miércoles, 31 de octubre de 2012

MALANGA

Por Jorge C. Oliva Espinosa

Nombre y apellido de patricio independentista, atuendo militar con
grados de capitán y una cojera, parecían anunciar al veterano de la
Sierra, descendiente de patriotas, patriota él mismo, lisiado por
heridas de guerra. Decían sus acólitos, aquellos que le llamaban con
familiaridad por el diminutivo de su nombre, que era arquitecto. Con
el resto del personal, se mostraba enérgico y exigente, como le cuadra
a un militar y al principio nos engañó con la suma de estas
apariencias. Pero en realidad era un típico farsante y un avispado
oportunista que explotaba la aparente aureola que lo envolvía. Su baja
estatura no era sólo física, se correspondía con la del enano
espiritual que en realidad era. Pero así nos lo enviaron "desde
arriba," a dirigir nuestra Facultad de Tecnología. La que entonces
pertenecía a la Universidad de la Habana. Había venido "de lo alto",
como un paracaidista, y así tuvimos que aceptarlo: Como un enviado del
Olimpo gobernante.
Cuando, en la mega zafra del 70 nos mudamos al Central Guiteras, este
personaje, para vergüenza nuestra, encabezó el contingente
universitario. En los consejillos diarios con la Dirección de coloso
azucarero, con frecuencia sus terribles metidas de pata, y no
precisamente la que tenía más corta, nos hicieron sonrojar. Baste la
siguiente anécdota como botón de muestra: El jefe de máquinas había
acabado de informar, que ese día la molida se había interrumpido por
culpa de "los gallegos"; las así llamadas masas delanteras del tándem
de molinos. Pues nuestro brillante Decano, sorprendió a todos con su
rebuzno: Pidió que le dejaran hablar con dichos gallegos y él sabría
convencerles para que trabajaran bien. Todos nos miramos consternados.
Por suerte, los experimentados trabadores allí presentes, tomaron sus
palabras como un chiste.
Pero entre cielo y tierra no puede permanecer nada oculto. Cuando con
sus desmanes, comenzó a ganarse la repulsión de muchos, algunos se
ocuparon de escudriñar su pasado. Tuvo la poca cordura de chocar con
compañeros que sí habían estado en lo más crudo y fogueado de la
brega, sin hacer alarde después de sus bien ganados méritos. Ellos se
encargaron de buscar su expediente. Lo que descubrieron fue asombroso.
No había tenido la mínima participación en nuestra última contienda,
la que libró todo el pueblo por derrocar al tirano. Lo del uniforme y
sus grados le venía por haber sido Director de un Instituto
Técnico-Militar donde, por plantilla, a ese cargo corresponden las
insignias de capitán. De allí había salido a cajas destempladas. No
obstante, al parecer contó con la protección de algún poderoso, a
quien quizás también engañó. La revelación de su verdadera identidad
le trajo aparejado el mote que se ganó entre nosotros: "Malanga", por
tener "una pata ma-langa que la otra." Con ese nombre pasó a la
historia de la CUJAE, así le conocen todos los que trabajaron allí en
aquellos años duros, de prueba constante, de esfuerzos diarios. Y pasó
el tiempo "y pasó un águila sobre el mar"… Ya la antigua Facultad se
había convertido en Instituto Superior, independiente de la
Universidad y teníamos un Rector acorde al cargo. Las noticias que
entonces tuvimos de "Malanga" decían a lo claro que había hallado el
lugar que le correspondía dentro de la fauna ciudadana: Algunos le
vieron vestido de blanco total, recorriendo las calles habaneras,
predicando la palabra del Señor y anunciando El Armagedón y la venida
del Reino, como Testigo de Jehová. La capacidad histriónica con que
nos engaño, quizás le ganen la vida eterna, la que otorga como premio
su secta religiosa. Lo que sí es cierto, es que, para nosotros, pasó a
la inmortalidad con el nombre de "Malanga."

Regla, octubre 31 de 2012

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De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
debo.

Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
http://jorgecolivaespinosa.blogspot.com
jorgecoliva@gmail.com

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