sábado, 3 de agosto de 2013

LOS MAL LLAMADOS

LOS MAL LLAMADOS
Por Jorge C. Oliva Espinosa

Fui criado y educado en la religión Católica, pero los mal llamados
católicos y sus ensotanados hicieron que me apartara de esa fe y en el
ejercicio del pensamiento propio me hice materialista. Demasiado
temprano, sorprendieron al niño que fui y destruyeron mi inocencia,
cuando un confesor me preguntó si "había hecho cositas con niñas"; lo
hizo cuando yo creía que lo único que se podía hacer con las niñas era
jugar a las casitas. Luego me preguntó si lo había hecho con otros
varones y le respondí que con ellos jugaba a los trompos y me fajaba.
Una década después, otro confesor llamó a la policía para entregarme
cuando, bajo el secreto de confesión, le revelé que creía haber matado
a un esbirro de Batista. Me salvé de puro milagro, pero no se salvó mi
confianza en aquellos mal llamados seguidores de Jesús. Ellos me
hicieron alejarme de la iglesia y de la religión.
Por esos años, años idos de mi juventud, supe de quienes se titulaban
comunistas y se oponían a la lucha armada que llevábamos a cabo.
Aducían que al tirano lo derrocaría una huelga general y no nuestra
acción, a la que calificaban de terrorista, aventurera y putchista. Yo
por entonces pintaba letreros subversivos con el número 26 y ellos los
tachaban con sus consignas. Me interesé en conocer quiénes eran estos
y supe que pertenecían a la J. S., siglas que significaban "Juventud
Socialista", la juventud de un Partido mal llamado "Socialista
Popular". Investigué sobre el tal partido y conocí su historia. Eran
los mismos que habían expulsado a Mella de sus filas, los que llamaron
a deponer la huelga que derrocaría a Machado, los que boicotearon al
gobierno de los cien días, los que "no entendieron" el
antimperialismo de Guiteras y cerraron filas con su asesino, los
mismos que pactaron con Batista en el 40 y en el 44, los que adoraron
a Browder y siguieron sus consignas. Cuando supe todo esto, me volví
anticomunista. Y la culpa la tuvieron los mal llamados comunistas.
Por suerte para mí, conocí a otros que no militaban en aquel partido,
pero que eran más comunistas que los que se autoproclamaban como
tales. Ellos me explicaron que los que así se titulaban eran, en
realidad, estalinistas, ciegos servidores de Stalin. A diferencia de
aquellos, estos peleaban a nuestro lado, merecían oírlos con respeto y
con respeto los escuché. Algunos me dieron a leer a Trotsky, otros a
Bakunin, y sin decidirme por ninguno, aprendí a pensar y a convertir
mis entusiasmos idealistas en convicciones. Pero nuestra lucha culminó
en triunfo, derrocamos al tirano y embriagados por la victoria, se
convidó a participar del poder a aquellos que se habían opuesto a
conquistarlo con las armas. En nombre de la unidad necesaria, me
exigieron olvidar. Entonces fui testigo de hechos insólitos: aquellos
convidados a compartir el gobierno por el cual no habían luchado, una
vez acomodados en las sillas de mando, se tornaron jueces inapelables
de nuestras "limitaciones ideológicas" y nos hicieron víctimas de su
sectarismo. Celosos guardianes de la nueva fe, crearon sus tribunales
del Santo Oficio, celebraron juicios de excomunión y llevaron a la
hoguera a más de un hereje. Nuestros inquisidores eran los mismos, los
mal llamados comunistas de antaño.
Pasó el tiempo "y pasó un águila sobre el mar" y hoy contemplamos con
indignación que unos mal llamados "revolucionarios" se yerguen en
defensores a ultranza de nuestro gobierno. No les importan las pifias
en que caiga éste, no reaccionan ante los errores que se cometen, a
todo dicen que sí, todo lo exaltan y son los apologistas "más
apasionados" del sistema que hemos ayudado a crear. Reaccionan con
furia ante cualquier crítica y ven enemigos en cualquiera que piense
con cabeza propia. Robóticos repetidores de consignas, son los que
ahora se vuelven contra nosotros como terribles acusadores, se
declaran dueños absolutos de la "verdad" y nos tildan de "nostálgicos
del pasado", "renegados", "disidentes" y otras lindezas por el estilo.
¡Cuánto daño han hecho siempre los "mal llamados"! ¡Vivir para ver!...

Desde Regla,
Ayer, "La Sierra Chiquita"; ayer, hoy y siempre, bastión de rebelde cubanía.
Agosto 2 de 2013

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De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
debo.

Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
http://jorgecolivaespinosa.blogspot.com
jorgecoliva@gmail.com

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