martes, 17 de junio de 2014

-PREVISIÓN

--PREVISIÓN
Por Jorge C. Oliva Espinosa

Escribí lo que sigue, cuando arreciaron las "Guarimbas"; no lo
publiqué entonces por escuchar voces amigas que me alertaron contra
pesimistas pragmatismos y desalientos inoportunos. Aunque hoy ha
disminuido la violencia, Venezuela continúa intranquila y eso amerita
un llamado de alerta; por otra parte, algunas medidas que sugería, han
sido tomadas ya. Parece que, allá arriba, alguien pensó como yo.
¡Rarísima coincidencia! Hoy, doy a conocer aquel escrito mío, quizás
ya huela a fiambre. Ofrezco disculpas por su posible desactualización.
Admito que mi apreciación puede ser errónea y cuando menos,
extemporánea, pero ahí va, tal como la escribí:
Una negra nube se cierne en el horizonte. Es una clara advertencia,
señal que amenaza con tiempos de tormenta. Pueden llover dificultades,
pudiera sobrevenirnos "casi" un nuevo período especial. Y digo "casi"
porque, aunque el impacto económico no sería el mismo que
experimentamos en los noventa, una gran afectación nos alcanzará
indefectiblemente si la Revolución Bolivariana "se fuera a bolina" o
si, finalizado el mandato de Maduro, la derecha se hiciera del poder.
¿Cómo afrontaremos esa catástrofe? Los remedios de ayer, no serán
eficaces en las nuevas condiciones; habrá que inventarla, recurrir a
otros procedimientos para protegernos de la borrasca y diversificar
nuestros apoyos externos. Si cuando desapareció la Unión Soviética,
logramos sobrevivir reduciendo el consumo al inflar los precios, de
faltarnos el petróleo venezolano tendremos que echarle mano a otras
herramientas reguladoras. Una de ellas sería la inversión extranjera,
aquella que recibió maltratos, que se aceptó de mala gana como
inevitable remedio y a la cual habrá que dar todas las facilidades que
pidan y las que no pidan también. El mismo paraguas no servirá para
guarecernos por dos veces, ni el país podrá resistir los efectos de
una nueva crisis económica, si se desploma su magro PIB por segunda
vez en menos de veinte años y se depende de un único sostén. Más aún
cuando no se acaba de consolidar el nuevo modelo económico, en el cual
se han cifrado tantas esperanzas. Si en realidad ahí está el remedio,
habrá que apresurarse en implantarlo y abandonar el "sin prisa"
enunciado como velocidad de la marcha. No soy alarmista, llamo a la
previsión. Los herederos de Chávez ganaron las elecciones por
escasísimo margen, sufrirán el desgaste natural que conlleva todo
gobierno y hoy enfrentan una poderosa campaña mediática en su contra;
el Imperio y su aliada, la burguesía, les han declarado una guerra,
donde usan todo su arsenal. Es cierto que la oposición,
desprestigiada, ha reculado, pero no todos los que protestan en las
calles son mercenarios del imperialismo. Nuevos protagonistas han
subido al escenario; hoy, junto a las oscuras fuerzas fascistas están
las gentes de barrio que se rebelan ante condiciones de vida que no
están dispuestas a sufrir. Es útil recordar que en Venezuela la
burguesía no se marchó al exilio como ocurrió en Cuba, sino que
permaneció allá en plan de batalla, con su influencia en la
intelectualidad, el estudiantado universitario y la clase media. Aún
tienen el poder del dinero y de los medios de comunicación. Por otra
parte, el pueblo cubano de hoy no es el mismo que afrontó momentos muy
críticos con heroísmo sin par; no está constituido por aquellos
cubanos dispuestos a enfrentar un ataque atómico aniquilador en el año
62, ni por los que, en el 91, inventaron el bistec de cáscaras de
toronjas. Aquellos son hoy los viejitos jubilados que aumentan por
días, pero que no representan la mayoría de la sociedad. Esa mayoría
es un pueblo crítico, descreído porque ha sufrido decepciones y cuya
juventud aspira a emigrar o a situarse en posiciones ventajosas.
Hoy no basta confiar en que los hermanos venezolanos, la gente de los
cerros, lucharán por salvar sus conquistas, ni que se les brinde todo
el apoyo y solidaridad de la CELAC y de UNASUR. Las negras nubes que
se divisan en el horizonte, nos obligan a ser previsores y a pensar en
los medios que nos permitan capear la tormenta, si ésta se nos echa
encima. El paraguas de ayer, mañana sería obsoleto.

Desde Regla, como siempre, junio 18 de 2014

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De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
debo.

Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
http://jorgecolivaespinosa.blogspot.com
jorgecoliva@gmail.com

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