domingo, 27 de enero de 2013

UNA AYUDA INTERESANTE

UNA AYUDA INTERESANTE
Por Jorge C. Oliva Espinosa

La vida me ha enseñado algunas cosas. Entre ellas, que no todos los
que te ayudan quieren tu bien, ni todos son tus amigos por eso. Porque
no todas las ayudas son desinteresadas, incluso, hay ayudas que matan.
Es obvio que, si abrimos un camino hacia el precipicio, nuestro
enemigo será el primero en auxiliarnos. Por lo tanto, es prudente
analizar los auxilios y colaboraciones, sobre todo, los no
solicitados. Sería muy conveniente hacernos las siguientes preguntas:
¿Quién me quiere ayudar? ¿Cómo lo hace? ¿Por qué lo hace?...
A raíz de los cambios que se están produciendo en nuestro modelo
económico, cambios inaplazables para salir del atolladero en que nos
hundió copiar malos ejemplos, se ha potenciado el trabajo por cuenta
propia. Se otorgan licencias para ejercer un amplio abanico de
actividades y se reducen sus cargas impositivas. Ya los ciudadanos que
ejercen actividades por su cuenta sobrepasan los trescientos mil,
cifra que con frecuencia se informa como un éxito en la aplicación de
las nuevas políticas. De seguir aumentando con ese ritmo, corremos el
riesgo de convertirnos en un pueblo de chinchaleros. Y para todos está
claro que este tipo de economía no es capaz de desarrollarnos como
país. Llámesele clase o no, este sector de nuestra población es dueño
de sus medios de trabajo, no forma parte de los asalariados y sus
intereses no son los mismos. Su surgimiento y posterior expansión hará
surgir diferencias no solo en el nivel de vida. Sin embargo, esta
apertura era algo ineludible, si queríamos librar al Estado de una
serie de tareas, a las cuales no podía ni podrá dar respuesta.
Garantiza nuevas fuentes de empleo, pone en libertad la iniciativa
individual y genera una dinámica necesaria a la economía popular,
liberando un potencial incalculable de fuerzas productivas. De todas
estas ventajas nos vimos privados a partir de 1968, al calor de
aquella "Ofensiva Revolucionaria" que la emprendió contra el tamalero,
la guarapera y el limpiabotas, contra el puesto de fritas y las
barberías, y que declaró guerra a muerte a todo chinchal. En ese
sentido, la apertura al pequeño comerciante, aquel que jamás se
enriquecerá con su trabajo independiente, es la necesaria
rectificación de un gran error cometido en el pasado, además
contribuirá a eliminar ilegalidades. Ahora vemos proliferar las
cafeterías y los restaurantes, las quincallas, resurgir los más
variados comercios y aparecen de nuevo las ofertas de servicios
necesarios, como los del plomero, el carpintero, el electricista, el
mecánico o el albañil y que eran prestados de forma clandestina. A
esta actividad se suma, la apertura de algunos establecimientos en los
que es evidente la inversión de un capital inicial, quizás aportado
por algún familiar en el extranjero. Algunos equipos y mercancías
atestiguan ese origen. Es una ayuda recibida, puede ser desinteresada
o no, y no voy a cuestionarla. Tampoco voy a cuestionar otra que me ha
llamado poderosamente la atención y que solamente calificaré de
INTERESANTE. Es la ayuda que brinda la Iglesia Católica, a través de
su Arzobispado. Allí, han instalado un Centro de Capacitación para
todos los cubanos emprendedores, sean católicos o no, que tengan o
piensen establecer un negocio. El Centro imparte asignaturas como
Desarrollo Humano, Marketing y Administración Empresarial,
Contabilidad y Finanzas, Ventas y Servicios al Cliente, en cursos de
unas ochenta horas lectivas, extendidas durante cuatro semanas. El
profesorado estuvo constituido en sus inicios exclusivamente por
personal mexicano, al que hoy se le han sumado algunos profesores
cubanos, adiestrados por los primeros. Los alumnos reciben como
textos, cuadernos individuales donde ejercitan los conocimientos
adquiridos. Estos materiales constituyen una rica base material de
estudios, editada por las imprentas del Arzobispado. Como culminación
de sus cursos, cada alumno elabora un proyecto de negocio. No hay duda
que la capacitación será un factor que contribuya al éxito de los
negocios que emprendan, disminuyendo los riesgos del fracaso. Y en eso
consiste la ayuda de la Iglesia Católica: financiar y promover la
capacitación de los nuevos emprendedores. De ahí que haya denominado
este proyecto ya puesto en práctica, con el sugestivo nombre de "Cuba
Emprende".
Ahora bien, sabemos que la Iglesia se mantiene con las contribuciones
de sus fieles y que con ellas financia las ayudas que brinda. También
sabemos que en Miami en particular, como en casi todos los Estados
Unidos, hay cientos de los hoy denominados cubano-americanos que se
han convertido en ricos empresarios, muy interesados en invertir en su
patria de origen. La mayoría de ellos son fervorosos católicos, como
el Señor Carlos Saladrigas, quien ha aglutinado a un número de ellos
en un grupo cuyas siglas son CAFÉ, anagrama que significa Cuban
American no sé qué, con el propósito declarado es promover inversiones
en Cuba. Este afortunado hombre de negocios, descendiente de un
homónimo suyo que fuera candidato presidencial de Batista en 1944, ha
visitado Cuba en distintas oportunidades, participó en algunos foros
de debate y ha brindado conferencias en el Seminario Félix Varela.
No agrego nada más por hoy, me voy para la Marcha de las Antorchas, a
conmemorar los sesenta años transcurridos desde aquella de 1953. Para
terminar, repito con el periodista Reynaldo Taladrid: "Saquen Ustedes
sus propias conclusiones".

Desde Regla,
Ayer "La Sierra Chiquita", ayer, hoy y siempre, bastión de rebelde cubanía
Enero 27 de 2013


--
________________________________________________________________
De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
debo.

Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
http://jorgecolivaespinosa.blogspot.com
jorgecoliva@gmail.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario