miércoles, 17 de octubre de 2012

NUESTRA PROTECCION


LA HIGIENE COMIENZA POR CASA
Por Jorge C. Oliva Espinosa

En estos días y a raíz de los brotes epidémicos que han surgido, se ha endurecido la exigencia estatal en cuanto a las normas de higiene que debe cumplir cualquier expendedor de alimentos ligeros. Medida, aunque tardía, digna de aplauso. Al pasar por la calle Obispo compruebo, con agrado, que las ofertas están protegidas de moscas y polvo, que los expendedores no tocan con sus manos los productos que venden, y que ponen celo en la limpieza y pulcritud de sus timbiriches (Este término lo uso sin ánimo de ofender). En mi patria chica, Regla, han desaparecido los vendedores de frituras que cocinaban en plena calle y algunos paladares permanecen cerrados. ¡Muy bueno todo eso! ¡Hay que proteger a la población! Evitar por todos los medios disponibles y alcanzables, que el cólera, el dengue y otras calamidades se propaguen, extiendan y cobren nuevas víctimas. Pero cuando voy a buscar el pan, el "pan nuestro de cada día", veo con horror como la dependienta toma mi pan, el que me toca por la libreta, con las mismas manos con que ha tocado el dinero. No tiene una pinza, ni otro utensilio que le permita independizar esos contactos. Y como la panadería es aún estatal, pienso que LA HIGIENE DEBE COMENZAR POR CASA. Y que los inspectores de Higiene y Epidemiología de nuestro MINSAP, los mismos que me agobian, tocando a mi puerta a diario para preguntarme si alguien de la familia tiene fiebre, deben exigir a la red de panaderías estatales, lo mismo que exigen a los cuentapropistas. Si lo hacen, no hay duda, redundará en "Salud para el Pueblo".

Regla, 17 de octubre de 2012

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