domingo, 29 de septiembre de 2013

DOS ARTICULOS DE NEWTON

"Desde sus inicios nuestra cultura aprendió a resistir la opresión.
Son la matriz de la cultura cubana." Newton Briones.

CULTURA, REPRESIÓN Y RACISMO
Recibí dos profundos trabajos de Newton Briones, donde se enlazan las
fuentes del racismo y la discriminación como elementos de una cultura
sedimentada durante siglos, cultura que se amalgamó con la concreción
de una identidad propia del cubano, al que sigo considerando el
mestizo por antonomasia, el mestizo epónimo (y que me disculpen los
antropólogos). Como constituyentes de nuestra cultura, represión y
resistencia forman un par dialéctico que Newton identifica con
precisión meridiana.
La lectura de los enjundiosos y brillantemente argumentados artículos
de Briones Montoto, ha modificado algunos conceptos que yo tenía con
anterioridad y cuya reubicación en mi mapa ideográfico, es más que
pertinente: la cultura como ente dinámico y transformador de la
sociedad, que se va renovando y enriqueciendo al compás de los cambios
en las relaciones de producción. Ya el fraterno Esteban Morales me
había señalado deficiencias mías a tomar muy en cuenta. Ahora Newton
me ayuda a reordenar conceptos. Para ambos, mi agradecimiento profundo
y sincero.
Como reciprocidad debida, traigo de vuelta lo que publiqué sobre el
tema en mi blog el 17 de junio próximo pasado. A los lectores que ya
lo leyeron, les ofrezco mis disculpas por la reiteración, pero es un
asunto que a todos nos atañe y que entre todos, tenemos que resolver.
Jorge C. Oliva

NUESTRA IDENTIDAD Y EL RACISMO
Mi querido amigo y profesor Esteban Morales, autoridad en la materia,
con sus enseñanzas me ha hecho meditar sobre los problemas de la
negritud en nuestra identidad y de las irracionales prácticas del
racismo que aún subsisten. Morales ha abordado el tema con profundidad
académica, mediante amplios estudios a los que ha dedicado gran parte
de su vida. Yo voy a tratar de sintetizar mis opiniones, desde el
modesto ángulo del ciudadano común; el que palpa, sufre y asume
nuestra circunstancia. Lo hago desprovisto de pretensión alguna,
consciente de carecer del instrumental necesario, pero movido por el
patriótico deseo de cambiar todo lo negativo que todavía pervive en
esa realidad circundante.
Asumirse cubano, de auténtica raíz, es ya admitirse mestizo. Aquí no
hay etnia pura. El que crea lo contrario, está totalmente equivocado.
Todos, sin importar la intensidad o palidez del tinte que tengamos en
la piel, somos una amalgama de múltiples mestizajes, repetidos durante
siglos. Un "ajiaco étnico," como nos definió Don Fernando Ortiz. El
que se sienta cubano, no puede obviar esta realidad. Los europeos que
nos colonizaron ya venían mezclados y eran resultado de siete siglos
de dominación árabe sobre el sur de España, cuya población era, desde
mucho antes, un mosaico de suevos, iberos, celtas, visigodos y otros.
Fenicios, griegos, cartagineses y romanos tuvieron colonias en lo que,
andando el tiempo, sería España. Tal diversidad es evidente hoy: un
vasco es bien distinto de un andaluz, un gallego y un catalán tienen
muy poco en común. Igualmente, los esclavos africanos componían una
diversidad imposible de ignorar. Es imposible confundir a un Congo con
un wuatusi, un mozambicano con un eritreo; a un zulú con un guineano.
No existe nada más diferenciado, a pesar de que todos son negros. Y
como tales fueron esclavizados y traídos como bestias para explotarlos
inhumanamente.
Pero es el caso, que la explotación no se limitó a los negros
esclavos. También se explotó al criollo por el comerciante y el
funcionario peninsular. Por esa razón, a la manigua redentora de
nuestra independencia, acudieron en conjunto blancos y negros. Y allí,
el "Titán de Bronce," el héroe inclaudicable de Baraguá, fue el
ejemplo sin igual en la lucha contra el racismo divisionista. El
racismo que servía al Gobierno colonial, para calificar la lucha
mambisa como "revuelta de negros" y agitar el fantasma de una nueva
Haití. El espantajo pretendía apartar de la lucha emancipadora a los
criollos acaudalados que pudieran financiarla. También a la masa
desposeída e inculta, prejuiciada y temerosa de una probable venganza
negra. Cuando fue abolida la esclavitud, siguieron siendo explotados
los mismos sujetos esclavizados, ahora con el nombre de obreros. Y
eran blancos y negros, explotados por igual. Y llegó la República
soñada. El imperio colonial se había derrumbado. Pero apareció otro.
El intruso, que nadie llamó, intervino para frustrar nuestro sueño.
Era un imperio nuevo, vigoroso y pujante, lleno de ambiciones. Vino
cargado de su racismo anglosajón y nos lo dejó sembrado en prejuicios
nacidos de la ignorancia y alimentados por quienes ya se sentían
distintos al nacional que despreciaban. En esa labor neo colonizadora,
los usurpadores de nuestra soberanía contaron con la ayuda de una
burguesía parasitaria y antinacional, que soñaba con ser norteña;
descabezaron a la fuerza independentista y se apoyaron en la
ignorancia extendida. Ante los ojos del cubano, exhibieron el progreso
y la fortaleza de su nueva Nación, como emblemas paradigmáticos de
superioridad y civilización. "Debíamos reconocer nuestra inferioridad
latina e imitar a los poderosos que nos protegían".
Cuando la sucesión de gobernantes genuflexos fue insuficiente para
mantener ese "estatus quo" y fue necesaria una dictadura sangrienta,
blancos y negros corrimos por igual a combatirla, exponiendo la piel
sin importar el color que esta tuviera. La polarización frente al
sátrapa fue otra. En uno y otro extremo había cubanos con diferentes
colores de piel. Batista la tenía oscura, pero Ventura y otros
asesinos la ostentaban blanca.
La parte de nuestra sociedad que sufre hoy una posición de desventaja,
está compuesta, mayoritariamente, por ciudadanos de piel negra. Es una
verdad innegable, pero ello es consecuencia que arrastramos desde la
época colonial. Es el resultado de la política divisionista que nos
impusieron para dominarnos y explotarnos como colonia primero y como
neo-colonia después. Ponerle fin a esta injusticia, de forma integral,
sólo podrá conseguirse mediante la más estrecha unión de todos los
oprimidos, sin distingos étnicos. En nuestra lucha por alcanzar la
Justicia, necesitamos la participación de todos. Solo así tendremos la
fuerza necesaria para esta y otras tareas que tenemos por delante.
Todo lo que nos divida, nos debilita y nos resta fuerzas para el
combate. Ahora, en este presente convulso, donde nos debatimos por no
perder lo ganado y por erradicar los errores, por perfeccionar la obra
que dejaremos en herencia a nuestros hijos, nos llegan voces, voces
que no oímos nunca antes, para reclamar un puesto privilegiado para
los negros. Voces que claman por "el fortalecimiento de una conciencia
racial", como supuesta defensa de unos pretendidos derechos que deben
tener los negros, por el hecho de ser negros. Son las mismas razones
que invocan los defensores de una hegemonía blanca. Esas voces, por
cubano, redundantemente mestizo, a mí no me confunden. Son las voces
del racismo que intenta de nuevo dividirnos. Vienen de la vertiente
opuesta y se mimetizan a nuestro lado, pero son las mismas y albergan
igual propósito divisionista. Yo clamo por una CONCIENCIA NACIONAL, la
que nos identifica y une. La que Martí colocó por encima de las
categorías de blanco, mulato o negro. Por eso, consciente de mi
identidad, grito con orgullo: ¡SOY CUBANO!

Desde Regla,
Ayer "La Sierra Chiquita"; ayer, hoy y siempre, bastión de rebelde cubanía.
Junio 17 de 2013
REITERADO en septiembre 30 de 2013

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De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
debo.

Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
http://jorgecolivaespinosa.blogspot.com
jorgecoliva@gmail.com

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