martes, 10 de junio de 2014

CRÍTICA Y SOLUCIÓN

--CRÍTICA Y SOLUCIÓN
Por Jorge C. Oliva Espinosa

A los partidarios del cuentapropismo, a los que ven en esa actividad
la solución del desempleo y una vía para el desarrollo del país, les
va a encantar este artículo, porque en él propongo un nuevo tipo de
trabajador por cuenta propia. También les va a gustar a los
ocultistas(1), metafísicos y otros creyentes en misterios del "más
allá", por cuanto voy a tratar sobre lo invisible e inexistente:
nuestro comercio minorista y su entorno críptico. Como buen anarquista
y revolucionario que pretendo ser, invertiré el orden y no comenzaré a
contentar a los lectores del primer grupo, sino a los del último, a
los que dan por cierto la existencia de lo que no existe y hablan de
la red comercial minorista, de la mala atención que allí reciben, de
los dependientes y otras lindezas, todas inexistentes. Porque el
comercio estatal minorista dejó de existir, al convertirse en una red
de distribución. Allí no se vende, ni se promueve la venta,
simplemente se distribuye "lo que llega". Vender es un arte, el de
complacer y engatusar al comprador, haciéndole creer que se lleva lo
mejor al menor precio, instándolo a comprar más, mientras que
distribuir es la tarea rutinaria de entregar cuotas establecidas y
que, cuando hay poco que repartir, da un enorme margen para el ocio y
la especulación. Tampoco existe el dependiente pues, según el
diccionario, este es el que atiende al cliente y a ese espécimen es
imposible encontrarlo en nuestras tiendas. En ellas no espere hallar a
una persona que lo atienda, (y si lo encuentra, celebre el milagro);
lo usual es que se le enfrente, osco, un ser malhumorado al que usted
le ha interrumpido su dulce y productivo ocio. ¿Porque, qué hace el
bodeguero o el carnicero, cuando termina de distribuir los productos
normados? Ese es un tiempo precioso que dedican a elucubrar medios y
modos de aumentar sus ingresos o que invierten en otras actividades no
visibles. Y usted, de impertinente e inoportuno, ha venido a
interrumpirle, a ocuparle su tiempo libre, en fin, a molestarlo; por
eso, no espere que le dispense buen trato, cortesía, ni amabilidad
alguna. ¡Compréndalos! A estos individuos no les interesa vender pues,
vendan o no, recibirán el mismo salario.
En mi bodega hay dos de estos seres. Uno anota en la libreta y cobra,
el otro despacha. Se ven atareados los primeros días de cada mes,
cuando llegan de la Empresa los productos y el grueso de los
consumidores "sacan" sus cuotas correspondientes. El resto de los días
hasta el próximo mes, se ponen a jugar damas o a llenar modelos que
les exige la Empresa. Como es frecuente que, en estos largos
intervalos, uno de ellos desaparezca, un desocupado del barrio ocupa
el lugar del ausente, frente al tablero, y funge de contrincante del
que permanece "de guardia". Un día pregunté por el otro, y me dijeron
que estaba realizando "gestiones". Lo del carnicero es punto y aparte.
Cuando termina de distribuir las tres cuotas que llegan al mes, lo que
realiza en dos o tres jornadas, cierra el establecimiento y nadie sabe
su paradero. He tenido la curiosidad de anotar los días en que
permanece en la carnicería. Nunca llegan a diez en un mes.
Ahora voy a contentar a aquellos lectores a quienes ofrecí tratar
sobre el cuentapropismo. Y lo hago proponiendo una nueva variante o
especialidad de esta actividad. A mi modo de ver, es necesario crear
el VENDEDOR A COMISIÓN. Un trabajador que esté interesado en vender,
porque cuanto más venda (a precios justos y con peso exacto), mayor
será el ingreso que reciba. Este trabajador independiente se esforzará
por atenderle, hará todo lo posible para que usted compre, no le
estafará y le dispensará amabilidad y cortesía. Para resolver el
problema del mal trato y la corrupción en el comercio estatal
minorista, bastará convertir a los actuales asalariados (bodeguero,
carnicero o tendero), en VENDEDORES A COMISIÓN. Mi proposición es
extensible a las tiendas recaudadoras de divisas. Claro que, para
ponerla en práctica, será necesario contar con mercancías suficientes
para establecer la venta liberada. Como ven, no me limito a criticar,
también propongo soluciones y señalo las condiciones o medidas
requeridas para instrumentarlas.
Desde Regla, como siempre, junio 10 de 2014
(1) No me refiero a los que nos ocultan algo, sino a los que tienen fe
en las Ciencias Ocultas.

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De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
debo.

Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
http://jorgecolivaespinosa.blogspot.com
jorgecoliva@gmail.com

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