miércoles, 23 de octubre de 2013

NUESTRA IDEOLOGÍA

NUESTRA IDEOLOGÍA
Por Jorge C. Oliva Espinosa

Por complejo, el proceso transformador del pensamiento, concita la
reflexión, la búsqueda de un comienzo; un principio que explique el
posterior curso, luego enriquecido y modificado repetidamente por
nuevas afluencias, experiencias e influencias. ¿Cuándo comenzó la
evolución del ente puramente biológico hasta devenir ente político?
Estimo que en mi caso, fue en el momento donde todo lo que era chocó
contra el individuo, transformándolo. Las creencias, los prejuicios,
la cultura heredada, la supuesta circunstancia, todo el andamiaje que
lo sostenía, todo se vino abajo; se hizo necesario luchar para
conservar lo que estimaba de valor; era la lucha que imponía un sueño;
en ella se aprendió que necesitaba ser otro para sobrevivir, seguir
peleando y lograr aquel empeño. Acicateados por la necesidad, en pos
de sueños nunca realizados, fuimos elementos dispuestos a edificar una
nueva sociedad. Pero, para hacerlo había que destruir parte de nuestra
herencia, lo peor de lo heredado; echar abajo aquellas paredes
ruinosas, aquellos muros separadores; era necesario cavar, cavar
profundo y echar otros cimientos capaces de soportar los nuevos
conceptos. Nuestros abuelos habían estado dispuestos a morir; el himno
sagrado cantaba "morir por la Patria es vivir" y nosotros, sabiendo
todas las frustraciones sufridas por nuestros antepasados, decidimos
cambiar el verso, sustituir el morir por matar y nos dispusimos a
matar para vivir y para que viviera la Patria. Así, para ser fieles a
nuestro pasado, rompimos con él; dejamos de creer en lo que ayer
creíamos y redactamos un nuevo credo, uno que fue ruptura y
continuidad; nos ceñimos a él, sin tener una base teórica a la cual
acudir. La práctica era nuestra creadora suprema, de ella éramos hijos
y, como tales, improvisamos guiados por la intuición. No fueron pocos
los yerros que nos hicieron aprender y tomar conciencia de nuestras
carencias. Y cuando se nos reveló, con carácter de ciencia, una
ideología que corroboraba nuestras vivencias, que daba sentido a todo
lo vivido, la abrazamos convencidos. El entusiasmo del combatiente, se
transformó en la convicción del militante; del militante de los
cambios llamados Revolución.
Después vinieron algunas decepciones; la primera fue comprobar que
algunos que nos dirigían eran unos ignorantes de la doctrina de la
cual decían ser abanderados. Se proclamaban marxistas y desconocían
los principios enunciados por Marx, al cual contradecían y negaban en
la práctica de una nefasta conducción. En la mayoría de los casos, no
eran "altos dirigentes" estos malos conductores; por lo general,
"tropezamos" con ellos en la base y en los niveles intermedios. Para
suerte nuestra tuvimos a Fidel, allá arriba, y no pocas veces él atajó
desmanes y torpezas. Con el Ejército Rebelde y con el M26-7 arribaron
al poder, sin haber luchado por él, los poseedores de una cultura
política y de una disciplina que debíamos aprehender. Igualmente,
farsantes y oportunistas de toda laya, desde posiciones logreras, muy
temprano contribuyeron a enturbiar el paisaje y a defraudar la fe
inicial. Desde ciertas cumbres de bienestar y holgura, llegaban voces
que exhortaban a sacrificios a practicar por los demás. Como corolario
de una aquiescencia generalizada, la incapacidad tomó las riendas y
usó el látigo y la exclusión. Mientras, por el camino fácil, muchos
perdían la pureza, ganaban docilidad y se acomodaban. Una suerte que
vino a remediar aquel mal, fue la válvula migratoria; en ella, como
por un desagüe se eliminaron algunos de aquellos elementos. ¡Ganancia
neta!, como dijo el Che ante la deserción de algunos malos
guerrilleros en Bolivia. ¡Ninguno cubano!, valga la aclaración.
Desgraciadamente, estos otros de aquel lejano entonces sí lo eran.
Al estudiar al Marx que declaró no ser marxista, se comprueba que
algunos de sus enunciados continúan siendo válidos para la
interpretación de los fenómenos económicos. No resultó así con sus
postulados políticos, los cuales quedaban enmarcados en el tiempo que
Marx analizó. El Materialismo Dialéctico continúa siendo un
formidable instrumento de análisis, un método y una guía del
pensamiento, pero al aplicarlo a la historia, presentaba fisuras
objetables. El desarrollo del capitalismo no desembocaría
necesariamente en el advenimiento del Socialismo; otras formas de
capitalismo sobrevendrían; se corroboró así la tesis marxista de que
un sistema o modo de producción no desaparece hasta que no agota sus
posibilidades de desarrollo; lo que es igual a su capacidad de
transformarse. Sin perder su esencia de sistema de explotación, el
capitalismo actual no es el mismo de hace cincuenta años, ni mucho
menos el estudiado por el genial alemán; hoy sería absurda su
exhortación "Proletarios de todos los países, uníos", porque nunca
podrá unirse, ni solidarizarse siquiera, el proletario norteamericano
ya vestido de cuello blanco, aspirante a burgués, con el trabajador
mejicano de una maquiladora o con el minero africano. En el siglo
presente, la clase trabajadora, atomizada en estamentos y fragmentada
en sus intereses, no puede asumir el rol dirigente y conductor capaz
de revolucionar la sociedad; aquel rol que Marx le asignó a la clase
explotada del siglo XIX, en el albor de la revolución industrial.
Por otra parte, el fracaso estrepitoso de los intentos de construir el
socialismo, devenidos todos en distorsiones monstruosas del ideal
marxista, probaron a las claras que aquel no era el camino. En
diversos países bajo condiciones y conducciones disímiles, los ensayos
puestos en práctica entronizaron distintos capitalismos de estado
donde una élite, sin contraparte equilibradora, sustituyó al anterior
patrón, mientras los trabajadores continuaban igualmente explotados en
lo económico y sometidos en lo político. Como advirtieron otros
pensadores: "la dictadura del proletariado se convertía en dictadura
sobre el proletariado".
Entonces, llegó el momento de escudriñar doctrinas, analizar
realidades, someter a prueba distintos proyectos e ideas, hasta
encontrar el Anarquismo. A él llegamos, pero no con el regodeo de meta
alcanzada, sino con la actitud cuestionadora y la actividad propia de
mineros en busca de la verdad, o de la mayor parte de ella, ya que la
verdad absoluta no se encuentra en poder de nadie. Buscamos entonces,
la que subyace en lo profundo, la que aflorará en el futuro. A los que
califican a los anarquistas de ilusos utópicos y declaran que este
ideal no es factible, que está invalidado por la naturaleza humana, se
les puede preguntar: ¿quién dice que se ha fracasado? Mañana, otros
hombres que aún no han nacido, aprenderán de los errores de hoy e
intentarán su propia Utopía; sus intentos, testimoniarán el triunfo de
esta ideología y algún día, estamos seguros, nuestros sueños se harán
realidad.

Desde Regla,
Ayer "La Sierra Chiquita"; ayer, hoy y siempre, bastión de rebelde cubanía.
Octubre 23 de 2013

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De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
debo.

Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
http://jorgecolivaespinosa.blogspot.com
jorgecoliva@gmail.com

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