sábado, 3 de enero de 2015

-BALANCE DE UN AÑO

--BALANCE DE UN AÑO
Por Jorge C. Oliva Espinosa

Los años son como los hombres; no se les puede calificar hasta que no
concluyen su tránsito vital. En el último momento pueden realizar un
viraje sorprendente y echar por tierra cualquier juicio que se hubiera
hecho sobre ellos. Una vez idos, llega la hora de juzgarlos como se
merecen. No encuentro ejemplo más a mano que el recién concluido 2014.
Para Obama, después de marcar el más bajo índice de aceptación, por
debajo incluso de George W., inició una recuperación meteórica que
asegura futuro para su partido. Para nosotros, los cubanos, todo lo
señalaba como año aciago: el PIB deprimido, la merma de todas las
producciones, un deterioro generalizado en lo físico y en lo moral, el
aumento de la emigración; en fin, parecía un año desastre. Y miren,
mejor no pudo despedirse, pues al finalizar nos dio la alegría de ver
elegida a nuestra Habana, a pesar de todas sus calamidades, como una
de las siete ciudades maravillas del mundo. Pero, como si fuera poco,
el 17 de diciembre nos rebosó el corazón de gozo al ver regresar a los
tres hermanos nuestros que, por asegurar nuestra tranquilidad, aún
permanecían en las cárceles norteamericanas. Extinguían injustas y
excesivas condenas, ensañamiento político con el que se pretendía
condenar a Cuba. Y para celebrar el fin de año de 2014, ya Gerardo,
Ramón y Tony regresaban a casa, donde reciben el cariño, la gratitud y
la admiración de todo un pueblo. Fue el resultado, ahora lo sabemos,
de largas conversaciones entre los gobiernos norteamericano y cubano.
Todo parece indicar que comenzamos el camino de la convivencia
civilizada, a pesar de nuestras grandes diferencias. Admitido el
fracaso de su política, Washington ensaya un cambio de táctica. La
intención de restablecer las relaciones diplomáticas, proclamada en la
declaración simultánea de ambos gobiernos, lo reafirma así. Eso nos
llena de esperanzas renovadas este 2015. Esperanzados sí, pero sin
perder de vista que nuestro vecino no ha cambiado de propósitos, sino
de método para lograrlos.
Estimé cerca el fin del 2014 y en la hora del apresurado recuento, me
pregunté: ¿cuántos sueños pospuestos, cuántos logrados? El recuerdo de
malestares innecesariamente provocados desde un añejo y anquilosado
buró, oscureció mi juicio sobre aquellos 365 días que estaban prestos
a concluir; los enumero:
1. El intento, por suerte fallido, de convertir el aeropuerto
capitalino en zona exclusiva para los viajeros, donde se pretendió
reeditar la discriminadora medida que, por un tiempo, impidió a los
cubanos acceder al vestíbulo de un hotel.
2. El desmesurado aumento de las tarifas arancelarias y el rigor
persecutorio con que la Aduana implantó sus nuevas disposiciones.
3. La elevación de impuestos en general, incluyendo el costo para la
obtención de documentos para trámites legales y su cobro en pesos
convertibles.
4. La fijación de precios absurdos, no consecuentes con el poder
adquisitivo de la población.
5. La reiteración empecinada del secretismo y la falta de comunicación
de los gobernados con los gobernantes y la proclividad de estos a
prohibir antes que regular.
6. La indisciplina omnipresente, tanto en la conducta ciudadana, como
en circulares, disposiciones, reglamentos, resoluciones y otros
engendros violatorios de leyes, decretos-leyes y hasta de la misma
Constitución, emitidos con absoluta impunidad por niveles subalternos.
Todo lo anterior y mucho más, emergía como estigmas desagradables del
2014; y sin embargo, todo no fue negativo en el año que se fue. Lo
terminamos con grandes alegrías que nos infunden renovado optimismo.
No obstante, el bloqueo continuará hasta que el Congreso
norteamericano decida derogarlo. Por eso, no repetiré el error de
apresurarme en calificar este 2015 hasta que haya terminado. No lo
haré a pesar de todas las señales positivas, como la próxima visita de
altos funcionarios del Departamento de Estado, la eliminación de
algunas restricciones comerciales y financieras que flexibilizarán el
bloqueo o el esperado aumento del turismo norteamericano, ya con
tarjetas de crédito en mano.

Desde Regla, como siempre, enero 3 de 2015

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De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
debo.

Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
http://jorgecolivaespinosa.blogspot.com
jorgecoliva@gmail.com

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