viernes, 1 de agosto de 2014

-¡NO PUEDES ENTRAR!

--¡NO PUEDES ENTRAR!
Por Sempronio, el de Regla

Con perdón de Engels, el ambia de Marx, yo sitúo el origen de la
propiedad privada en el momento en que a uno se le ocurrió decir "Esto
es mío" y los demás se lo creyeron. Algo similar ha pasado cuando un
funcionario cualquiera, empachado de burocratismo, dispone que "AQUÍ
NO PUEDES ENTRAR". Este caballero está actuando como si fuera suya la
propiedad cuyo acceso pretende restringir. Ya una vez ocurrió con los
hoteles, donde nunca supimos quién dio la orden, pero todos la
acatamos de forma ovejuna. Hasta que no fue retirado el engendro
discriminatorio (que desapareció sin hacer ruido), no pudimos poner un
pie en el lobby de ningún hotel; ninguna voz se alzó para protestar,
ni la Asamblea Nacional se dio por enterada de aquella violación de la
Constitución que, como funcionarios investidos del más alto poder,
están obligados a cumplir y hacer cumplir.
Ahora el caso se repite en el aeropuerto capitalino, llamado José
Martí, en honor a un gigante que rindió culto a la dignidad plena del
hombre, que inmoló su vida entera por hacernos un pueblo de hombres
libres. La diferencia de ahora es que sabemos quién dispuso esa medida
tendiente a limitar los derechos ciudadanos de acceder a lugares de
servicio público. Fueron sus graciosas majestades, señores y dueños
del aeropuerto, ahora bajo la coraza de una Corporación sustituta de
lo que fuera "Cubana de Aviación". Esta vez hubo una diferencia, una
excepción digna de imitar por todos: Juan Carlos Tabío no acató la
prohibición y nadie pudo sacarlo a él ni a su esposa de las
instalaciones aeroportuarias. ¿Y si todos hiciéramos lo mismo que Juan
Carlos? ¿Si en lugar de permanecer inertes a la intemperie, bajo el
sol implacable, sin otro lugar dónde orinar que no sea el mismísimo
parqueo, si en vez de dejarnos tratar como a rebaño, irrumpimos como
pueblo soberano en la instalación que nos pertenece a todos?... ¿Qué
pasaría? Que conste, no estoy llamando a la violencia ni a la
insurrección, porque podemos tomar posesión de forma pacífica de lo
que nos pertenece y entrar en los lugares públicos de forma
civilizada. Lo más de que pueden acusarme es de incitar a la
desobediencia y a la resistencia pasiva. ¿Pero, desobediencia a quién
o a qué? ¿A una medida absurda, dictada por la arbitrariedad de quien
se cree dueño de lo que es propiedad de todos?
Todavía me recomen por dentro dos preguntas más: ¿Se han enterado
nuestros Legisladores de esta tropelía violatoria de la Carta Magna?
¿Alguien se ha dirigido ya a la Comisión de Asuntos Constituciones de
nuestra Asamblea Nacional del Poder Popular, para comunicarle el
atropello?
Si nadie lo ha hecho, yo Sempronio, el de Regla, voy a preparar mi
cartica y llevarla a la Sede del máximo órgano del Estado. Nuestra
Constitución, la actual, la que rige AHORA y que todos estamos
obligados a cumplir y respetar, dice bien clarito que tenemos derecho
a dirigirnos a cualquier instancia de gobierno y a recibir la
respuesta adecuada. ¡Vamos a ver qué me dicen!

Desde Regla,
Tierra bendita de Yemayá, cuna bravía de los abacuá
Agosto 1º de 2014

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De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
debo.

Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
http://jorgecolivaespinosa.blogspot.com
jorgecoliva@gmail.com

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