martes, 15 de octubre de 2013

PREPOTENCIA

PREPOTENCIA
Por Jorge C. Oliva Espinosa

Si no fuera preocupante por la amenaza que entraña, sería risible
constatar la existencia de quienes se creen predestinados para ejercer
determinadas funciones. Algunos de estos individuos, se han creído
nuevos mesías, salvadores del mundo y han hundido al mundo en
terribles catástrofes; como ejemplo tenemos a Hitler que soñó ser
fundador de una gran Alemania y terminó hundiendo a su país en las
ruinas y devastación de una guerra; también están los actuales señores
imperialistas, que se toman la atribución de constituirse en gendarmes
mundiales y se abrogan el derecho de calificar al gobierno de
cualquier país, espiarlo, desestabilizarlo, declararlo enemigo,
invadirlo y colocarle un gobierno que les sea dócil.
En el terreno individual, hay personas que asumen la función de jueces
inapelables de un Tribunal Supremo, facultados para juzgar a otros que
no conocen, a calificarlos y descalificarlos, para terminar dictando
sentencias que determinan lo que el infeliz juzgado y condenado debe
hacer. Estos jueces omnipotentes y temidos, en verdad deben creerse
predestinados por un poder divino, que les otorga la sabiduría de un
Salomón, además deben ser clarividentes, pues no conocen a sus reos ni
tienen antecedentes de los actos de estos. Para ellos, estos
conocimientos son detalles innecesarios que no precisan conocer para
dictaminar la naturaleza del sometido a su sabio juicio y dictar
contra el mismo salomónica sentencia.
Recientemente sufrí el dictamen de uno de estos jueces predestinados.
Cuando pretendí definir mi postura en mi artículo "Deslindar Campos",
me hizo comparecer ante su imponente corte. Me despojó de los
atributos con que me defino y me cubrió de improperios; para el Señor
Magistrado, no soy un verdadero martiano, ni verdadero revolucionario,
ni socialista, ni anarquista verdadero: no soy nada de eso; y como lo
que no es verdadero es falso, yo debo ser un farsante total. Un poco
más y me cuestiona la ciudadanía cubana. Pero no se detuvo en su
competente dictamen; descubrió que yo era "un elemento más en el
engranaje que permite mantener sin cambios la realidad existente",
¡tremendo descubrimiento!, y me condenó a obrar como él me indicaba,
detallando cada paso que yo debía dar. Antes, me interrogó como
fiscal, inquiriendo por mi práctica revolucionaria: "¿Qué hace usted
además de escribir?", pregunta innecesaria, pues ya su enorme
perspicacia le informaba que yo nada hago para "cambiar todo lo que
tiene que ser cambiado". Y terminó su Señoría con dos eruditas
oraciones que harían historia, si no la hubieran hecho antes, por ser
muy repetidas desde tiempos atrás: "En la unión está la fuerza" y "Por
tus hechos te conocerán", esta última con tufos de sahumerio bíblico,
pues proviene de las Sagradas Escrituras. Tamaña sabiduría, me recordó
a aquellos que, huérfanos de argumentos, acuden al insulto para
rebatir cualquier criterio que no concuerde con los suyos. ¡Y todavía
afirma que respeta mis opiniones! ¡Válgame el cielo si no las
respetara! ¡En verdad que es asombrosa su forma de tolerar los
criterios ajenos y el derecho de los demás a pensar diferente! ¡Es
realmente patética la prepotencia de estos jueces!

Desde Regla,
Ayer, "La Sierra Chiquita"; ayer, hoy y siempre, bastión de rebelde cubanía.
Octubre 15 de 2013

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De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
debo.

Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
http://jorgecolivaespinosa.blogspot.com
jorgecoliva@gmail.com

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