Ernesto Che; "Un Pecado de la Revolución", en "Escritos y
Discursos", en nueve tomos; La Habana, 1972, Ediciones Políticas,
Editorial de Ciencias Sociales. Tomo 2, páginas 288-289


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De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
debo.

Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
http://jorgecolivaespinosa.blogspot.com
jorgecoliva@gmail.com

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