jueves, 21 de agosto de 2014

-LOS EQUIVOCADOS

--LOS EQUIVOCADOS
Por Jorge C. Oliva Espinosa

1959, primeras horas:
Prácticamente, acabábamos de ocupar el pequeño cuartel de la rural;
todavía no nos sentíamos seguros y nos avisan que hay enorme desorden
en "Las Cuatro Esquinas", donde quieren linchar a alguien. Aún a
sabiendas que desprotegíamos una posición "lograda", partimos de
inmediato. No podíamos permitir desórdenes y menos linchamientos.
Ahora, que el tirano había huido, éramos nosotros los encargados de
garantizar el orden: un orden de justicia revolucionaria.
Efectivamente, todo el espacio entre la Iglesia y los dos cafés
principales es escenario de una violencia generalizada; hay una gran
cantidad de personas, todas vociferan muy excitadas, el tumulto es
enorme. Con dificultad, nos adentramos en aquella multitud que se
agitaba frenética. Cuando llegamos al núcleo que parecía originar tal
caos, nuestra sorpresa fue enorme. Varios ciudadanos vapuleaban al
que, hasta anoche, fuera alcalde del Cotorro; lo habían sorprendido,
vestido de verde olivo, brazalete rojinegro al brazo y revólver al
cinto, cuando se paseaba entre el gentío que celebraba la fuga del
tirano. Con dificultad pudimos librarlo de sus captores, a quienes
amenazamos con arrestarlos; como ya había recibido una buena golpiza,
antes de conducirlo al cuartel, lo llevamos a la Clínica Modelo para
el correspondiente reconocimiento médico. Aquel sujeto había cometido
un enorme error de apreciación, su equivocación era garrafal: creyó
que se trataba de un cambio de gobierno y que todo seguiría igual que
antes; que le bastaba mudar de indumentaria para sumarse a los
vencedores. Fue el primer gran equivocado de aquellos momentos, pero
no fue el único.
En las siguientes horas, comenzaron a aparecer decenas de sujetos que
llevaban brazaletes de nuestro movimiento. Entre ellos, había sinceros
simpatizantes que se sumaban a nuestra causa, pero la mayoría
despertaba sospechas. Nadie podía garantizar sus intenciones, ni decir
dónde habían estado cuando de verdad eran necesarios! ¿Qué hacer
entonces con aquel inesperado "refuerzo"?...
La solución la dio "El Ráfaga" con sus ideas, al parecer locas, pero
con frecuencia muy acertadas: Tomó el mando de la nueva tropa y
procedió a acuartelarlas en una casona abandonada hacía algún tiempo,
en las afueras del pueblo. Situó a la puerta una guardia de gente
nuestra y prohibió terminantemente la salida "hasta nueva orden";
todos quedaban "en reserva para eventualidades". De esta forma, casi
un centenar de "reclutas" permanecieron detenidos, sin ellos darse
cuenta. En el ínterin, hubo oportunidad de esclarecer las intenciones
de muchos "equivocados". Andando el tiempo, ya disipado el olor a
pólvora, otros repetirían con muy diversos resultados, la acción de
aquellos madrugadores. Lamentablemente, ya "Ráfaga" había muerto y no
tuvimos quien controlara a los nuevos equivocados.

Desde Regla,
Ayer, "La Sierra Chiquita"; ayer, hoy y siempre, bastión de rebelde cubanía.
Agosto 22 de 2014

________________________________________________________________
De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
debo.

Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
http://jorgecolivaespinosa.blogspot.com
jorgecoliva@gmail.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario