domingo, 3 de agosto de 2014

DIGNA CONMEMORACIÓN DE UN CENTENARIO*

--DIGNA CONMEMORACIÓN DE UN CENTENARIO*
Por Jorge C. Oliva Espinosa

Ese 28 de enero se cumplían cien años del nacimiento de Martí. Y lo
conmemorábamos bajo una dictadura. En la Universidad, la noche
anterior participamos en la "Marcha de las Antorchas", grandiosa
manifestación del estudiantado que hizo el trayecto desde la
Escalinata a la Fragua Martiana, llevando cada participante una
simbólica antorcha para "iluminar la tenebrosa noche que vivíamos" En
nuestra escuela del barrio, la Academia Valmaña, se organizaron varios
actos de celebración. Entre ellos un concurso literario en el cual
participé como ex alumno con una biografía del apóstol donde, aunque
de forma velada, hacía alusión al sátrapa que nos oprimía y la
necesidad de derrocarlo. Era la única manera en que podíamos
expresarnos y ser admitidos en el certamen. Para mi sorpresa resulté
premiado, quizás por el mensaje nada disimulado que envolvía mi
composición.
Otro acto se celebraría en la noche. En la antigua escuela se
inauguraría un rincón martiano, que esta vez no tenía nada de rincón,
como el de La Salle, -donde Martí estaba arrinconado, con su busto
sobre una urna hermética que encerraba sus obras, haciéndolas
inaccesibles- aquí ocupaba todo el lateral de un espacioso patio
central. Como invitado principal de la Dirección del plantel, haría
uso de la palabra un afamado hombre de letras: el periodista y
escritor Gastón Baquero. Pero resultaba que el encumbrado personaje
figuraba entre los que habían redactado los Estatutos
Constitucionales, engendro grotesco con que Batista había sustituido
la Constitución de la República. Baquero pertenecía al grupo infame,
el Consejo Consultivo, espuria invención del tirano con la cual usurpó
las facultades ejecutivas y legislativas de los poderes legítimos del
Estado. En la boca de semejante sujeto, el nombre sagrado de Martí era
equivalente a un insulto a su memoria. Una afrenta de tal naturaleza
no podíamos permitirla los que nos considerábamos sinceramente
martianos. Juan y yo estábamos decididos a impedirlo. Y con esa
resolución fuimos bien temprano al acto.
Cuando llegó el "prestigioso" invitado seguido de su guardaespaldas,
nos adelantamos para constituirle un peculiar comité de recepción. En
efecto, en la misma acera, tan pronto se bajó del charolado auto, se
encontró con dos jóvenes que no disimulaban bajo los sacos de sport,
amenazadores abultamientos. Sin embargo, ni el tono ni el gesto con
que nos dirigimos a él, implicaba hostilidad alguna. Nos comportamos
dentro de la corrección más exigente, incluso con cortesía y
amabilidad:
__Buenas noches, Doctor
__Buenas...
__Doctor, su intervención en este acto es incompatible con el
pensamiento martiano. Y venimos a pedirle que se marche......
Sorprendido, el hombre se debatía entre la irritación y el asombro.
Aun así, trató de mantenerse sereno ante nuestro desenfado e ignorar
el insólito atropello del que le hacíamos objeto
__Yo he sido invitado aquí por las dueñas de este Colegio. Ustedes no
tienen autoridad para impedir mi participación. ¿Con qué cuentan
Ustedes para hacerlo?...
Pero nuestro atrevimiento era mayor y nuestra decisión también. A la
vez que desabrochábamos nuestros sacos, le respondimos:
__Somos muchos y contamos con los medios necesarios... Será mejor que
no lo dude...
Esta vez entendió el explícito mensaje y dando muestras de prudencia,
giró sobre sus pasos y volvió a entrar en el vehículo que partió
obediente a su orden. Aún tuvo tiempo por la ventanilla de lanzarnos
su amenaza:
__Ustedes pagarán por este abuso...
Juan y yo, sonrientes, lo vimos partir encolerizado. Solamente
entonces, extrajimos de nuestras cinturas las gruesas libretas
enrolladas que, a falta de armas reales, habíamos usado en nuestra
bravuconada.
Seis meses después, otros cubanos, jóvenes como nosotros,
conmemorarían de forma más digna todavía el centenario del Apóstol:
siguiendo sus prédicas asaltarían El Moncada.

*Esta memoria pertenece a "Relatos para Isabelita", un grupo de
anécdotas, dedicadas a Isabel López, sobre las actividades subversivas
que compartí con su padre, hermano mío de bala y de sangre, Juan
Leonardo López Álvarez, el primer exiliado menor de edad durante la
dictadura batistiana.

Desde Regla, como siempre, agosto 4 de 2014

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De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
debo.

Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
http://jorgecolivaespinosa.blogspot.com
jorgecoliva@gmail.com

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