martes, 24 de septiembre de 2013

LA COSA

LA "COSA"
Por Jorge C. Oliva Espinosa

Después de documentarse sobre la "Re" romana, traducida como "la
cosa", Sempronio quiso darme una lección de historia; se había leído
un grueso tomo titulado "Historia del PCUS" (Partido Comunista de la
Unión Soviética), y después de mostrarme dicho libro, lo tiró con
displicencia sobre la mesa, tomó aire profesoral y me aturdió con la
siguiente exposición:
"Para nosotros, ´La Cosa` parece que comenzó en 1917, cuando Lenin
tomó el poder al frente de la facción minoritaria del Partido Obrero
Socialdemócrata Ruso (POSDR), facción llamada erróneamente
bolchevique, que quiere decir mayoría. Claro que, para su campaña
enarboló la consigna de "todo el poder para los Soviets", que eran los
Concejos ("sóviet" en ruso significa "concejo", concejo con "C" que no
es lo mismo que consejo de aconsejar), dichos Concejos eran unas
asambleas de diputados elegidos por la masa. Pero la consigna solo
prevaleció para la agitación y toma del poder, porque cuando lo tuvo
en las manos, Lenin disolvió el Congreso de los Sóviets y concentró
todo el poder en "la fuerza dirigente del proletariado: el Partido",
una élite de políticos profesionales, apertrechada ideológicamente y
muy disciplinada que, como una engrasada maquinaria, se encargaba de
trasmitir lo dispuesto por un reducido grupo de gobernantes, llamado
Comité Central y dentro de éste, otro grupo aún menor, el Politburó o
Buró Político. De esta graciosa manera, le birlaron el poder ofrecido
a los Sóviets; en definitiva, esas asambleas populares eran una olla
de grillos, un salón de griterías y desorden, donde había
representaciones de todas las capas de la sociedad y por lo tanto
defensores de intereses muy heterogéneos, a veces contrapuestos y muy
difíciles de conciliar. Tal diversidad no era concebible en una
sociedad sin clases, homogénea, íntegramente constituida por
trabajadores; a ellos y solo a ellos debía corresponder el poder. Sin
embargo, los trabajadores eran muy incultos y no estaban capacitados
para dirigir; así lo planteó el mismo Lenin en su obra titulada "¿Qué
hacer?", de ahí que El Partido, que tomó el nombre de Comunista,
asumiera esa tarea con sus cuadros entrenados en eso de pensar de
manera uniforme y mandar a los incultos y no ideologizados, a los que
se les prohibía pensar. Una de las primeras políticas que emprendió el
nuevo régimen, fue la homogenización de la sociedad, para lo cual
exterminó a las antiguas clases dominantes (nobleza, burguesía y
terratenientes) y a los campesinos les impuso la colectivización
forzosa, forjando de esta manera la "indestructible alianza
obrero-campesina". Todo eso lo hizo Lenin en nombre del marxismo que,
"enriquecido" con su aporte, comenzó poco después a llamarse
marxismo-leninismo. Algunos marxistas, como Rosa Luxemburgo, se habían
escandalizado con la aplicación de aquellos métodos, mientras que
otros como Trotsky, dentro del propio Partido, encabezaron tendencias
que ponían en peligro su unidad y uniformidad de criterios. No fueron
los únicos escollos que tuvo que sortear Lenin en el breve período en
que gobernó; tenía ante sí un país atrasado, en crisis total,
desangrado económicamente, involucrado en la Primera Guerra Mundial y
arrasado por una guerra interna, invadido por ejércitos de las
principales potencias que ocupaban porciones de su territorio y como
si todo fuera poco, con camaradas de prestigio que le cuestionaban sus
decisiones y se atrevían a criticarle. Emergían ya, bien
identificables, las ambiciones de poder y conflictos entre los que se
disputaban el derecho a sucederle. A la muerte de Lenin, Stalin
terminó su obra unificadora, eliminando toda oposición y el más
discreto susurro de discrepancia. Fue tanto su éxito en lograrlo, que
sus seguidores copiaron sus métodos y los aplicaron aquí y en otros
países: en lo político, un Partido único; en lo económico un único
patrón, el Estado... " Después, Sempronio me aturdió con una retahíla
de citas anti leninistas del propio Marx, de Plejanov, Trotsky, Rosa
Luxemburgo, Malatesta, Gramsci, Habermas y otros, para resumir su
clase magistral con una sentencia categórica: "si eso es Socialismo,
mis atabales son claveles."
Desde Regla,
Ayer, "La Sierra Chiquita"; ayer, hoy y siempre, bastión de rebelde cubanía.
Septiembre 25 de 2013


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De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
debo.

Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
http://jorgecolivaespinosa.blogspot.com
jorgecoliva@gmail.com

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