lunes, 11 de noviembre de 2013

EL CHOQUE DE DOS CULTURAS

EL CHOQUE DE DOS CULTURAS
Por Jorge C. Oliva Espinosa

En mi artículo anterior expuse que para prohibir el funcionamiento de
los cines 3D, se esgrimió como argumento fundamental (1) que los
filmes exhibidos en esas salas atentaban contra la política cultural
establecida; la misma que permite que la televisión trasmita idénticos
materiales, la política que difunde como música una de ruidos
estridentes y letras de grosería extrema. Es como si en el seno del
órgano rector, estuvieran chocando dos culturas: la que se pretende
establecer y la que se promueve. Sin embargo, el choque es solo
aparente, pues no lo origina la existencia de criterios encontrados
(2) dentro de la Dirección cultural, sino a una falta de atención
sistemática al cultivo de una cultura del pueblo y para el pueblo, a
una indiferencia absoluta ante el hecho gubernamental que contradice
lo dicho por quien gobierna. Este abandono y desinterés, da lugar al
choque de dos culturas, pero no entre los directivos, el choque es más
grave por cuanto no es interno. Se ventila entre una cultura de
imposición y su contraparte, una cultura de resistencia a lo impuesto,
una cultura de la rebelión, heredada por nuestro pueblo desde la
gestación misma de su nacionalidad; cuando aún no teníamos patria, nos
llamábamos criollos o españoles de ultramar y éramos gente inculta,
crédula, fácil de someter. A la escasa luz de unas disposiciones
ilógicas y absurdas, que todos deben aceptar y nadie se explica, somos
testigos de la resurrección de una cultura absolutista y excluyente
que creíamos haber dejado atrás, en los tenebrosos años del mal
llamado "Quinquenio Gris"; no es ocioso recordar que aquel horror
nació y cobró toda su fuerza opresora de la mano de una "política
cultural", importada como rancio producto estalinista. Pero los que
dictan estas medidas, herederos de una cultura represiva, ignoran que
hoy somos un pueblo con elevada cultura política, suficiente
instrucción y que no estamos dispuestos a aceptar una vuelta al
pasado; los tiempos que corren son otros y otro el cubano actual,
capaz de cuestionarse lo que ayer aceptaba y de mostrar su descontento
de las más variadas formas y con la fuerza irrebatible de la razón. A
ese ciudadano de hoy, heredero de una tradición de rechazo a la
imposición, se le podrá persuadir con argumentos convincentes, pero
nunca someterlo por la fuerza.
El problema parece estribar en la dificultad de diseñar una política
cultural coherente, facultad que tiene todo Estado, pero que aquí
confunden con el simple ejercicio del poder, mientras se descuida la
atención permanente y multilateral que la cultura exige. Porque no es
lo mismo diseñar y promover una cultura, que imponerla con métodos de
ordeno y mando. Nadie le discute al gobierno su derecho a promover una
educación estética, pero nadie acepta que le impongan gustos y
preferencias, que le digan lo que es bueno y lo que es malo, lo que es
sustancioso y lo que es superficial. El plato más delicioso llegamos a
rechazarlo cuando se ofrece como único alimento y lo prohibido
despierta la maliciosa curiosidad por conocer lo que se trata de
ocultar; tiene la fatal atracción del secreto y el encanto de lo
ignoto. Lo mismo pasa con determinadas expresiones del arte. Si se ha
maltratado durante décadas el gusto del pueblo, haciéndole sufrir
espantosas trasmisiones de radio y televisión, ahora es absurdo que se
le niegue el derecho a decidir la música que debe oír y los filmes que
debe ver. A ningún pueblo se le educa con imposiciones. Y al cubano
menos...

Desde Regla,
Ayer, "La Sierra Chiquita"; ayer, hoy y siempre, bastión de rebelde cubanía.
Noviembre 12 de 2013
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(1) La otra razón, el no haber contado con la licencia adecuada,
carece de fuerza, por cuanto con cambiar la misma hubiera sido lo
lógico. Calificarlos de ilegales, es falso porque tenían licencia,
aunque no fuera la apropiada.
(2) Aunque el acuerdo del Consejo de Ministros haya desmentido lo que
afirmara días antes el Viceministro Rojas. ¿O es que debemos pensar
que, a pesar de su cargo, él no participó en la discusión y
formulación de dicho acuerdo?

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De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
debo.

Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
http://jorgecolivaespinosa.blogspot.com
jorgecoliva@gmail.com

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