lunes, 16 de junio de 2014

POR DETRÁS DEL TELÓN

--POR DETRÁS DEL TELÓN
Por Jorge C. Oliva Espinosa

En el cine Infanta, sin mucho anuncio, de soslayo, se estrenó el más
reciente corto de Enrique Pineda Barnet, uno de las figuras imposibles
de obviar si se trata del cine cubano. Yo me enteré por Radio Reloj y
le reproché no haberme invitado.
Me quedé sin ver "Stairs" ("La Escalera"), me sentí postergado y,
vanidoso, le recriminé, cariñosamente, al amigo haberme infringido una
"heridilla". Como compensación, Enrique me obsequió un fabuloso
regalo: Un mensaje donde dejaba sentado el principio doctrinal que
guía a este creador, a este relator de imágenes, verdadero cronista de
su tiempo y de otros tiempos: el principio y la doctrina de
PRESCINDIR, de prescindir de todo lo no imprescindible, el desechar
todo lo que sea innecesario, para que quede lo esencial. Me recordó la
sabiduría de Diógenes cuando, al darse cuenta que el cuenco de su mano
le servía de recipiente, botó el jarrito que llevaba a la cintura.
Si la vanidad me permitió creerme entre los invitados infaltables a
esta Premier, toda la vanidad del mundo no me alcanzaría para reseñar
el contenido sustancioso del mensaje de Pineda. Aquí se los copio:

AMIGO:
Nada de heridillas. Tú tienes la virtud y disciplina de escribir y
enviar a diario. Yo he perdido esa energía. Más, apagones, truenos,
rayos, modem roto, computadora deficiente, ¡¡¡¡VIIIIEEEEJJJA!!!! Y
servidor ¿SIRVE? Y no tengo organizadas mis libretas de direcciones-
de cada 10 me devuelven 5-, por otro lado "me dieron", "me otorgaron",
"me tocó" el Infanta, por generosidad a última hora, porque podían ir
3 gatos. No me envanezcas, pues. Tú haces con tu vanidad lo que te
guste, y trátame de TU para sentirnos y sentarnos más cómodos. Que me
estoy poniendo viejo Guárdame esto que escribí hace un rato:
Este corto, lo hice sin recursos, sin un centavo y rogando apoyo para
la postproducción, que nadie me dio. Nadie lo distribuyó y creo que se
exhibirá una vez de modo casero. Ya estoy en ese camino. He realizado
mis mejores trabajos en esa forma, por mi cuenta o muy restringido. Y
de ese modo aprendí a prescindir y he prodigado ese concepto como
máxima, no como arte. PRESCINDIR no es hacer CINE IMPERFECTO, como
propone Julio García Espinosa, con lo que a veces concuerdo; tampoco
es CINE POBRE, que concluyó Humberto Solás y que sostuvo un hermoso
festival en Gibara. No se trata de teorías ni de método y mucho menos
de política. Es del principio de PRESCINDIR, que nunca es
empobrecerse, es aprender a seleccionar lo ESENCIAL y dejar a un lado
la hojarasca, lo prescindible. No niego el regodeo del barroco, el
artificio imaginativo de la poética, la magia. Pero, llegado el
momento de a verdad, lo prescindible se separa por sí mismo, y queda
lo esencial. En fin, puede ser que envejezco, creo que maduro. Por
otro lado, y no es otro lado, llegué a entender la inutilidad del
odio, la toxicidad del odio, para quien odia, esto me vino por aquello
de la homofobia, naturalmente fue un proceso a partir de uno mismo, vi
cómo el homófobo odia al otro porque se odia a sí mismo, porque repele
lo que carga consciente o subconscientemente, y por ahí estudié las
fobias, las fobias raciales, sexuales, religiosas...y me dije ¡Cojones,
si toda esa gente que odia se hacen odio a sus esencias. El odio es un
cáncer. Y ME OPERÉ DEL ODIO. ¡Qué alivio, qué ganancia, qué saco de
piedras solté. Ni odio ni roñas, ni rabietas y sus parientes. No, no
es que me volví jesuita ni nada de eso. No simpatizo con el concepto
del PERDON a pulso. Ni con la aceptación de todo, porque perdemos
sentido crítico, sentido de selección. Es que si estudiamos aquello o
a aquel que "odiamos", lo vemos por sus cuatro costados, analizamos el
por qué lo rechazamos, el origen de eso, de dónde nace el conflicto, y
llegamos a entenderlo, "comprenderlo", y no es que entonces lo
aceptemos, no es que lo perdonemos, es que si lo entendemos, vamos a
separarlo del odio y quizás lleguemos hasta a tenerle un algo de
comprensión o de un desprecio, desapego, en fin, que lo minimaliza. El
daño no se olvida, pero no vamos a cargar con él, porque sería un saco
de piedras innecesario. Bueno, tampoco quiero descargarte con el
cartucho de la basura. Quería decirte por donde anda mi obra, anda
por mi cabeza y por mi corazón. Ando liviano, pero tirando a fondo. Y
algo a lo que no he alcanzado. En el transcurso de la vida, he
observado -estoy seguro de que tú también-, que en nuestro mundito,
cada uno se cree "el ombligo del mundo" "MI" "YO","MIO", o en todo
caso un hipócrita "NOSOTROS"," "nuestra obra". Y pensé, si el pobre
Dios existiera tendría una cantidad inmensa de ombligos. Y me esforcé
para seguir pensando, eso de pensar que es tan trabajoso ¿no sería
mejor cortarse el cordón umbilical y prepararse para aprender a ser
olvidado? Parece que hay una necesidad, un instinto, de quedarse
sembrado, de trascender: los filósofos, los artistas, deportistas,
científicos, todos quieren - queremos- trascender, en nuestra obra o
en nuestra sangre. Morir, no queda más remedio, pero morir dejando una
huella más grande que nuestra esta, la anterior y la anterior a la
anterior vida. Bueno, que estallen todos los archivos de las
computadoras del universo. ¡Qué chiquitico es el mundo! (comparado con
YO). Perdóname, yo no hablo tanto, se me salió. Detesto el teque y la
facundia. Abrazos, Enrique. Junio 13 de 2014

Hasta aquí, el fabuloso regalo que me envió Pineda Barnet, el que
reproduzco y cuya copia fue a dar a un marco encristalado que cuelga
desde ayer en una de las paredes de mi biblioteca.

Desde Regla,
Ayer, "La Sierra Chiquita"; ayer, hoy y siempre, bastión de rebelde cubanía.
Junio 16 de 2014
________________________________________________________________
De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
debo.

Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
http://jorgecolivaespinosa.blogspot.com
jorgecoliva@gmail.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario