lunes, 16 de diciembre de 2013

COSAS DE REGLA

COSAS DE REGLA
Por Jorge C. Oliva Espinosa

Digo que son de Regla, pero pueden ocurrir en cualquier lugar de esta
isla a la que Don Cristóbal llamó "la tierra más fermosa". Se los
relato sin añadirle nada, como una sucinta narración. A ustedes les
toca ponerle opiniones y como dice Taladrid, "sacar sus propias
conclusiones". Yo, al final, saqué las mías...
Hoy fui de compras, tenía dos o tres CUC y la necesidad me obligó a
invertirlos. Pasé por la TRD de Céspedes y Maceo, la que por enrejada
parece el locutorio de una cárcel; la empleada estaba enfrascada en
contar moneda por moneda todo el cambio que tenía en su caja contadora
y no tenía humor para atender a los impertinentes que vinieran a
comprar algo. Allí no había lo que yo buscaba, tampoco había la mínima
atención y respeto al cliente. Pero yo necesitaba reponer un bombillo
fundido y fui a la tienda TRD más grande que tiene este ultramarino
poblado de Regla, la enclavada en la calle 24 de Febrero, bullente de
movimiento comercial. Antes se llamaba "La Casa Díaz", hoy los
reglanos la siguen llamando igual. ¡Había bombillos! Pero el más
potente era de once bujías. No tenía otra opción: O a oscuras o con
poca luz. El dependiente me atendió solícito y, aunque me asombré, no
me alarmé por ello. Seguidamente, me advirtió que no podía probármelo,
porque no tenían la instalación necesaria, pero que si no funcionaba,
podía traerlo con el papelito de la factura y ellos con gusto me lo
cambiarían. Le di las gracias y animado por su cordialidad, le expresé
que, por no poder probar el bombillo, de resultar defectuoso, a mí, el
cliente, me tocaría la molestia de otro viaje; viaje que me podría
ahorrar de tener ellos un simple soque donde probar los bombillos que
vendieran. Allí, ellos tenían a la venta todo lo necesario para
instalar el referido soque y no era nada complicado hacerlo. Si no
salía de la iniciativa de uno de los empleados, el Administrador de la
tienda debía ordenar que se instalara el sencillo dispositivo. El
dependiente no pareció tomar en cuenta mi crítica a su jefe y me
respondió que eso era "un trabajo de La Empresa".
Crucé la calle, en la acera opuesta al establecimiento estatal,
ocupando pequeños espacios, apiñados en cada portal, comercios por
cuenta propia proliferan. En el que estaba frente por frente a la Casa
Díaz, me vendieron un bombillo de mayor iluminación en pesos cubanos
(que al cambio no tenía apenas diferencia de precio con el que me
ofertaban enfrente en pesos convertibles), me lo probaron de inmediato
y no me dieron factura alguna. Al despedirme, el vendedor muy atento
me anunció: "Aquí probamos todo lo que vendemos".
Hasta aquí el relato que les ofrecí. Regresé a casa, más convencido
que nunca de que algo anda muy mal y que hay que cambiarlo. ¿Habrá
todavía quien no se haya dado cuenta?...

Desde Regla,
Ayer, "La Sierra Chiquita"; ayer, hoy y siempre, bastión de rebelde cubanía.
Diciembre 17 de 2013

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De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
debo.

Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
http://jorgecolivaespinosa.blogspot.com
jorgecoliva@gmail.com

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