jueves, 12 de marzo de 2015

LOS IDUS DE MARZO

-- LOS IDUS DE MARZO
Por Jorge C. Oliva Espinosa

Los idus de marzo de 1957, fijados cada día 15 de ese mes en la
Antigua Roma, se adelantaron en Cuba dos días, como para acortar la
agonía que sufríamos. Si frente al senado romano, los amantes de la
libertad ajusticiaron al que atentaba contra ella, dentro del habanero
edificio palatino más de la mitad de los complotados se inmolaron,
tratando de alcanzar iguales fines. Jornada aciaga y de heroísmo
asombroso fue el miércoles 13; aquel día, una constelación de arrojo y
coraje, hizo llover plomo a las tres y veinte de la tarde. Cincuenta
hombres resueltos, convertidos en gigantes, moldearon historia con su
sangre. La mansión presidencial, cubil de la bestia usurpadora, vio
estremecer sus altivos muros por el estruendo del combate. Mientras,
desde una cabina de radio, José Antonio leía su mensaje:

"...Pueblo de Cuba, en estos momentos acaba de ser ajusticiado
revolucionariamente el dictador Fulgencio Batista. En su propia
madriguera del Palacio Presidencial, el pueblo de Cuba ha ido a
ajustarle cuentas. Y somos nosotros, el Directorio Revolucionario, los
que en nombre de la Revolución Cubana hemos dado el tiro de gracia a
este régimen de oprobio..."

Muy puntilloso por reclamar el papel protagónico, se muestra el líder
estudiantil en su alocución. Ninguna alusión en ella, al cumplimiento
pospuesto y ahora realizado, de aquel compromiso suscrito en México,
el que firmó como Presidente de la FEU, no como Secretario General del
Directorio. ¿Entendió que, firmada a nombre de la FEU, significaría un
mayor respaldo que suscrita por el Directorio, dado su reciente
creación? ¿Protegía a esta última organización de incumplimientos
previstos entonces? ¿A quién, ahora, disputa el aporte final y
decisivo?... A esas y otras peguntas, las respuestas se han soslayado.

Es conocido que entre el Directorio y el 26 existían muy diferentes
criterios sobre métodos de lucha y fines táctico-estratégicos; tampoco
coincidían al designar a quien sería Presidente, una vez logrado el
triunfo. Entre las dos fuerzas combatientes, florecieron siempre la
suspicacia y las dudas sobre la total honestidad de la otra y sus
futuras ambiciones, ya fueran estas manifiestas o imaginadas; la
confianza no era plena. Temores y recelos de Guáimaro se repetían
entre los nuevos agramontinos y cespedistas. La concentración de poder
en un liderazgo único, sembraba prevenciones en un bando y los
reclamos por compartirlo levantaban sospechas en el otro. En el
decurso de la lucha, los desacuerdos se hicieron sentir en el "Pacto
de Caracas", en el Escambray (*) y, después del triunfo, en los
episodios de la toma de Palacio como cuartel general del Directorio y
la sustracción de armas de la base de San Antonio. Una de las
múltiples causas de estas discrepancias, puede encontrarse en el
antagonismo histórico entre los llamados comunistas y los auténticos,
originada en los años 30, ya que un núcleo proveniente del
autenticismo se había sumado al Directorio. Pero si las causas pueden
ser muchas, la historiografía mostrará algunas consecuencias.

Dos alternativas tiene el historiador: o maquilla y desfigura la
historia, o la saca a la luz con valentía. Las versiones oficiales,
reescriben la Historia y la acomodan a sus intereses; otras veces, la
ocultan en nombre de la unidad u otro interés priorizado. Simple
cronista de mi tiempo, solo pretendo mostrar cómo interpreto los
hechos y brindar mi percepción, acertada o no, de ellos. Admito que
puedo estar equivocado en mis apreciaciones, pero habrá que
convencerme de ello.

No soy el único, ni estoy solo en ese intento por rescatar lo que
estimo verdades. Más de un iconoclasta anda por ahí, mazo en mano,
destruyendo ídolos. Poner en su lugar hombres y hechos no disminuye la
grandeza de unos y el significado de los otros; el conocimiento de la
verdad pasada nos garantiza la comprensión del presente y la
proyección del futuro.

Al escribir "la Historia", los héroes y mártires del DR, las
increíbles acciones en que participaron, fueron, en muchas ocasiones,
relegados a un segundo plano y en otras, sencillamente, omitidos,
ignorados, como si no hubieran existido. En los lugares de inmolación,
las tarjas que los recuerdan son pequeñas y escuetas, como si
quisieran pasar desapercibidas. En la Wikipedia cubana, ECURED, desde
el tradicional bobo pueblerino hasta los burros Perico y el de Bainoa,
tienen su entrada; sin embargo, las biografías de los asaltantes a
Palacio solo merecen notas breves y en muchos casos no aparecen.
Pero es en el escenario de la mayor hazaña que protagonizaron, el
antiguo Palacio Presidencial, hoy convertido en Museo de la
Revolución, donde más se hace notar esta postergación, este relegar al
olvido. Allí, cientos de objetos recuerdan todo el proceso
revolucionario de nuestras gestas; se destacan, incluso, hechos que no
ocurrieron en el lugar. Una simple tarja, al final del recorrido,
precisamente por dónde irrumpieron los asaltantes, hace lacónica
referencia al hecho; en ella se enumera a los que ofrendaron sus vidas
en el lugar o fueron asesinados con posterioridad. Hasta en el actual
Museo de la Revolución, se percibe el intento de borrar de la memoria
histórica, de condenar al olvido a los gloriosos muertos que están,
sin embargo, "EMPECINADAMENTE VIVOS". Con ese título, escribió Rodolfo
Alpízar Castillo su monumental novela, dedicada al asalto al Palacio,
ocurrido dos días antes del "idus marzo" de 1957; obra vibrante que es
una condena inapelable al empeño de algunos de reescribir la Historia.
Lleva razón Alpízar; la inmortalidad reside en la memoria; nadie muere
mientras se le recuerde. A los héroes aquellos se les quiso matar.
Pero ellos están, EMPECINADAMENTE VIVOS.

Desde Regla,
Ayer, "La Sierra Chiquita"; ayer, hoy y siempre, bastión de rebelde cubanía.
Marzo 13 de 2015, a 58 años de la hazaña.
______________________
(*) En Castro Ruz, Fidel, "La Contraofensiva Estratégica, de la Sierra
Maestra a Santiago de Cuba", Oficina de Publicaciones del Consejo de
Estado, 2010, ver carta de Fidel al Che, fechada el 26.12.58, (páginas
343-344), donde le previene (más bien le reconviene) de la siguiente
forma:
"Considero que estás cometiendo un grave error al compartir tu
autoridad, tu prestigio y tu fuerza con el Directorio..."

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De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
debo.

Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
http://jorgecolivaespinosa.blogspot.com
jorgecoliva@gmail.com

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