jueves, 13 de noviembre de 2014

LO ETICO Y LO MORAL

LO ETICO Y LO MORAL (*)
Por Jorge C. Oliva Espinosa

Durante mucho tiempo creí, como casi todos los cubanos, que lo moral
era sólo lo relacionado con las costumbres sexuales. Así se decía, que
ciertas señoras del barrio de Colón, eran inmorales. Y que era
escandaloso que Fulanita saliera embarazada siendo soltera, pues se
había criado en una familia muy moral. Sin embargo, si un Ministro
robaba era un ladrón, pero a nadie se le ocurría decir que era un
inmoral, como aquel otro, a quien le gustaban los hombres y al que,
además de inmoral, le decíamos una palabra bien fea. Tampoco
calificábamos de inmoralidad, que el campesino se muriera de hambre,
mientras que los latifundistas y los gobernantes amasaran millones. En
este caso invocábamos la justicia y no la moral. Después, ya
grandecito, aprendí que moral era toda regla de conducta en función de
ambiente. Que LA MORAL era parte de algo más abarcador llamado ETICA,
que en su función social, no siempre tenía que ser moral. En esto la
Ética se emparentaba de algún modo con LA POLITICA. No así la moral,
que es cosa de uso personal. De consumo interno, la moral es hacia
adentro. Y con la ética nos proyectamos hacia los demás. Pero sucede
que la moral va cambiando en cada época, para escándalo de las
generaciones anteriores. Y así ha sucedido desde el Cromañón para acá.
Para este antepasado nuestro era moral matar de un garrotazo a su
vecino, si éste se interponía al más elemental de sus primitivos
deseos. Sin embargo, la bikini fue considerada en su momento inmoral y
estoy seguro, que Hitler estimó muy moral y saludable exterminar a
millones de judíos. Si no, no lo hubiera hecho, porque era un tío muy
apegado a las costumbres. Después me hablaron de moral burguesa y
moral revolucionaria. Y entendí por esta última, aferrarnos a la
verdad y que los del gobierno no robaran. En ese tiempo, la gente
empezó a alardear de su moral. Había quien decía tener mucha, otros
que la tenían muy grande y los que pregonaban tenerla muy alta y
enhiesta. Y usted no sabía si en ello había alusiones genitales de un
machismo a ultranza. Por último, se invocó LA MORAL COMUNISTA, que
nadie se tomó el trabajo de explicarme y que yo intuí que consistía en
ser desprendido y honesto, luchar contra la ignorancia y el egoísmo, y
darlo todo por un mañana mejor. Otros la entendieron a su modo y
llegaron a tenerla doble. O sea, una pero con dos caras. Mi hija apeló
a la moral comunista para hacer dormir a su novio en nuestra casa. Y
fue necesario invocar esa moral para hacer que los nuevos campesinos
trabajaran.
Con la pobre Etica pasaba peor. Como abarcaba un campo más amplio de
la conducta humana, nadie se tomó el trabajo de tomarla en cuenta y
mucho menos de reglamentarla. Creo que los médicos fueron de los pocos
que la conservaron en el fuero particular de su sagrada profesión. A
no ser ellos, nadie pregonaba tener una ética propia. Hasta ahora, que
se ha popularizado y se instituyó el CODIGO DE ETICA para los cuadros
del Estado. Este es un documento, que el Gobierno ha estimado
necesario hacerle firmar a cada funcionario y que ciñe su ejecutoria a
lo establecido en su articulado. Algo así como las tablas de los DIEZ
MANDAMIENTOS que Yahvé dio a Moisés en el monte Sinaí. La diferencia
reside en que Dios, al entregárselas, no le exigió que las firmara,
sino que las cumpliera.

(*) De "INSTRUCCIONES PARA SOBREVIVIR EN CUBA" (1998-2002), obra mía
sometida a actualización en noviembre de 2014.
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De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
debo.

Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
http://jorgecolivaespinosa.blogspot.com
jorgecoliva@gmail.com

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