viernes, 26 de octubre de 2012

LOS LOCOS EN LA HISTORIA

Por Jorge C. Oliva Espinosa

Parafraseando, con todo respeto, a nuestro Martí, pudiera decir: "Con
los locos de la tierra, quiero yo mi suerte echar", porque ellos son
los que intentan, y algunas veces logran, mejorar este mundo. La
historia está poblada de estos raros exponentes de la perenne
inconformidad: Desde un judío llamado Jesús, pasando por el manchego
Alonso Quijano que se echó al camino, adarga en ristre, para "desfacer
entuertos", y el alemán que planteó la necesidad de poner de pie lo
que estaba de cabeza, dotó al proletariado de una doctrina y lo instó
a luchar por el poder, hasta "nuestro papá" Fidel que acometió la
tarea ingente de convertir una "república de relajo y café con leche,"
en un país digno de su historia.
No pretendo hablar de todos ellos, pues necesitaría todo un tratado de
la divina locura. Ya Erasmo, el de Rotherdam, en su tiempo lo hizo a
su forma. Hoy, quiero detenerme, brevemente y con humor cubano, en la
figura mítica que, cual cometa, dejó la estela luminosa de una cola de
leyendas, leyendas que perviven hoy; del creador de una religión que,
en sus distintas versiones, cambió en su momento la faz del mundo y
marcó el inicio de una nueva Era.
La historicidad de Jesús ha sido muy cuestionada. Nada prueba que
existió realmente. Sus contemporáneos historiadores no hablan de él.
También es dudoso, si hubo solo un Jesús o fueron varios rebeldes
cuyas historias, por ser similares, se fundieron en una y cuyos actos
fueron atribuidos a un solo personaje. Millones aún lo consideran la
encarnación de Dios en la forma de su hijo. Otros millones lo tienen
como un profeta a la par que su Mahoma; mientras los judíos, de cuya
etnia surgió, ignoran su existencia, al limitarse al Antiguo
Testamento. Independientemente de la esencia divina o humana que se le
atribuya, hay que reconocer en él a un revolucionario que predicó la
redención de los oprimidos, una repartición mas justa de la riqueza y
que murió por defender sus ideas. Quizás fuera, como dijo una vez
Fidel, el primer socialista de la historia. Pero como sucedió a todo
precursor, sus doctrinas fueron adulteradas por los que se
autoproclamaron seguidores suyos, quienes las acomodaron a sus
intereses. Y es que es fácil reconocer diferencias entre el Jesús que
ponía la otra mejilla cuando era abofeteado y el que expulsó,
azotándolos, a los mercaderes del templo. Esto fue muy acomodaticio;
el que predicaba la humildad y la sumisión, era el que convenía y
conviene a los poderosos, así mantienen pasivos y obedientes a los
sojuzgados. El otro, el caudillo de la rebeldía de una Palestina
ocupada por el Imperio Romano, se convertiría en el guía de luchas
futuras.
Leyendo el "Nuevo Testamento", este cubano, viejo e incrédulo, llega a
la conclusión que el Jesús biografiado en los Evangelios, fue el
precursor de los cultivadores del Minicuento, aquellos escritores que
dejan al lector la interpretación de lo que escriben de manera
lacónica, con un mínimo de palabras. Me baso para afirmarlo en que,
cuando le pedían confirmar la interpretación que daban a sus palabras,
Jesús respondía: "Tú lo has dicho y no yo".

Regla, octubre 24 de 2012

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