martes, 22 de octubre de 2013

LA PELOTA

LA PELOTA
Por Jorge C. Oliva Espinosa

Nunca me fanaticé por ningún deporte, ni siquiera por La Pelota,
nuestro deporte nacional. En mi infancia y adolescencia, admiré al
jonronero Roberto Ortiz, al receptor Fleitas y al manager Adolfo
Luque; por ellos me declaré Almendarista, más por ir contrario a la
mayoría que era "habanista", que por sentido alguno de identificación
o pertenencia. Luego, otros asuntos, que entendí más importantes que
el deporte, acapararon mi atención. Lo cierto es, que nunca he sido
ni deportista, ni aficionado a los deportes y menos aún practicante de
alguno o fanático de un club de pelota. Eso siempre me preocupó, pues
me restaba un atributo de cubanía, identidad de la que me sentía parte
y que contribuía a mi orgullo de ser cubano.
Así pasaron los años, me volví joven, luego maduro y después viejo,
sin que jamás empuñara un bate, ni asistiera a algún estadio. Miento,
sí entré a uno en dos ocasiones. La primera en 1959, cuando en el
Latino, se enfrentaron dos equipos y Camilo se negó a jugar contra
Fidel; la otra vez fue cuando el pueblo acudió masivamente, para
trabajar como voluntario en las obras de ampliación.
Aquí en Regla, y a menos de cincuenta metros de mi casa, está el
estadio de softball, "Manuel Permuí". Raro es el día en que esa
instalación no se juega un partido capaz de encender las más
apasionadas controversias. Con frecuencia, viejos peloteros
escenifican partidos, en que reviven recuerdos y pasadas glorias, muy
a contrapelo de canas, calvas y barrigas prominentes. Los días en que
se enfrentan los equipos de Regla y de Guanabacoa, son especiales; en
ellos todo se puede esperar. Los sábados y domingos, este estadio de
puebla de infantes. Van uniformados y se comportan con una disciplina
propia de profesionales. Este sábado, estaban fumigando mi casa y en
espera del tiempo en que podría abrir puertas y ventanas, me fui a
sentar en las gradas del cercano estadio. Tuve oportunidad entonces,
de presenciar un espectáculo único. Niños de diez y once años se
enfrentaban en un partido de beisbol con todas las reglas. Dirigía y
fungía de árbitro inapelable, su entrenador. Todos estaban de completo
uniforme, unos de azul, otros de rojo.
La destreza con que jugaban aquellos pequeños gigantes, atrapó mi
atención y bastaron unos minutos para convertirme en un verdadero
fanático de los que colman las gradas de pasión y entusiasmo. El juego
se desarrolló con jugadas espectaculares, capaces de levantar de sus
asientos al público. Cuando finalizó la novena entrada, me fui
convencido que allí estaban, preparándose para un futuro cercano, los
relevos de nuestras estrellas beisboleras. Me embargaba un extraño
orgullo y tuve la certeza de que, a pesar de las torpezas cometidas
por la dirección nacional de ese deporte y aun de las que pudieran
cometerse en lo adelante, el futuro de la pelota cubana está
asegurado.

Desde Regla,
Ayer, "La Sierra Chiquita"; ayer, hoy y siempre, bastión de rebelde cubanía.
Octubre 22 de 2013

--
________________________________________________________________
De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
debo.

Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
http://jorgecolivaespinosa.blogspot.com
jorgecoliva@gmail.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario