martes, 11 de noviembre de 2014

ASPIRANTES A CENSORES

ASPIRANTES A CENSORES
Por Jorge C. Oliva Espinosa

Aparte de los profesionales que ejercen el oficio, en cualquier medio
abundan los que aspiran a ser emplantillados como censor oficial.
Ellos, como aficionados, muestran una vocación innata, ejercen la
censura "por cuenta propia" y no sé si ganarán méritos por ello, pero
sus aspiraciones se evidencian cuando esgrimen el tapabocas dogmático
y la verdad absoluta, axiomática, la que no requiere argumentos. Con
esas armas irrebatibles, siempre están prestos a callar a
irresponsables, trastornados e ignorantes como yo. Sirvan como botones
de muestra, los intercambios que crucé con dos de estos censores
diletantes. Aclaro que solo me relacioné con ellos a través del correo
electrónico y que les dispensé siempre un trato, donde no cabía el
tuteo. Observen, en cambio, que uno de los dos, "al salirme al paso",
no reparó en tratarme como a subalterno al que no es necesario
respetar; yo, en cambio, mantuve las distancias del respetuoso
"Usted"; el otro, conservó el usted pero, al calificar mi postura como
impropia de "un verdadero martiano, de un socialista o anarquista",
concluyó que yo no era lo que simulaba ser. Ambos casos, aparte de
ilustrativos, pueden resultar divertidos.
BOTÓN UNO:
Hace poco más de un año, rehusé suscribir un documento. Como respuesta
recibí, de uno de los firmantes, calificativos y enjuiciamientos
inapelables; como juez severo y aspirante a censor, se abrogó el
derecho de despojarme de mis atributos ideológicos y dictarme lo que
yo "debía" hacer. Del extenso mensaje, extraigo los párrafos más
elocuentes; juzguen ustedes:
[Además de escribir para unas cuantas personas que le leemos, ¿Qué
hace usted para "cambiar todo lo que debe ser cambiado"?]...[en los
hechos usted, a pesar de todas las críticas que hace, es un elemento
más en el engranaje que permite mantener sin cambios la realidad
existente.]...[esa no es la postura de un verdadero martiano, de un
socialista ni de un anarquista verdadero.]...[Critique usted el
documento, señale los aspectos que están en contra de sus concepciones
ideológicas y políticas y si, por consenso, se rechazaran sus
criterios y no está de acuerdo con el documento final, no lo firme.] A
este defensor de su fe, le respondí con una sola pregunta: ¿Qué
derecho tiene usted, para juzgarme y decirme lo que tengo que hacer?
BOTÓN DOS:
El pasado mes de septiembre, como respuesta a un artículo mío, donde
comenté un libro del Comandante Jorge (Papito) Serguera, recibí el
siguiente mensaje nada diplomático de un diplomático cubano:
"Oliva: No es aconsejable hacer conclusiones de un proceso tan vigoroso como
el argelino en unas pocas líneas y solo tomando en cuenta los
criterios del libro de Papito. Me disculpas pero no sabes nada de lo
que estás hablando y afirmando."
Mi respuesta diplomática:
Gracias por sus criterios. Sin embargo, yo no hago conclusiones sobre
el proceso argelino, sino sobre el libro de Papito, lo gloso más bien.
Entiendo que es mi deber de lealtad para el amigo que salió difamado
del trance, donde actuó con entrega total a nuestro país.
Estimo mucho su opinión y le respeto. Espero merecer de usted igual trato.
Desde Regla, como siempre, noviembre 10 de 2014

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