lunes, 18 de noviembre de 2013

LA MENTALIDAD Y SU CAMBIO

LA MENTALIDAD Y SU CAMBIO
Por Jorge C. Oliva Espinosa

El "cambio de mentalidad" es un reclamo insistente del mandatario
cubano; asunto prioritario para el logro de los propósitos declarados
por el gobierno y factor decisivo en la solución de muchos de los
problemas que enfrentamos. Para todos está claro que un cambio en la
forma de pensar y conducirse es muy necesario, yo diría que
urgentemente necesario; esa transformación abarcaría la manera de
percibir los hechos indeseables y la forma de reaccionar y actuar ante
ellos; se concretaría, por ejemplo, en un trato amable por parte del
dependiente que me atiende con desgano y hosquedad cuando concurro a
un comercio; haría que la arrogancia e indiferencia con que actúan
determinados funcionarios, embriagados de poder, se transformara en
comprensión y disposición a escuchar y solucionar los problemas
planteados; posibilitaría la desaparición del vandalismo que destruye
lo que es de todos y nadie considera suyo; estaría presente en la
recuperación de una conducta cívica y educada, de respeto y urbanidad,
que comprendiera desde la forma de conducirnos y comunicarnos, hasta
la eliminación de tanta palabra grosera, hoy dichas "con naturalidad"
en plena calle por adultos, adolescentes y hasta por niños. El cambio
de mentalidad que se nos pide y que tanto necesitamos, incluye la
transparencia informativa, porque al verdadero dueño, el pueblo, no se
le debe ocultar nada relacionado con lo que es suyo. Con un cambio de
mentalidad, presenciaríamos el regreso a la honestidad, el repudio del
delito y el apego a la legalidad. Esto último se reflejaría tanto en
el que hoy rapiña a nivel de cuadra, dedicado "al invento", como en el
que, investido de poderes, medra y roba al amparo de un cargo o dicta
disposiciones que burlan las leyes y violan la Constitución. Un cambio
de mentalidad implicaría el respeto generalizado al otro, a su forma
de pensar no coincidente con la nuestra, a su derecho a expresarla,
así como el respeto a todo lo que es ajeno. La doble moral
desaparecería cuando el que denuncie un problema o discrepe de alguna
medida, no se busque ningún problema por ello. Quizás cambiando
nuestra mentalidad, llegaríamos al consenso de que la soberanía reside
únicamente en el pueblo y que sobre el pueblo no puede ejercerla
ningún grupo o partido; nos convenceríamos que los gobernantes son
servidores del pueblo y actúan en representación del mismo;
concordaríamos también que es el pueblo quien subvenciona al Estado y
no al revés, como pretenden algunos. Entonces, al calor de la "nueva
mentalidad", se produciría el rescate de valores que hoy se han
perdido, los jefes serían el mejor ejemplo para sus subordinados,
resucitaría la disciplina y el cumplimiento del deber trocaría en
satisfacción la obligación aceptada de mala gana.
Sin embargo, la mentalidad y su cambio no son conceptos abstractos; se
materializan en acciones que pueden ser positivas o negativas,
atendiendo al sujeto que las ejecuta, el cual se modifica
constantemente, evolucionando o involucionando al compás de las
condiciones cambiantes. La mente no puede cambiar la realidad, solo
puede reflejarla; y los deseos son sencillamente deseos. Un cambio de
mentalidad no es un acto volitivo, no se produce por decreto, ni por
exhortaciones al cambio. Al cabo, cada uno actúa acorde a su manera de
ver la realidad y atendiendo a cómo esa realidad afecta su vida. Nadie
percibe como propios los bienes que no disfruta y sobre los cuales no
decide. No es posible que prevalezca la solidaridad y desaparezca el
egoísmo en medio de una tormenta, donde se ha escuchado el grito de
"¡Sálvese quien pueda!" Al que malamente está tratando de sobrevivir,
es inútil pedirle que conserve rasgos de urbanidad.
La mentalidad que necesitamos cambiar, es una forma de pensar que,
desgraciadamente, está muy generalizada. Y ya lo dice nuestra
doctrina, cada cual piensa acorde a la forma en que vive, porque el
pensar es un reflejo del vivir. Es entonces imperioso cambiar las
condiciones en que vivimos, para lograr el ansiado cambio de
mentalidad.

Desde Regla,
Ayer, "La Sierra Chiquita"; ayer, hoy y siempre, bastión de rebelde
cubanía. Noviembre 18 de 2013

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De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
debo.

Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
http://jorgecolivaespinosa.blogspot.com
jorgecoliva@gmail.com

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