martes, 19 de agosto de 2014

CÓMO NOS HICIMOS "SOCIALISTAS

-- CÓMO NOS HICIMOS "SOCIALISTAS"
(Un mini-ensayo casi histórico, una visión "desde abajo")
Por Jorge C. Oliva Espinosa
Finales del año 2010
Al finalizar la primera década del siglo XXI, habíamos llegado a una
situación desoladora: a nivel nacional, lo que producíamos no
alcanzaba para cubrir los gastos del país, satisfacer nuestros
consumos y pagar las importaciones más imprescindibles (1). En la
economía individual, los salarios eran insuficientes para sufragar los
costos de la vida familiar. Mientras lo primero era consecuencia del
bloqueo prolongado, de algunas erróneas decisiones del gobierno y de
la ineficiente administración estatal; lo segundo era causa a su vez
de una corrupción extendida como la verdolaga, de un deterioro moral
que acompañó al deterioro material resultante tanto de factores
externos como internos. Un contemporáneo, recordando los tiempos
capitalistas que vivimos, se me sinceró con esta amargura: "Antes unos
pocos robaban mucho, ahora muchos robamos cada uno un poco". Lo cierto
era que nadie podía vivir con lo que ganaba por trabajar, pero todo el
mundo había encontrado otra fuente de ingresos, muchas veces al margen
de lo lícito. Paralelamente, las prohibiciones ya anacrónicas pero
vigentes, engendraban ilegalidades que conformaban la realidad hasta
el punto de hacerla parecer irreal, absurda. Los jóvenes emigraban en
estampida y a los viejos se les pospuso la edad del retiro. Los datos
demográficos (2) eran alarmantes: la población iba decreciendo, a la
vez que envejecía y los exiguos nacimientos no garantizaban el
reemplazo de la masa laboral. Se había perdido la fe de los primeros
años y con ella, el sentido de pertenencia sobre los bienes
socializados. Lo estatal era de nadie. Sólo se consideraba propio lo
que se robaba al gran propietario ausente que era El Estado, por el
que muchos se sentían robados. Así las cosas, la decepción y el
desaliento ganaron adeptos; la falta de moral, llamada doble moral,
campeó por sus respetos. Lo proclamado en público, se contradecía con
el desahogo en privado. Muchos militantes del partido habían dejado de
ser ejemplo, excepto de hipocresía cuando, fuera de los círculos
partidistas y en voz baja, se expresaban como los más acérrimos
enemigos del gobierno y del sistema. Otros negaban en la acción y en
su vida cotidiana, los ideales que debían encarnar. La falsa
unanimidad proclamada en reuniones y plenos se negaba en intimidad y
pasillos. Los que se sentían "defraudados", "desilusionados",
"decepcionados", proliferaron más que los aquejados por una gripe
estacional. Por doquier afloraron hipercríticos que llamaban a la
reforma, a la revisión, a la admisión del fracaso y algunos,
descaradamente, aconsejaban la rendición. El desorden, los absurdos y
la hipocresía matizaban el ambiente con colores de caos kafkiano.
Nuestro octogenario líder, ya recuperado de delicadas intervenciones
quirúrgicas, se hallaba temporalmente alejado del gobierno, pero una
serie de jóvenes llamados a formarse como relevo, no había logrado
realizarse a su lado. "La maldición del Abicú (3)" parecía impedir que
a la sombra del robusto tronco crecieran ni pariguales ni nuevos
brotes. A falta de renuevo, la "Dirección histórica" le sucedía en el
poder personificada por Raúl, nuevo Presidente (también octogenario)
que nos prometía "cambiar todo lo que debía ser cambiado", repitiendo
lo que había proclamado Fidel en el año 2000. Después de tomarse un
tiempo para formulación y análisis, capaz de desesperar a los
impacientes, crear expectativas y aparentar inercia, a cincuenta años
de habernos declarado socialistas, se nos plantea un reordenamiento
económico, una reorientación de la marcha, que no tiene nada en común
con los cambios y rectificaciones emprendidos con anterioridad. Es un
intento por "actualizar el modelo económico"; la nueva proposición
entraña transformaciones tan profundas que afectarán las estructuras
sociales y políticas que, mal que bien, se sostienen a empellones. Se
trata de tomar un rumbo, donde se reducen drásticamente la
centralización excesiva y el papel empleador del Estado. En este
aspecto, se proyecta convertir a cientos de miles de sus actuales
asalariados en trabajadores independientes o dependientes de un
empleador privado, ya sea nacional o extranjero (4). Sabemos, como
parte de la cultura adquirida en estos años, que al transformar el
modelo económico, cambiará el país todo. Cada una de las esferas de la
vida será afectada. Entre ellas la "conciencia social", parte de la
supra estructura. La introducción de nuevas formas de propiedad nos
dividirá y diferenciará nuestros intereses, modificará la legislación,
al elaborar un nuevo orden jurídico que vele por ellos. Dicho de otro
modo: cambiarán la composición clasista de la sociedad y las
relaciones que se establezcan y emanen de ella, incluyendo las
familiares. Veamos: En el sector administrativo es donde se prevé
reducir el mayor número de plazas. Allí, la presencia femenina es
mayoritaria; por lo tanto, muchas mujeres volverán al ámbito
doméstico, que ahora contribuyen a sostener con sus salarios, para
depender del marido (5). Con ello se transformará la familia actual y
muchos hogares regresarán al modelo patriarcal que habíamos dejado
atrás. Así lo aprendí de la doctrina marxista que sigo sustentando y,
aunque se ha aclarado que el cambio no significará abandonar el camino
socialista, que entre Planificación y Mercado prevalecerá la primera,
una serie de interrogantes se alzan ante mí: ¿En qué consiste el
Socialismo? ¿Es posible su construcción en el mundo de hoy? ¿Es capaz
el hombre actual de construir la sociedad que soñamos? ¿Cómo se
construye? ¿Es esto un repliegue táctico y coyuntural? ¿Qué costo
tendrá? ¿Se estarán usando "las armas melladas del capitalismo (6)"
para salvar el régimen que habíamos escogido? ¿Es nuestro sueño una
utopía irrealizable? ... Es necesario entonces, en primer lugar, poner
orden en mis ideas. Se impone recapitular el camino transitado y
meditar...
Según aprendimos de Engels, la propiedad privada trajo como
consecuencia la división de la sociedad en clases. Al socializarla y
convertirla en propiedad de todos, se edificaría un nuevo mundo sobre
bases más humanas y justas, sin poseedores ni desposeídos, sin
explotadores ni explotados, sin opresores ni oprimidos. Ese estadio
superior donde todos se beneficiaran de los resultados de la actividad
humana, mediante una distribución equitativa a su aporte, era el
Socialismo. Marx había previsto que el desarrollo del capitalismo en
los países más avanzados, conduciría al Socialismo. Sus predicciones
aún no se han cumplido. Lenin, en la práctica, lo contradijo al
iniciar su edificación en "el eslabón más débil" del sistema
capitalista mundial, la Rusia semifeudal de principios del siglo XX.
En esto no debe verse herejía alguna. Marx estudió al Capitalismo en
sus inicios, casi recién nacido de la Revolución Industrial; mientras
que Lenin analizó el sistema en su fase ulterior de desarrollo: El
Imperialismo.
En medio de las peores condiciones nació y se desarrolló el Primer
Estado Socialista (7), donde la propiedad se estatalizó en lugar de
socializarla y donde la dictadura personal de Stalin, sustituyó a la
dictadura del proletariado. Lleno de paradojas, aquel Estado logró
convertirse en potencia mundial para luego desintegrarse
aparatosamente a causa de los errores cometidos por sus conductores.
Según palabras de Fidel no explotó, sino sufrió una implosión minada
desde adentro.

Casi sesenta años atrás...
En la Cuba de la segunda mitad del siglo XX, los principales recursos
de la nación estaban en manos extranjeras, el país era un enclave
neocolonial, suministrador de materias primas al poderoso vecino que
controlaba su economía y monopolizaba su comercio. Los gobernantes,
salvo honrosas excepciones, eran simples servidores, siempre atentos a
las señas y órdenes que emitían sus amos del Norte. Incluso, la
reducida burguesía nacional se subordinaba a sus omnipotentes aliados
foráneos y velaba por los intereses de la Metrópoli, porque eran los
suyos propios. Ese Capitalismo importado, sufragáneo, había demostrado
la imposibilidad de alcanzar la verdadera independencia bajo un
régimen donde los intereses nacionales siempre estarían supeditados a
los del Capital extranjero. Era necesario no sólo derrocar la tiranía
instalada en el poder, sino también renovar el sistema para alcanzar,
con el rescate de lo que nos pertenecía, la independencia económica
que garantizara la independencia política. El Capitalismo implantado
en Cuba no había resuelto ninguno de los grandes problemas que
agobiaban al pueblo. Fidel los enumeró en "La Historia me Absolverá
(8)" (El problema agrario, el de la industrialización, el problema de
la vivienda, el del desempleo, el problema de la educación y el de la
salud.)
Sin embargo, influenciados por la omnipresente propaganda yanqui y por
la inexplicable y a veces odiosa actuación de los comunistas del
patio, cuando perseguíamos, mediante la lucha armada, nuestra plena
liberación, estábamos muy lejos de tener como meta la construcción de
un estado socialista. Yanquis y comunistas, de consuno, habían
contribuido a llenar nuestras cabezas de contradicciones y prejuicios.
En los primeros veíamos el poder imperial vampiro de nuestra economía,
al intruso interventor en nuestra guerra independentista, el que había
frustrado el sueño de nuestros libertadores, ocupándonos militarmente
como territorio conquistado, el que nos impuso un primer Presidente a
su conveniencia y un apéndice a nuestra Constitución que nos castraba
como Nación; el Poder que convirtió en un simple protectorado, la
República independiente y soberana "con todos y para el bien de
todos", por la cual nuestros abuelos habían peleado durante 30 años.
El mismo poder que volvió a ocuparnos en 1906, el que hizo permanente
su intervencionismo, frustrando la breve esperanza de la Revolución
del 33 e imponiéndonos gobiernos serviles a sus designios, el mismo
que respaldaba al tirano que pretendíamos derrocar.
Odiosos de igual manera, nuestra historia nos hacía ver a los
comunistas del viejo partido. Su triste actuación (9) en reiteradas
ocasiones así lo acreditaba. Eran los que expulsaron de sus filas al
fundador Mella; los que, ante la huelga que perseguía el derrocamiento
de Machado en 1933, habían llamado a concluirla; los que boicotearon,
con la creación intempestiva de soviets, al Gobierno de los Cien Días;
los que pactaron con el asesino de Guiteras, los que alabaron la
"vocación democrática y el origen humilde" de Batista, los que
hicieron alianza con él en el 40; los que, renegando de la lucha de
clases que preconizaban, declararon que el imperialismo ya no existía
y, sumisos, adoraron al revisionista Browder, (10) suscribiendo sus
doctrinas; los que expulsaron a César Vilar y persiguieron a su
familia, porque él no se sumó a la condena decretada por el Partido
contra el asalto al Moncada; los mismos que se opusieron a nuestra
lucha armada, proponiendo como contrapartida una quimérica huelga
general; los que en 1956 enviaron a México a uno de sus principales,
para convencer a Fidel que pospusiera la fecha de su anunciado
regreso. El Imperio apoyaba al tirano y los comunistas se oponían a
nuestro método de lucha para derrocarlo. Resultaba entonces natural
que aborreciéramos por igual al imperio que nos oprimía y exprimía, y
a los que se proclamaban sus enemigos acérrimos y no eran más que
fieles servidores de "otro imperio erigido tras la cortina de hierro".
Tal era, en nuestras conciencias, el resultado de la propaganda yanqui
y de las enseñanzas de nuestra historia republicana: Contradicción de
contradicciones. Con esas ideas nos enfrentamos, desde el mismo día
de su nacimiento, al régimen usurpador que se apropió del poder la
madrugada del 10 de marzo de 1952. Y con ese rollo en la mente
combatimos en una guerra cruel que se prolongó por casi siete años.
Ingenuamente, aspirábamos a construir una sociedad más justa, a
instaurar, con un gobierno honesto y soberano, un capitalismo
nacionalista, reivindicador de las capas más desfavorecidas y
menesterosas del pueblo. En esa lucha se consumó y consumió mi
adolescencia.

La Victoria del primero de enero de 1959
Fueron momentos gloriosos, llenos de luz y euforia colectiva. Habíamos
alcanzado la victoria y el porvenir era nuestro. La candidez de
nuestros sueños nos la vino a demostrar, tan pronto triunfamos, la
temprana hostilidad del gobierno norteamericano. No hubo necesidad de
recurrir a la cultura y tradición antiimperialista, firmemente
arraigada en el pueblo; nuestro enemigo secular se encargó de
reiterarnos su identidad. Desde el inicio comenzaron a agredirnos.
Dieron refugio a nuestros asesinos y torturadores y cuando castigamos
ejemplarmente a los que pudimos capturar, nos acusaron de vengativos y
sanguinarios. Ellos, que habían permanecido callados e indiferentes
cuando la dictadura masacraba al pueblo, alzaron su voz "indignada"
contra nuestros actos de justicia soberana y organizaron una campaña
difamatoria contra la Revolución recién nacida. Nos calificaron de
comunistas cuando realmente no lo éramos. Y trataron de ahogarnos en
el terreno económico, cuando dependíamos de ellos para todo. A ellos
vendíamos nuestra azúcar y a ellos comprábamos el petróleo necesario
para producir, movernos e iluminarnos. Nuestro equipamiento industrial
y de transporte era norteamericano, dependíamos de sus repuestos para
mantenerlos funcionando. Incluso eran los suministradores de nuestros
principales alimentos Para comprarles, nada más teníamos un producto
que vender: azúcar. Y ellos, que eran nuestros compradores
principales, redujeron criminalmente las compras de nuestro azúcar
cuando más falta nos hacía restaurar las arcas de la nación, vaciadas
por la dictadura. Trataban con ello de asfixiarnos y volvernos al
redil de la dependencia económica y la subordinación política. Pero la
URSS nos compró azúcar y nos ofreció petróleo en condiciones más
favorables. Cuando las refinerías norteamericanas, enclavadas en
nuestro territorio, se negaron a refinar el crudo soviético,
respondimos como no esperaban: con la intervención estatal de dichas
refinerías y su ulterior nacionalización. Como represalia, redujeron a
cero las compras que hacían de nuestra azúcar. Cuba no se amedrentó,
replicó nacionalizando las empresas norteamericanas y en la URSS
encontramos un comprador sustituto para nuestro producto. De esta
forma, el gobierno norteamericano impulsó la socialización de una
parte fundamental de nuestra economía, la Unión Soviética ganó
nuestras simpatías, y Cuba tuvo un nuevo socio comercial.
Al asumir el poder, ya habíamos heredado una diversidad de propiedades
de enriquecidos prófugos, que pasaron a manos del Estado para
mantenerse funcionando. Eran algunos centrales azucareros, uno que
otro latifundio, además de unas pocas fábricas, pequeñas y medianas,
cuyos propietarios las habían abandonado en la estampida que sobrevino
al derrocamiento del tirano. Además de volvernos gobernantes, debíamos
convertirnos en administradores. En ambas actividades carecíamos de
experiencia alguna. Para colmo, nos acompañaba una turba de arribistas
y farsantes que nos aturdían con sus "sabios consejos" y no pocas
veces entorpecían la labor gubernamental. Nuestro primer gobierno
"revolucionario" era lo más heterogéneo que se pudiera concebir.
Rodeando a un Presidente anodino e incapaz de ubicarse en la nueva
situación, el Gabinete Ministerial exhibía un amplio abanico de
tendencias. Al lado de genuinos revolucionarios, se encontraban
reformistas, figurones de la intelectualidad, defensores del viejo
orden republicano y hasta representantes de la oligarquía y de
intereses foráneos (11). Sin embargo, una fuerza emergida de la lucha
nos llamaba a la unión y era nuestra garantía para no retornar nunca
más al pasado: El Movimiento 26 de Julio y su Ejército Rebelde. En el
cumplimiento del Programa del Moncada irían quedando atrás los
retrógrados y vacilantes. El camino nos radicalizaría y nos limpiaría
de lastres.
En nombre de la unión, aceptamos aquel gobierno que nos acompañó por
un breve trecho. Poco después, también en nombre de la unión,
disolvimos nuestro Movimiento para fundirnos con el Directorio
Revolucionario 13 de marzo y con el Partido Socialista Popular. Así
nació una nueva organización que agrupaba a todos los que nos
autoproclamábamos revolucionarios: Las ORI (12) (Organizaciones
Revolucionarias Integradas), que quedó estructurada territorialmente
(Municipio, Seccional, Región, Provincia) con una Dirección Nacional y
un Secretario General: Aníbal Escalante, dirigente que provenía de las
filas del Partido Socialista Popular. Más tarde, las ORI se
disolvieron para dar lugar al PURSC (13) (Partido Unido de la
Revolución Socialista Cubana) que poco después se convertiría en el
actual Partido Comunista de Cuba (14) (PCC).

De cómo nos hicimos "socialistas"
Nuestras diferencias con el Directorio se reducían a simples detalles
tácticos, pero con los comunistas tradicionales manteníamos
divergencias que incluían tanto el método, como los fines
estratégicos. Prejuicios y desconfianzas se interponían en nuestras
relaciones y dificultaban el acercamiento. No todos acudimos a unirnos
con iguales miras, a todos nos quedaba mucho por aprender y más nos
faltaba aún, para llamarnos revolucionarios. Algunos rechazaron tal
alianza, terminaron por desgajarse y luego fueron a podrirse al campo
enemigo. Eran los que no pudieron vencer sus lastres mentales, o los
que querían sólo un poco de revolución, pero no tanta como para
mezclarse con los repudiados de ayer; otros, no deseaban molestar al
poderoso vecino. Los que aceptamos la fusión, tuvimos que olvidar
resentimientos, abrir nuestras mentes, librarnos de prejuicios y
superarnos en la marcha. Aún llamábamos a nuestro ideario "Humanismo",
aunque reconocíamos en él ciertos rasgos socialistas (15). Los ya
unificados "camaradas" nos señalaban de continuo la inconsistencia del
proyecto asumido y nuestras incoherencias ideológicas; no tardaron en
mostrarse sectarios, discriminarnos y tratarnos con desdén. Todavía
los oíamos con cierto recelo, pero reconociéndoles mayor experiencia,
cultura política y disciplina, terminamos por aceptar sus
recomendaciones y comenzamos a estudiar "Los Fundamentos del
Socialismo en Cuba", libro catequizante, escrito por uno de sus
principales líderes: Blas Roca (16). Se trataba, como supimos después,
de una Historia de Cuba, vista a través del prisma dialéctico llamado
"Materialismo Histórico". En aquellas páginas encontramos muchas
verdades irrebatibles. Con entusiasmo de nuevos conversos, nos dimos a
la aceptación y estudio de la doctrina socialista. Se abrieron
numerosas Escuelas de Instrucción Básica Revolucionaria, las llamadas
EBIR por sus siglas. Además de aprender Historia y Economía Política,
era necesario adoptar una filosofía e implantar una política
económica. Con la fe intacta de los recién iniciados, sin tener una
idea precisa de lo que era el socialismo y sin conocer a fondo sus
fundamentos teóricos, declaramos: "Somos socialistas, pa'lante y
pa'lante." Además del fervor revolucionario que nos embargaba a todos,
teníamos una confianza absoluta en nuestro guía, confianza que
coreábamos en un pareado: "Si Fidel es comunista, que me pongan en la
lista." Así, con ritmo y estribillos de conga marginal (17),
aceptamos la doctrina, nos hicimos "socialistas", sin saber a ciencia
cierta qué era el socialismo y mucho menos cómo se construía. Quizás
por primera vez en nuestra historia, los gobernados se sentían
gobernantes; como reflejo de este sentir, se propagó la costumbre de
conjugar los verbos en primera persona del plural; en lugar de decir
"el gobierno hizo tal cosa", se proclamaba con orgullo "hicimos tal
cosa". El apoyo que recibía aquel gobernante de nuevo tipo, era casi
unánime por parte de un pueblo que lo mismo aprobaba sus medidas, que
se atribuía sus errores. Y el pueblo, con una fe ciega y compacta,
siguió tras su líder. En aquellos momentos, lo hubiera seguido al
mismísimo infierno si él lo conducía allí.
NOTAS
(1) Esta situación se describe en el Prólogo de los "Lineamientos
Políticos y Económicos"
(2) Del último censo oficial, efectuado en el 2002, solo se publicaron
las cifras en el 2005
(3) Mito del folclore afrocubano que atribuye al árbol llamado Abicú
absorber toda la energía y no permitir que otra planta crezca en su
cercanía.
(4) Cuatro años después y con cerca de medio millón de trabajadores no
estatales, se comprueba que la inmensa mayoría de estos (81%) no
proviene de las plantillas racionalizadas en cargos públicos. Eran
simplemente desocupados o jubilados.
(5) No todas montarán una peluquería en la sala de su casa, ni
venderán fiambres o comenzarán a trabajar en la agricultura o las
construcciones.
(6) Referencia a palabras del Che
(7) Allí se estatalizó la propiedad, no se socializó y en Cuba se hizo
igual. Al parecer, los conductores de la socialización no sabían la
diferencia entre socializar y estatalizar.
(8) Alegato de su defensa en el juicio por los sucesos del cuartel
Moncada en 1953
(9) Para más información sobre los posteriormente reconocidos
"errores" del Partido, consúltese las obras de Juan Bosch y de
Humberto Vázquez García citadas en la Bibliografía.
(10) Browder, Earl Russell, Secretario General del Partido Comunista
de Estados Unidos desde 1930 a 1945. Su teoría revisionista propugnaba
la colaboración entre las clases sociales.
(11) Baste citar que el primer ministro de aquel gobierno era José
Miró Cardona, abogado del asesino del líder obrero Jesús Menéndez.
Algunos de aquellos flamantes ministros aconsejaron sacar a subasta
los bienes confiscados.
(12) Las ORI se constituyeron en julio de 1961
(13) El 26 de marzo de 1962
(14) Creado el 3 de octubre de 1965
(15) Estos rasgos socialistas eran el legado del programa de "La Joven
Cuba", organización fundada por Antonio Guiteras, plasmados en el
programa del Moncada.
(16) El autor dedicó la primera edición a Batista, a nosotros nos
dieron a estudiar una nueva donde no aparecía tal dedicatoria.
(17) Las ORI tenían una conga, cuyo estribillo decía: "La ORI, la ORI,
la ORI es la candela; no le diga ORI, dígale candela."

BIBLIOGRAFÍA
Para la confección de este trabajo, además de rememorar mis vivencias
personales, he consultado los siguientes materiales:
- Bosch, Juan: "La Isla Fascinante", Editorial Universitaria, Santiago
de Chile, 1955
Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, 2006
-Castro Ruz, Fidel: "Por el Camino Correcto", 3ra edición, Editora
Política, 1989
- Castro Ruz, Raúl: Discursos ante la Asamblea Nacional y en el
Congreso de la Juventud, 2010.
- "Cien horas con Fidel, Conversaciones con Ignacio Ramonet", 3ra edición,
- Constitución de la República de Cuba, Editorial Pueblo y Educación, 2009
- Doménech, Silvia: "Cuba, Economía en el Período Especial", Editora
Política, 1996
- Briones Montoto, Newton: "Una Hija reivindica a su Padre", Ruth Casa
Editorial, Panamá, 2011
- Gleijeses, Piero: "Misiones en Conflicto", edit. Ciencias Sociales, 2004
- Guevara, Ernesto Che: Escritos y Discursos, Editorial de Ciencias
Sociales, 1977,
- Grogg, Patricia: "Entrevista a Esteban Morales", La Habana, IPS, 2010
- López Civeira, Francisca, Oscar Loyola Vega y Arnaldo Silva León:
"Cuba y su Historia", Editorial Gente Nueva, 1998
- Orozco, Román: "Cuba Roja", 3ra edición, Información y Revistas. S.
A. Cambio 16, Madrid, febrero 1994
- Rodríguez, Carlos Rafael: "Letra con Filo", Edit. Ciencias Sociales
1983, 3 tomos.
-Tablada Pérez, Carlos: "El Pensamiento Económico del Che", Ediciones
Casa de las Américas, 1987
-Trotsky, León: "La Revolución Permanente", Proyecto Espartaco, edición digital.
-Vázquez García: "El Gobierno de la Kubanidad", Editorial Oriente,
Santiago de Cuba, 2005

PARTIDO COMUNISTA DE CUBA, DOCUMENTOS DE CONGRESOS
1 "Tesis y Resoluciones, 1er Congreso del Partido Comunista de Cuba",
Editorial Ciencias Sociales, 1978
2 "Informe Central, I, II y III Congresos del Partido Comunista de
Cuba", Editorial Pueblo y Educación, 1990
3 "IV Congreso del Partido Comunista de Cuba, Discursos y
documentos", Editorial Pueblo y Educación 2000, tomado de la edición
de la Editora Política, 1992
- "Lineamientos Económicos y Sociales", Edición digital 2010.

________________________________________________________________
De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
debo.

Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
http://jorgecolivaespinosa.blogspot.com
jorgecoliva@gmail.com

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